La confianza que las instituciones de un país inspiran en la ciudadanía se ha visto muy dañada en los últimos años, tanto dentro y fuera de España. En el diagnóstico de las causas que nos han llevado a esta situación se abre paso una pregunta: Las fuentes de prestigio y reputación a las que se ha recurrido hasta ahora, ¿siguen siendo las únicas posibles? Podríamos considerar que no, o más bien, que, dependiendo de la fuente, el enfoque sobre la transparencia varía.
La confianza de los ciudadanos en las instituciones se ha visto dañada no solo en España; también en Francia, Estados Unidos e Italia. Y más recientemente las instituciones de la Unión Europea, también se ha visto afectada.
Ciertamente las causas de este proceso de deterioro son múltiples, y sabemos todos los ciudadanos que justifican perfectamente la falta de confianza, los remedios para recuperar la confianza resultan, por el contrario, insuficientes cuando no ineficaces. Se usa siempre este binomio: corrupción frente a su antídoto por excelencia: la transparencia. De hecho, la transparencia que conlleva la rendición de cuentas nace como medio de control de la corruptela.
Las organizaciones, tanto privadas como públicas, manejan la situación desde dos formas que coexisten a saber:
Cómo entender y practicar la transparencia con el fin de luchar contra la corrupción.
Cómo entender y practicar la transparencia con el fin de reforzar la confianza.
¿Hacia dónde debemos encaminar los esfuerzos cuando el objetivo es recuperar la confianza perdida?, ¿cómo debemos entender y practicar la transparencia? Pues parece incontrovertible que limitarse a acudir a las fuentes, a los usos y costumbres de siempre, ha dejado de ser suficiente. Y de hecho centrándonos en el sector sanitario, que la actividad esencial de nuestra columna, el cliente/paciente, ha perdido la confianza, y no cree en que el sector sanitario (público o privado), y que los seguros sanitarios privados sean transparentes en relación a la información y acceso a los servicios. Sin duda el “gran debate sobre la sanidad” que está en boca de todos, ha favorecido esta situación.
Por ello, y tratando la transparencia y la confianza desde un enfoque no jurídico, sino desde un enfoque de comunicación y transmisión de información, se ha elaborado, una “guía de utilidad” elaborada con fines didácticos, sobre la comunicación al respecto, y que consideramos que pueda ser de utilidad para los agentes y entidades que conforman el sector sanitario.
A modo de resumen debemos tener en cuentas las siguientes consideraciones:
La transparencia es la palabra con la que cualificamos los mensajes que circulan desde el emisor (ocupado y preocupado por su credibilidad) hacia el receptor (que siente o no siente confianza en el primero).
El grado de transparencia de estos mensajes, señales o informaciones sobre el comportamiento del emisor depende de una serie de atributos, entre los que destacan: la usabilidad, utilidad e inteligibilidad que los datos tengan para el receptor, así como la actualidad e integralidad de su contenido.
Una organización es transparente en la medida que lo sean las señales, datos o mensajes que emite hacia el receptor.
La transparencia ha de servir para fortalecer la confianza, debe entenderse y practicarse dentro de unos límites. La idea de una transparencia ilimitada no es más que una ilusión publicitaria (publicidad institucional que debemos realizar de forma adecuada).
Como conclusión: se está abriendo paso otra forma de fortalecer la credibilidad de las organizaciones y, con ello, de ganarse la confianza de los grupos de interés. En este otro modelo de “credibilidad-transparencia-confianza” se sustituye el verbo cumplir ( de la Ley 19/2013 de Transparencia), por el verbo mejorar. Este nuevo escenario se caracteriza por la publicación transparente, no de un hecho o situación, sino de un compromiso: el de mejorar de forma permanente hacia el futuro, compromiso que la organización emisora adquiere ante la sociedad, y de cuyos progresos va dando periódicamente cuenta mediante los correspondientes indicadores de calidad. Y desde esta perspectiva unida a la calidad, instalada en todas las instituciones sanitarias, ya sea mediante sellos de calidad o cualquier otro formato, la transparencia puede implantarse con eficacia y eficiencia.