La OMS, el pasado mes de noviembre, advertía del repunte del sarampión, una enfermedad que se pensaba casi desaparecida en Europa y América Latina. Otras enfermedades infantiles del pasado, como las paperas y la tos ferina, también están aumentando. La causa es que los llamados antivacunas, los contrarios a la vacunación, están convenciendo a muchos padres para que no vacunen a sus hijos, con lo que no solo les exponen a virus que pueden ser letales, sino que arriesgan la salud de toda la comunidad.

La revista Proceedings of the Royal Society B publicó un artículo el pasado mes de enero que señala que las redes sociales estaban ayudando a difundir “información engañosa y peligrosa” sobre las vacunas. Los autores atribuyen la relevancia de los antivacunas a un efecto físico llamado histéresis, un cambio en las propiedades de una sustancia que permanece a pesar de que la causa de esa alteración haya desaparecido. Es lo que ocurrió con el origen de este fenómeno de los antivacunas: un estudio realizado hace 21 años que se demostró falso y cuyo autor fue expulsado del colegio de médicos. A pesar de la evidencia acumulada sobre la falsedad del estudio y los beneficios de la vacunación, los movimientos antivacunas se han multiplicado. Y es que, según los autores, los meros argumentos lógicos sobre los beneficios de las vacunas no consiguen alterar el razonamiento de los antivacunas. Por eso, proponen diseñar campañas que aumenten las tasas de personas vacunadas de forma voluntaria, incluso promoviendo la vacunación “como un comportamiento altruista”, ya que se inmuniza también a todas aquellas personas que por su situación no pueden hacerlo.

Los movimientos antivacunas se han multiplicado

El peligro de la proliferación de bulos en vacunación también ha sido advertida por el responsable del NHS británico, Simon Stevens, quien ha asegurado que los “negadores de vacunación” están ganando terreno en las redes sociales como parte de un movimiento de “noticias falsas”. Stevens confesó que un padre de la escuela primaria de su propia hija había usado WhatsApp para expresar su preocupación acerca de que los sistemas inmunológicos de los niños estaban “cargados” de vacunas. Según sus datos, “en todo el mundo, dos o tres millones de vidas se salvan cada año con la vacunación”. Sin embargo, alerta de que “como parte del movimiento de noticias falsas, en realidad los que niegan la vacunación están recibiendo algo de tracción. El año pasado, por ejemplo, vimos más del triple del número de casos de sarampión en toda Inglaterra de lo que habíamos visto el año anterior a pesar del hecho de que claramente funciona la vacunación”. Unos datos que coinciden con “una disminución constante de cinco años en la adopción de la vacuna”.

Para Stevens, es necesario “ganar el argumento público” en torno a las vacunas. “No nos está ayudando el hecho de que, aunque 9 de cada 10 padres apoyan la vacunación, la mitad de ellos dice que ha visto mensajes falsos sobre la vacunación en las redes sociales”, reconoce. A su juicio, “es tan irresponsable decirle a los padres que sus hijos no deben vacunarse como lo es decir, no pedirle a sus hijos cuando van a la escuela primaria, a mirar en ambas direcciones cuando crucen la calle. Como servicio de salud, realmente tenemos que ayudar a apoyar a los padres en esto “.

Desde la iniciativa #SaludsinBulos, en la que participan sociedades científicas, asociaciones de paciente y periodistas, también nos comprometemos a informar y educar sobre los beneficios de la vacunación. El 11 de abril organizamos #MeningitissinBulos en el Hospital Niño Jesús de Madrid, que será una de las palancas con las que pretendemos ganar la batalla de la información a los antivacunas.