Un chatbot basado en Inteligencia Artificial (IA) ha demostrado más empatía y acierto que un médico, según un estudio publicado en el repositorio de preprints arXiv, aún no revisado por pares. Hasta ahora, la IA había probado una eficacia diagnóstica superior a la de los médicos en muchos síntomas y pruebas diagnósticas, lo que deja poco margen para el asombro debido a la enorme capacidad de procesamiento de la IA. Cada vez que una máquina mostraba superioridad frente a un humano la duda siempre surgía de si la primera acabaría sustituyendo al médico. Una respuesta recurrente ha sido que el profesional sanitario es insustituible, ya que el contacto humano es fundamental. Pero ¿qué ocurre cuando una máquina se muestra más humana que una persona, cuando destaca en una de nuestras señas de identidad como especie, la empatía? ¿Tenemos que replantearnos la respuesta de si el médico es reemplazable?
De momento es solo un experimento no sometido ni a revisión de pares ni a situaciones de la vida real. El programa, llamado Articulate Medical Intelligence Explorer (AMIE), fue entrenado para realizar entrevistas médicas basándose en un gran modelo de lenguaje (LLM), desarrollado por Google.
El chatbot generó diálogos ficticios entre un médico y un paciente, a partir de datos de historias clínicas reales y una base de conocimientos médicos. Luego, se entrenó con estos diálogos para aprender a hacer preguntas relevantes y a proporcionar diagnósticos razonables. Los investigadores compararon sus entrevistas médicas con las de 20 médicos de atención primaria, conversaron con 301 actores que simulaban tener 50 condiciones clínicas diferentes que no habían comunicado previamente.
La máquina superó a los médicos en aciertos diagnósticos (86% frente a 82%) y rapidez, lo que era predecible. Sin embargo, lo sorprendente es que el chatbot fuera más empático que los facultativos: obtuvo una puntuación media de 4,6 sobre 5 en empatía, según las valoraciones de los actores, mientras que los médicos se quedaron en un 4,3.
‘La formación en habilidades de comunicación con los pacientes sigue estando ausente en los programas académicos de los profesionales sanitarios’
El resultado no es un motivo para sustituir a los doctores humanos por tecnológicos, pero sí para aprovechar el potencial de los sistemas de IA para mejorar la comunicación con el paciente. Cada vez más profesionales sanitarios utilizan sistemas basados en Inteligencia Artificial Generativa (como ChatGPT) y en los grandes modelos de lenguaje, para ayudarles en sus conversaciones con los pacientes, al igual que para sus presentaciones en congresos. Sin embargo, el proceso está aún lejos de estar generalizado, sobre todo por desconocimiento sobre cómo hacerlo de manera eficiente y rápida.
En una encuesta que realizamos desde el Instituto #SaludsinBulos comprobamos que lo que más valoran los pacientes de sus médicos es que los miren a los ojos, los escuchen y les hagan preguntas, que son también los factores que más influyen en las puntuaciones de las páginas de evaluación de los facultativos.
A pesar de eso, la formación en habilidades de comunicación con los pacientes sigue estando ausente en los programas académicos de los profesionales sanitarios. Un médico puede haber pasado una década sabiendo casi todo de enfermedades, pero casi nada de cómo comunicarse con el enfermo.
Por ese motivo, en el Instituto #SaludsinBulos hemos desarrollado consensos de comunicación clínica eficaz con las sociedades científicas, los colegios profesionales y las asociaciones de pacientes en los que destacan cuatro pilares: humanización, escucha activa, información veraz y comprensión. Conocer las necesidades y dudas del paciente, comprobar que ha entendido la información proporcionada, orientarle sobre fuentes fiables y hacerlo en un entorno privado son algunos de los aspectos clave de ese proceso. No se trata solo de conseguir una mayor satisfacción del paciente, sino también de mejorar los aspectos clínicos. Se ha demostrado que una buena comunicación clínica reduce la morbimortalidad, los ingresos en urgencias, las hospitalizaciones, los errores de diagnóstico y tratamiento, las denuncias por mala praxis y, por supuesto, el gasto sanitario.
La falta de tiempo no solo no es una excusa para no prestar atención a estos factores, sino que es una razón más para poner en práctica una comunicación eficaz que aproveche cada minuto para asegurarse de que el paciente comprende lo que se le está diciendo y que el profesional sanitario recibe toda la información que necesita.
Para lograrlo, es necesario formar a los profesionales sanitarios en habilidades de comunicación y aprovechar las oportunidades que ofrece la IA, no solo para acelerar esa formación sino también para poner a prueba lo aprendido, como ya estamos haciendo desde #SaludsinBulos. Gracias a la IA, podemos evaluar, desde el punto de vista de la comunicación, el discurso escrito, el oral e, incluso, el lenguaje no verbal, expresado en microgestos. Sabemos lo que valora el paciente, disponemos de la evidencia de que también mejora la adherencia terapéutica y reduce la morbimortalidad, y ahora, además, contamos con una tecnología asequible y fácil de usar para ayudarnos a entrenar y testar esa comunicación clínica eficaz que tanto necesitamos. ¿Qué esperamos para subirnos a la ola antes de que nos arrastre?