En esta tribuna hemos comentado la encuesta que hicimos desde el Instituto #SaludsinBulos con Doctoralia en la que 9 de cada 10 médicos nos confesaban que la infoxicación, la cantidad de información falsa mezclada con verdadera, estaba minando su credibilidad frente a los pacientes. Una nueva encuesta realizada a pacientes nos revela una realidad aún más grave: la mitad de los pacientes asegura que salen de la consulta teniendo más dudas que cuando entran.
El facultativo no consigue dar suficientes explicaciones a su paciente y, por si fuera poco, no le remite a fuentes fiables donde ampliar información, no le prescribe páginas web, según señalan la mayoría de pacientes. Curiosamente, en la encuesta a médicos la mayoría de los facultativos decían que sí les recomendaban enlaces.
El riesgo de desinformación es aún más grave porque, según este nuevo estudio, el 91% de los pacientes busca información de salud en la Red, sin una orientación por parte de su médico. El 27% lo hace de forma frecuente (al menos, una vez por semana), y es el grupo de edad menor de 45 años los que buscan información de salud en la red de modo más continuo.
Buscar información de salud en Internet es positivo cuando se hace con criterio, cuando se cuenta con una orientación sobre qué páginas son fiables y cuáles no, pero en caso contrario aumenta la exposición a la infodemia, la más peligrosa de las pandemias, según la OMS. Cualquier persona que consulte información sobre una patología en la web o en redes sociales va a encontrarse, de media, más información falsa que verdadera. Si no tiene la oportunidad de contrastarla con su médico puede acabar desconfiando de él, como así reconocían los propios facultativos entrevistados.
La escucha activa, la comprensión, la información veraz y la humanización son aspectos clave en la comunicación clínica eficaz
Facilitar suficiente información en la consulta, y fuera de ella, es importante para aclarar las dudas y conseguir que el paciente se adhiera al tratamiento, pero la confianza descansa también en otros aspectos vinculados con la comunicación clínica. Los pacientes destacan que confían más en su médico si este les mira a los ojos (38%), escucha (31%) o participa de forma activa a través de preguntas (25%).
Con la presión asistencial y la teleconsulta, que, en la mayoría de las ocasiones, no ha pasado de ser audioconsulta, estos factores están aún más en riesgo. Los médicos no tienen tiempo de profundizar con ningún paciente y esto eleva la desconfianza del paciente y el riesgo de búsqueda de soluciones mágicas fuera de la medicina convencional.
La escucha activa, la comprensión, la información veraz y la humanización son aspectos clave en la comunicación clínica eficaz que la evidencia ha demostrado que influyen en la morbimortalidad, la satisfacción del paciente, el burnout del profesional sanitario y, en definitiva, la gestión eficiente de los recursos sanitarios. Numerosos estudios demuestran que un paciente que se comunica bien con su profesional sanitario se adhiere mejor al tratamiento, cumple con las revisiones periódicas, mantiene hábitos más saludables, se deja influir menos por los bulos. Como consecuencia, ingresa menos en urgencias, sufre menos hospitalizaciones, disfruta de mayor esperanza de vida y, lógicamente, cuesta menos al sistema.
Sin embargo, no se tienen en cuenta las recomendaciones que aparecen en estos estudios sobre mirar a los ojos, facilitar información por escrito, recomendar páginas web, etc. La comunicación con el paciente no está contemplada en casi ningún protocolo asistencial. Y es que se ha considerado siempre un asunto menor, interpretable. La prueba es que está ausente de los planes de estudio de los profesionales sanitarios.
Sería inconcebible que un cirujano comenzara una operación sin un check-list de las necesidades a tener en cuenta en la misma, del mismo modo que a ningún piloto se le permitiría volar sin repasar un listado exhaustivo de los controles del avión. ¿Por qué se permite ignorar la comunicación clínica en la asistencia?
La falta de tiempo no es impedimento
A menudo se esgrime la falta de tiempo para atender a los pacientes. Es cierto, se trata de un obstáculo para una comunicación de calidad, pero no un impedimento. No podemos resignarnos a obviar la escucha activa, la comprensión, la información y la información veraz, como no podríamos resignarnos a que un médico dejara de prescribir medicamentos a una parte de sus pacientes por falta de tiempo. Tenemos que aprender de la experiencia publicada sobre cómo optimizar esa comunicación, precisamente porque el tiempo es escaso.
Desde hace dos años, desde el Instituto #SaludsinBulos venimos trabajamos con las sociedades científicas y las asociaciones de pacientes para crear guías de recomendaciones de comunicación clínica en diferentes patologías y especialidades. Ya lo hemos hecho en neurología, dermatología, lupus, patologías crónicas, cáncer de pulmón, cáncer de colon y ERGE.
Los bulos, la presión asistencial y la audioconsulta ponen en riesgo la comunicación eficaz con el paciente y, con ello, la confianza en el profesional sanitario y la calidad asistencial. Para restituirla, como en un edificio en riesgo de derrumbarse, tenemos que encontrar los puntos que fallan, apuntalarlos, y reforzar los cimientos, con formación continuada y, por supuesto, concienciación.