Los españoles tenemos dos peligros vinculados a los antibióticos: un botiquín en casa del que carecen otros países en los que los medicamentos se dispensan con las dosis exactas del tratamiento; y un cuñao: un familiar, vecino o compañero de trabajo que nos recomienda un antibiótico que le ha ido muy bien a la mínima que un resfriado o gripe parece complicarse. Y ese cuñao se ha trasladado a las redes sociales.
Así lo refleja el Informe Conversaciones y desinformación sobre antibióticos en Redes Sociales elaborado por el Instituto #SaludsinBulos y el Consejo de General de Farmacéuticos con la tecnología de Atribus en el que se han analizado durante 6 meses más de 45.000 conversaciones en torno a los antibióticos. En él se ve que la conversación sobre antibióticos en redes sociales gira en torno a antibióticos sin receta (65%), recomendaciones de salud (15%), mal uso de los mismos (14%) y automedicación (5%).
Según los datos recogidos en el informe, la mayoría de las conversaciones demuestran un gran desconocimiento sobre el uso de antibióticos, como que los antibióticos curan infecciones provocadas por virus, una creencia que fomenta que España sea uno de los países con más resistencias bacterianas.
En las redes triunfa la inmediatez y muchos usuarios solicitan respuestas a sus dudas o quejas en redes de forma inmediata. La mayor parte de estas cuestiones están vinculadas a la necesidad de conseguir un antibiótico determinado sin receta y muchas quejas tienen relación con la necesidad de ir a urgencias para conseguir la prescripción y en contra del farmacéutico que se niega a dispensarlo.
A este cuñaísmo con graves consecuencias en la salud de la población también contribuyen influencers de moda y belleza que promueven alegremente el uso de antibióticos para infecciones víricas ye no les importa que necesiten receta. Su ignorancia es proporcional a su prepotencia, a pesar de que algunos profesionales sanitarios les hayan criticado o, incluso, ridiculizado en sus cuentas.
En cuanto a los antibióticos que mayores referencias tienen en la conversación se sitúan la amoxicilina (40%), azitromicina (34%) y ciprofloxacino (10%). Destaca también que se habla 20 veces más de principios activos que de marcas comerciales de antibióticos.
Twitter es la red social en la que, de forma preponderante, se producen las conversaciones (92%), sobre todo por parte de hombres (52,36%) y mujeres (47,63%) de edades comprendidas entre 18 y 24 años.
Desde el Instituto #SaludsinBulos hemos incluido en el informe unas recomendaciones sobre la comunicación de antibióticos en redes:
Los testimonios de particulares no sirven como prueba de la validez de un antibiótico. Hay que recurrir siempre a los ensayos clínicos y estudios publicados en revistas científicas.
Acude a fuentes fiables. El exceso de información de salud en la red provoca que el paciente tenga dificultades para distinguir la información veraz de aquellos contenidos falsos o erróneos. Ante ello, el profesional sanitario debe aconsejar páginas webs fiables sobre antibióticos. Estas páginas tienen que incluir información sobre quiénes son sus responsables, indicar bibliografía y fuentes originales de donde proceden sus contenidos, así como identificar a los profesionales sanitarios que participan en ellas. Amigos o familiares no son fuentes fiables sobre antibióticos a no ser que se trate de profesionales sanitarios.
Los medicamentos con receta, por ley, no pueden anunciarse a la población general. Los influencers que recomiendan antibióticos con receta están incurriendo en una ilegalidad y la información promocional que nos llegue sobre antibióticos con receta, con gran probabilidad, será un bulo.