Creo que nadie negará que haber conseguido aumentar la longevidad constituye uno de los mayores logros de la historia de nuestra sociedad, pero no debemos olvidar algunos retos que este logro lleva asociados, como la obligación de preguntarnos por la calidad de esos años añadidos a la vida, porque el que hayamos conseguido retrasar el momento de la muerte no implica necesariamente una prolongación de la vida en buen estado de salud. De hecho, la pérdida de salud es la principal preocupación de las personas mayores, sobre todo por lo que implica en términos de discapacidad y pérdida de autonomía.
Uno de los objetivos principales de los cuidados de salud de los mayores debería ser favorecer el aumento en la esperanza de vida activa o libre de discapacidad. No solo se trata de vivir más años, sino de vivirlos mejor, manteniendo la autonomía y la independencia a medida que se envejece, considerando que la salud de las personas mayores no se debe medir en términos de enfermedad, sino de función, permitiendo el mayor grado de autonomía posible en cada caso.
Todos los actores que participamos en la creación de nuevos productos y servicios del ámbito del cuidado de las personas mayores, tenemos que poner a la persona en el centro sobre el que debe girar el sistema, creando soluciones en función de sus necesidades individuales. Un ejemplo de ello es el consorcio de organizaciones vascas, tanto públicas como privadas, que han desarrollado FRAGICARE, una plataforma tecnológica de gestión de la fragilidad funcional de personas mayores de 70 años.
FRAGICARE, proyecto cofinanciado por el programa Hazitek del Gobierno Vasco, ha sido desarrollado por Grupo Init, que ha desarrollado la plataforma Inithealth, que permite construir soluciones para la gestión remota de la salud en entornos no hospitalarios, mediante la creación y seguimiento de planes de salud y cuidado; Grupo SSI, cooperativa vasca que integra empresas de iniciativa social y de utilidad pública; STT Systems, empresa centrada en visión artificial, fotogrametría, hardware y software para captura de movimiento; y con la colaboración del Instituto Kronikgune, Instituto de Investigación en Servicios de Salud; Tecnalia, Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico; Home Care Lab, división de Innovación de Grupo SSI: y el Área de Acción social del Ayuntamiento de Bilbao.
Uno de los objetivos principales de los cuidados de salud de los mayores debería ser favorecer el aumento en la esperanza de vida activa o libre de discapacidad
La observación directa de las personas mayores en su entorno domiciliario a través de las personas profesionales del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) puede ayudar a la detección temprana de personas en riesgo de fragilidad y con la tecnología pasaremos de hacer mediciones usando un cronómetro y basadas en la percepción de la persona que las realiza, a tener una solución basada en sensórica inercial que permita cuantificar la capacidad funcional de la persona y ayude en la detección precoz de riesgo de fragilidad. No toda la innovación tiene que implicar un uso de tecnología, pero en casos como este, parece que es casi obligatorio.
Detectando a las personas frágiles o pre-frágiles, podremos prescribir actividades, consiguiendo estilos de vida saludable, permitiendo a los sistemas social y sanitario la realización de un seguimiento diario, regular y mantenido en el tiempo de los pacientes a través de la observación de la evolución de sus parámetros y facilitando la adherencia al tratamiento a través de ejercicios personalizados online.
Quizás deberíamos empezar a mirar a Reino Unido y a su Estrategia Nacional para la Vida Longeva, en la que se han marcado como objetivo incrementar en 5 años la denominada “vida independiente”, con suficiente autonomía, de la población británica en el año 2035.
¿Nos ponemos objetivos?
Juan Carlos Santamaría