Hace no demasiados años teníamos más o menos claro que aun pese a las dificultades las cosas tenían más o menos certezas. Sabíamos el precio del litro de aceite, de leche, en fin, de casi todas las comidas. Si subían era por el IPC, aunque desconociéramos el significado de esas siglas. Sin embargo, era decisión del gobierno y bastaba para admitirlo, aunque entre regañadientes.

Sabíamos también que poco a poco progresábamos en la sociedad. Sabíamos quién mandaba en el mundo, quién tenía más dinero, si podíamos estudiar una carrera universitaria o tener un oficio. Todo eso ya nos serviría para encontrar un trabajo estable o alguna otra oportunidad de crecimiento profesional que, además, podríamos compaginar con una familia estable y labores estándar de padres y madres. De la misma manera, nuestros hijos repetirían este mismo clico, eso sí, mejorándolo a ser posible.

Sabíamos también quiénes eran los amos del mundo: los americanos para unos y los rusos para otros. O los dos al mismo tiempo.

Quienes queríamos conocer la mejor manera de gestionar las empresas teníamos como libro de cabecera el best seller T, Peters y Waterman Search of excellence, el cual nos explicaba los principios básicos de gestión de las mejores 43 empresas de EEUU. De estas empresas han desaparecido el 77 % y el resto sobreviven sin ser las mejores ni las más reconocidas.

En el trabajo teníamos jefes que respetábamos y a veces hasta admirábamos. Porque además de enseñarnos, a los que queríamos crecer y aprender, nos daban oportunidades y con algo de suerte podríamos prosperar. Para ellos era un orgullo decir: “esta persona trabajó conmigo y ya decía yo que tenía mucho potencial”. Sin embargo, si no querías crecer profesionalmente, al menos nos marcaban el camino a seguir. Y así lo hacíamos, porque entendíamos que para eso estaban los jefes: para mandar y dirigir.

Y que voy a contar de los compañeros. El trabajo en equipo, el café en equipo, los cumpleaños en equipo, las bodas, comuniones, funerales, bautizos y demás fiestas de guardar; siempre en equipo. De hecho, conocíamos a las familias de los más afines y con algunos de ellos compartíamos vacaciones. Eso sí que era un ambiente de empresa. La estabilidad estaba poco amenazada y por eso hacíamos planes de futuro, de un futuro estable y reconocible. Mejorado, eso sí, pero reconocible.

 

‘La empresa en la que los jóvenes van a trabajar hoy no existe, en un porcentaje altísimo de los casos. Y muchas de ellas las van a crear ellos mismos’

 

 

Pero ahora todo eso se ha terminado. Estamos haciendo equilibrios sobre un cable mientras nos sostenemos en una barra que nos ayuda a no caernos. Mantenemos un equilibrio inestable con la sensación de que en cualquier momento nos la podemos pegar.

No quiero hablar de la situación política en nuestro país, porque es de risa. No sabemos si soplar o sorber. Si unos dicen una cosa, los otros la contraria. Si unos aportan unas pruebas, los otros también. Si unos constatan mentiras, los otros muchas más. Si unos son fachas, los otros son independentistas o terroristas. Si unos son machirulos los otros feminazis, en lugar de hablar de hombres mujeres sin cuestionar ninguna opción sexual, familiar o de relación, que siempre las ha habido. Y que pudiendo compartir o no, lo respetábamos y no le poníamos etiquetas.

Pero todo esto puede cambiar de la noche a la mañana. Podemos despertarnos y todavía estar más enfangados, en mayor desequilibrio. Ahora ya no sabemos quién manda en el mundo. Podría ser EEUU, China o los petrodólares. Rusia trata de recuperar la esencia de lo que fue, con los mismos métodos que utilizó para ser lo que fue, obviamente. La falta de identidad de Europa, este continente en el que estamos juntos pero no revueltos, en el que compartimos la OTAN por miedo y jugamos la Champions League y la Eurocopa como si fuéramos primos hermanos. Sin embargo, no nos centramos en lo importante: políticas económicas, fiscales, sociales, medioambientales, de justicia, sanitarias, etc. En fin, cada uno por su lado en lo importante y tratando de sacar tajada de esa bolsa de millones de euros que tiene Bruselas para nuestras cosillas. Mientas Taiwán se defiende como puede y con quien puede. Latinoamerica cada mañana es un “quilombo”, desde México hasta Chile y Argentina.

No se me escapa África ni los países árabes en conflicto, donde las mechas están encendidas y los poderosos se reservan las riquezas de la tierra, antes que exploten los bidones de gasolina que están desperdigados por estas geografías.

Las empresas ya no son lo que eran. Esa segunda familia donde uno accedía para tranquilidad, orgullo y sosiego de nuestros mayores, y que promulgaban “por fin tiene un trabajo” y respiraban hondo cuando a fin se iban de casas para casarse o para beber un poco de la libertad fuera del manto familiar.

Pero pronto empezaron las valoraciones de puestos, las nuevas organizaciones, las visiones de futuro de Mckinsey, Andersen, Price, etc. que pedían nuestra opinión, se la debamos, y después la empaquetaban y vendían a nuestra empresa, eso sí, con unos ahorros importantísimos que requerían reestructuraciones.

Y llegaron los planes de jubilación, los ERES, los ERTES y se terminó la estabilidad en el empleo. Uno no sabe hasta cuando está seguro. Un ejemplo lo he tenido esta semana: una gran amiga después de 37 años en una empresa muy importante en España, regreso el lunes de vacaciones de verano y la primera reunión la tuvo con representantes de la dirección de recursos humanos, que le pusieron sobre la mesa, digamos, un acuerdo irrenunciable, ar. 51.1 del E.T.

Ante estos hechos y combinado con el teletrabajo, modalidad cada día más presente en algunas empresas sobre todo en verano, puentes festivos, lunes y viernes, cada uno se va haciendo más resistente en su caparazón. Los jóvenes cada día pueden acceder a un mayor Portfolio de estudios tomando, por ejemplo, como referente la Universidad del País Vasco, se puede constatar que ofrece aproximadamente 135 Grados o Doble Grado y casi 200 Másteres y Títulos propios. Creo firmemente que cada vez mucho más difícil para ellos acertar en lo que quieren hacer y para que les va a servir. Es cierto que algunos de ellos son muy apetecibles como enología innovadora, diáspora vasca o fachadas ligeras.

Como repito a muchos jóvenes estudiantes en las charlas con pretensiones, que algunos llaman conferencias, les van a ocurrir con absoluta seguridad 3 cosas en un plazo no más allá del año 2030:

Todos van a tener la oportunidad de trabajar, pero de una manera distinta de como hasta ahora lo hemos concebido. Es decir, compaginando uno o más trabajos y con distancia. Además, gestionados por proyectos y con resultados medibles. Por supuesto con remuneraciones muy variables.

Todos trabajarán posiblemente en algo distinto de lo que han estudiado, con lo cual el aprendizaje debería continuar día a día porque el escenario de las profesiones cambia rápida. No se entendería a un cirujano que no supiera manejar un equipo de intervención en tres dimensiones, aunque no lo hayan aprendido en la facultad.

La empresa en la que van a trabajar hoy no existe, en un porcentaje altísimo de los casos. Y muchas de ellas las van a crear ellos mismos.

¿Existe mayor inestabilidad? Pues sí. Aparece la Inteligencia Artificial, que hace que atravesemos el cable, pero ya sin barra para mantener el equilibrio. Y todo o la mayor parte de lo que he dicho, más o menos es predecible, inestable, pero predecible.

Pero ahora lo que viene no es ni estable ni predecible. Deepfakes, phishing, spoofing, premios, concursos, regalos, correos electrónicos, mensajes o smishing, malware, fraudes en pago en línea, hasta fraudes románticos o nigerianos…. Y todo esto gracias a la evolución, a internet, los móviles que tenderán a desaparecer y a las redes sociales mal administradas.

Y no olvidemos que en la Sociedad siempre hay malos que aprovechan que los buenos somos más ingenuos para hacerse más malos. Italia quiso limitar el acceso y uso de la AI, que ilusos, ¿verdad?

Bueno, mañana será otro día en el que al menos sabremos con certeza que tendrá 24 horas y saldrá el sol por el este, que tengo trabajo que hacer, pastillas que debo tomar, a quien tengo que llamar, felicitar o reunirme y donde están los miembros de mi familia… ¿O no?