Ha tenido que venir una pandemia para que me dé cuenta o sea más consciente de lo equivocado que estaba en algunos aspectos fundamentales de mi vida profesional.

¡Cuántas veces he tomado decisiones más orientadas a tratar los síntomas que a resolver realmente el problema que lo causaba, es decir, a curar la enfermedad!

En el mundo de la empresa es muy fácil identificar aquellos síntomas que observamos en nuestro entorno, que rápidamente diagnosticamos y tomamos planes de acción para resolverlos, o lo más habitual: contratamos a unos consultores externos, a los que les contamos esos síntomas, les proponemos los diagnósticos y posibles tratamientos, que luego ellos incluyen dentro de un Plan Estratégico, eso sí, muy bien presentado, aunque con un coste bastante alto.

Es cierto que los síntomas ponen de manifiesto la existencia de algo que está ocurriendo o va a ocurrir, sobre lo que no se pone el foco para su tratamiento en términos globales, sino en el diagnóstico y posterior tratamiento, y así se llega a una solución cuanto menos más rápida, obviando “la enfermedad”, que en el mundo de la empresa, en la mayoría de los casos está unida al “bonus anual” o a “la retribución variable”, cuando los objetivos que se alcanzan están relacionados con los síntomas y no con las enfermedades.

Por esos motivos encontramos empresas que caen, desaparecen o necesitan rescates de la Banca o del Gobierno, cuyos directivos han recibido enormes cantidades de dinero relacionadas con los objetivos a corto, medio o largo plazo, que estaban determinados obviamente a tratar los síntomas, no a curar las enfermedades que tenían las empresas de las que eran responsables.

Escuché en una ocasión hace mucho tiempo, que en las empresas no existen “malos trabajadores”, sino “malos directivos”.

Efectivamente, existen buenos y malos directivos, estos últimos son aquellos que mandan mucho y mandan bien, porque así lo han aprendido de sus jefes o simplemente porque les ha ido muy bien, en su progreso profesional o económico, y cuando les preguntas cómo han aprendido, en la mayoría de los casos contestan “con el ejemplo”, de lo que han visto o o de quien les ha mandado; un jefe que menosprecia a un subordinado porque es inferior, también es un ejemplo, pero MAL EJEMPLO y eso también lo han aprendido.

Otra cosa es aprender solamente las cosas BUENAS y esto es SER EJEMPLAR, y tener directivos ejemplares que, en lugar de mandar mucho, sean capaces de dirigir a las personas, es un bien escaso.

Mandar es muy fácil, simplemente basta con lanzar algo a un destino, desconociendo el fin del mismo, estando encima de la gente, tratando los síntomas. Es decir, “este vale, este no, este no me gusta, este sí, este a la calle, este es mi segundo…”, en fin, multitud de frases que hemos escuchado en múltiples ocasiones.

Dirigir es muy difícil. Es ser capaz de llegar a un destino concreto en forma y tiempo, pero no por la acción del directivo, sino por la responsabilidad de las personas a las que es capaz de dirigir. Y cuando aparece algún síntoma, busca el origen y trata de curar la enfermedad. En muchas ocasiones, necesitan más formación, o cambios en las funciones o simplemente preguntarles activamente para querer saber de verdad qué les pasa y así poder ayudarles.

Cualquier trabajador en términos generales es más responsable y capaz de lo que a simple vista parece, si está bien ubicado en función de sus competencias y talento y, sobre todo, si está bien dirigido.

En el mundo político esto es más palpable: cambiar a un ministro o nombrar a un nuevo director general son, simplemente, tratamiento de síntomas a corto plazo, que en ningún caso se corresponde con la intención de curar una enfermedad.

Haciendo un paralelismo sobre las consideraciones que se pueden encontrar en una patología, aparecen “una subjetiva que es el malestar (sentirse mal con diferente intensidad) y otra objetiva, que es la que afecta a la capacidad de funcionar”.

Tenemos políticos que mandan mucho y bien, pero que desgraciadamente no saben dirigir y son más ejemplos que ejemplares

Por estos motivos cuando algún asunto político nuclear no funciona, en lugar de tratar de curar la enfermedad, se trata el síntoma buscando o presentado una consideración subjetiva (está cansado, va a ocupar otro puesto, tiene nuevas responsabilidades…etcétera) u objetiva (en este nuevo puesto o como candidato a… tiene más capacidades para……etcétera).

Volviendo a la situación actual, en nuestro país, si fuéramos capaces de detectar cuáles son las manifestaciones de nuestra enfermedad y de nuevo haciendo un paralelismo con el mundo de la salud, deberíamos de conocer cuál es la relación entre los signos y los síntomas que se presentan en una determinada enfermedad, y en estos momentos creo que tenemos bastantes: económica, social, sanitaria, política…etcétera.

Como síntomas tenemos la recesión económica, el desempleo, la precariedad laboral, la brecha de género, la incredulidad política, entre otras.

En cuanto a los signos clínicos, para ser más concretos ya que provienen del análisis y de la exploración del “paciente” se nos presentan:

  • Economía: Nuestro país fue el que dentro de toda la Unión Europea en el años 2020 sufrió el mayor debacle con una caída del 11 % en el PIB. Y para el año 2021 el Banco de España ha rebajado sus expectativas de crecimiento para el año 2021 (6 %) mientras que en diciembre era del 6,8%
  • Empleo: En nuestro país hay 5,5 millones de personas que están sin empleo activo, entre el paro, los ERTES y el cese de la actividad de trabajadores autónomos. Más del doble de parados porcentualmente que en los países de la Eurozona y con difícil recuperación de empleo en los próximos tres años.
  • Precariedad laboral: En la actualidad, en España más del 50 % de los contratos que se hacen a jóvenes menores de 30 años son temporales y una gran mayoría a tiempo parcial. Con salarios bajos, e intermitentes no podrán reactivar la economía derivada de los núcleos familiares, ni de consumo, de educación ni hipotecarios porque sus perspectivas de formar una familia y asentarse no reúne los medios económicos sostenibles. El crecimiento de empleo fantasma (producir sin personas) fruto de la digitalización o de los nuevos modelos productivos, hace que los nuevos trabajos requieran una formación especializada de alto coste y de una experiencia que no se les ofrece.
  • Brecha de género: El Índice Global de brecha de genero tiene como objetivo medir el tamaño de la brecha de desigualdad de género en 1563 países en áreas clave: Participación en la economía y el mundo laboral cualificado, en política, en acceso a la educación y en la salud y concretamente en esperanza de vida.

En España la brecha de género es el 79,5 %, y se encuentra entre los diez primeros países de la Unión Europea. (Finlandia 83 %, Suecia 82% son los dos primeros).

En el año 2019 el 51,6 % de emprendedores eran hombres y las 48,4 mujeres. De empresarios 55,9 % hombres y 44,1 % mujeres.

En enero de2020 la tasa de empleo femenina era de un 52,24 %, manifestando un empeoramiento con respecto al 2019 y con la misma tendencia en 2020 (sin tener en cuenta el impacto de la pandemia).

Incredulidad política: La imagen política de crispación, incoherencia, luchas internas y externas con acuerdos taciturnos, que solamente buscan el interés personal y político, sin pensar en los problemas reales y no imaginarios, con soluciones profesionales y ni políticas, hacen que cada día sean mas las personas que no tendrían ganas de votar o al menos de saber a quién, si hubiera elecciones.

Tenemos políticos que mandan mucho y bien, pero que desgraciadamente no saben dirigir y son más ejemplos que ejemplares.

El conflicto político ha trascendido a lo personal, también entre los ciudadanos, mientras que la falta de liderazgo, hace que los síntomas sean tratados como enfermedades y al final llegaremos a una vuelta sin retorno porque no han sabido realizar el diagnóstico correcto, ni poner el tratamiento adecuado.

En fin, que la enfermedad contínua su marcha como los contagios en la pandemia. De todo lo expuesto anteriormente se deduce, sin querer entrar en controversias, que es mas fácil y aporta más rentabilidad política y social, atender y tomar medidas para TRATAR LOS SÍNTOMAS, que para realmente tomar conciencia y determinación de CURAR LA ENFERMEDAD.

Referencias:
Previsiones del Banco de España sobre la evolución del PIB del país en 2021,2022,2023
Área económica de El Periódico. G Ubieto . 2 marzo 2021.
Notas del encuentro La Caixa-El confidencial sobre precariedad laboral. 2 marzo 2021
Staista.com. Brecha de genero en España. 8 marzo 2021