Hace unos días leí, en una de mis múltiples lecturas sobre todo tipo de curiosidades, que las personas tienen la capacidad de inspirarse en los animales, concretamente en los perros. Al parecer así lo han hecho muchos músicos, diseñadores de moda, pintores, escultores… Lo que más me sorprendió fue que también lo han hecho profesionales no artistas, como abogados, economistas, médicos y personas pertenecientes a otras profesiones, cuya mascota perruna les ayudaba a inspirarse cuando se tenían que enfrentar a algún reto, trabajo, experiencia, o cuando necesitaban potenciar su vena creativa.
Y resulta que ¡yo también tengo perro! Bueno es de mi hija, pero lo tengo en calidad de préstamo mientras estudia lejos de casa, y, como en muchos casos, al final el deseo de los hijos se convierte en la obligación de los padres.
A lo que íbamos… que resulta que tengo perro y yo sin aprovechar la inspiración. Así que ahora cada día que salgo a pasear con él le observo y le digo, mirándole a los ojos: ¡inspírame un poco, por favor; lo necesito!
Durante uno de estos paseos buscando la inspiración recordé que, viendo hace unos años en un avión la película Invictus, me llamaron la atención unas reflexiones que Nelson Mandela (Morgan Freeman) le hacía al capitán de los “Springboks”, François Pienaar (Matt Damon), antes de enfrentarse a la selección de Nueva Zelanda en la final del campeonato del mundo de rugby de 1995 en el Ellis Park de Johannesburgo:
“- Dime François –preguntó Mandela- ¿Cuál es tu filosofía del liderazgo? ¿Cómo inspiras a tu equipo para ser los mejores?
– Con el ejemplo. Yo lidero siempre con el ejemplo, señor.
– Eso es correcto. Exactamente. Pero ¿cómo hacer que sean mejores de lo que ellos mismos piensan? Pienso que eso es muy difícil. Con inspiración, quizás. ¿Cómo se hace para inspirarnos para ser grandes cuando no hay otra alternativa? ¿Cómo inspiramos a todos los que nos rodean? Pienso que es apoyándose en el trabajo de otros. En la prisión de Robben Island, cuando las cosas iban muy mal, yo encontraba inspiración en un poema.
– ¿Un poema?
– Un poema victoriano. Eran solo palabras, pero me ayudaban a estar de pie y erguido cuando todo lo que yo quería era tumbarme.
En otro momento de la conversación Mandela le comenta que durante su estancia en Barcelona durante los juegos olímpicos de 1992, en un momento en que el futuro de Sudáfrica se veía muy oscuro, todo el estadio le recibió con la canción Nkosi Sikelel (Dios Bendiga a África), y él se sintió orgulloso de ser sudafricano y aquello le inspiró a regresar a su país y dar lo mejor, e hizo que pudiera esperar más de sí mismo.
La conversación termina diciéndole al capital de los Springboks:
– Necesitamos inspiración, François, porque para construir nuestra nación, tendremos todos que superar nuestras propias expectativas.
Sorprendentemente, los Springboks superaron todas las expectativas, se clasificaron y vencieron en la final de la Copa Mundial, tras enfrentarse con el equipo de Nueva Zelanda, los All Blacks -conocidos como el equipo de rugby más exitoso del mundo en aquel entonces-, a los que vencieron por primera vez en la historia. Las calles de la ciudad de Johannesburgo se llenaron de personas en unánime celebración, sin distinción de etnia o de condición social.
Algo parecido ocurrió en España cuando la selección española de fútbol se proclamó campeona del mundo en 2010, por cierto, también en Sudáfrica.
Si la inspiración es capaz de alumbrar acontecimientos como el que acabo de relatar es porque emociona a las personas y las lleva a la acción. En nuestro entorno político, social, profesional y familiar necesitamos inspiración; necesitamos que las personas que nos rodean nos inspiren e inspirar nosotros también, con el objetivo de poder superar nuestras propias expectativas.
En algún sitio he leído que la inspiración no es permanente, que es repentina, que uno no puede vivir todo el tiempo en estado de inspiración sin temor a parecer de otro planeta o estar abusando de sustancias alucinógenas, que al final le traerán malas consecuencias para el cuerpo y para la mente. Pero buscar la inspiración de vez en cuando es un ejercicio, además de higiénico, reconfortante y generador de energía, de paz y de ganas de vivir y compartir.
“La inspiración es más que una fuerza mental y física, es una fuerza emocional y espiritual que hace que las personas logren cosas extraordinarias a un nivel superlativo”
Es cierto que no podemos estar repartiendo inspiración como si se tratara de fruta, “a ti te doy, pero a ti no”, “me pone cuarto y mitad de inspiración, que hoy tengo una entrevista de trabajo o una presentación profesional”, o “inspíreme un poquito, que hoy me enfrento a un reto importante”. No, esto no funciona así. La inspiración la tiene que buscar y encontrar cada uno en la vida cotidiana a partir de todos los elementos – vivos o no – que nos rodean.
También debemos distinguir entre “estar inspirado” y “estar inspirando”. En el primer caso uno mismo se inspira con algo o de algo y es el único sujeto de la acción. Sin embargo, “estar inspirando” a otros es la acción que emana de un individuo, animal o cosa que, sin ser necesariamente consciente de lo que está haciendo, está influyendo en una persona o en un grupo de una determinada manera. Ya lo decía Don Camilo, no es lo mismo “estar dormido” que “estar durmiendo”, como no es lo mismo “estar jodido” que “estar jodiendo”. Es decir, que “estar inspirado” es una acción individual, mientras que “estar inspirando” es una acción colectiva.
Generalmente se dice que la inspiración no se trabaja, que no requiere entrenamiento, que no aparece por deseo, voluntad o por esforzarse en tenerla, sino que llega cuando le da la gana. Como compuso Joan Manuel Serrat en una de sus canciones, “es que las musas han pasao de mí, estarán de vacaciones”. Sí, las musas, esas nueve diosas que en la Antigua Grecia llevaban a los poetas, músicos, artistas y pensadores a crear sus mejores obras. Aunque, por otro lado, Picasso decía: “cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”.
Necesitamos que los responsables en el mundo del trabajo, en la familia, en la política, en definitiva, todos aquellos que ostenten cualquier tipo de responsabilidad, se inspiren y, a su vez, sean capaces de inspirarnos a los ciudadanos, a los trabajadores, a jóvenes y menos jóvenes, a hombres y mujeres. Con la sabiduría que les es propia y su ejemplo, han de ser capaces de influir en el entorno. Las personas inspiradoras generan admiración, placer, curiosidad y, lo que es más importante, motivación y ganas de hacer cosas, llevando a otros a ponerse en movimiento.
Una sociedad motivada a través de la inspiración es capaz de salir a la calle en una manifestación sin importar las banderas, las ideas políticas, la raza, el sexo o cualquier rasgo de diversidad.
También en las empresas los líderes inspirados e inspiradores hacen que los trabajadores se sientan verdaderamente comprometidos con lo que hacen.
La inspiración es más que una fuerza mental y física, es una fuerza emocional y espiritual que hace que las personas logren cosas extraordinarias a un nivel superlativo. Por cierto, haciendo un repaso por la historia de la política he descubierto que la mayoría de los presidentes de Gobierno han tenido o tienen perro; no sé si será porque necesitan mucha inspiración. En cualquier caso, deberían pasear más tiempo con ellos porque…así nos va.