En estos momentos de turbulencias sociales, políticas, electorales, económicas, ecológicas, en fin, de tantas cosas, uno de los temas que más me interesan y me preocupan es con quién y cómo voy a tener que interactuar en los próximos años, es decir, si mis compañeros de viaje van a ser “personas mayores “o “viejos”.
Está claro que el término “persona mayor” o “viejo”, tiene un significado distinto en función de a quién y sobre quién se pregunte. Lógicamente para un niño de 5 años una persona de 25 años ya es “mayor” o “viejo”, en su terminología, pero en general suele encontrarse una relación directa de la edad con la representación de la misma en la sociedad.
Cuando calculamos la edad de una persona nos basamos fundamentalmente en criterios no numéricos; solemos hacer una previsión “algorítmica emocional” basada en factores como su aspecto, físico, intelectual, armónico, comunicativo, etcétera, que nos permite diferenciar entre personas “mayores” o “viejos”.
La esperanza de vida en España cada vez es mayor, y más para las mujeres que para los hombres. Las previsiones indican que hacia el año 2045 los mayores de 65 años representarán el 30 por ciento de la población española, más un 5 por ciento de jubilados ingleses, alemanes y de otras nacionalidades residentes en España. Ahora que aún estamos a tiempo debemos decidir qué queremos ser: ¿”mayores o viejos»?
Si queremos vivir en un país de viejos, no tenemos nada más que dejarnos llevar por el tiempo y esperar a que nos vayan recluyendo en almacenes geriátricos, donde estorbemos poco y solo se analice la rentabilidad por individuo, con base en esas pensiones que los políticos prometen subir cuando les interesa y que bajan sin promesas, solamente cuando les viene bien porque “su estructura económica coyuntural prioritaria en momentos de crisis así lo aconseja”.
Ser mayor no significa ser tonto o ser incapaz y para eso debemos prepararnos mientras podamos y nos dejen, lo que requiere un esfuerzo por parte de todos y cada uno de nosotros para cuidar de esos factores que se tomen consideración cuando el “algoritmo emocional” clasifica a una persona en el apartado de “viejo” o de “mayor”.
La “vejez” se define como la cualidad de viejo (alguien de edad avanzada o algo antiguo y que no es nuevo o reciente), considerándose generalmente que una persona es “vieja” cuando supera los 70 años de vida.
Otros términos relacionados son la senectud y la senilidad, ambos considerados como parte de los procesos y los cambios en la vejez de una persona pero que no son sinónimos. La senectud se refiere más bien a los procesos físicos que se desarrollan en la vejez, y la senilidad a los procesos psicológicos de esta última fase humana.
Bajo mi punto de vista, estos son los factores que debemos cuidar para no convertirnos en un país de viejos.
La salud (senectud). Es cierto que a medida que pasan los años nos vamos deteriorando físicamente, y parece que cuando una persona cumple los 65 años o se jubila, todo son achaques, revisiones, pastillas y enfermedades generacionales. Un amigo que se jubiló e inmediatamente empezó con revisiones médicas, me contó un día antes de operarse de próstata que su médico le dijo que había dos tipos de hombres: los que no tenían próstata y aquellos a los que se la iban a quitar; parece que a partir de cierta edad eso debe ser muy común, al igual que sucede con otras muchas enfermedades.
En este punto, lo importante no es estar enfermo, es sobre todo la prevención, y dado que la Sanidad cada día avanza más, un buen sistema de Atención Primaria contribuirá sin duda a evitar o retrasar en muchos casos el deterioro físico, para que no lleguemos a ser abandonados como los “zapatos viejos” que cantaba Joaquín Sabina.
El banderazo de salida de esta prevención no debe ser justo una persona que cumple 65 años o se jubila, sino mucho antes, como ocurre con los coches: si se hacen las revisiones en los kilómetros indicados y se cambian, el aceite, los filtros… la vida del coche será mayor y habrá menos probabilidades de que nos de un susto y nos deje tirados en la carretera con una avería cuando menos los esperamos o lo necesitamos.
El aspecto físico. Hacer deporte ni es obligatorio ni es fundamental, pero sí lo es tener un buen aspecto físico que proceda de la conjunción de varios factores, como llevar una vida saludable, hacer ejercicio (que no es necesariamente practicar un deporte), comer bien (no darse atracones de torreznos todos los días…alguno puede, pero después hay que compensar).
Estoy hablando de equilibrio, ejercicio, alimentación, descanso, control de peso, y también cuidados estéticos, cremas, bronceadores, bebidas… Un hombre no es más hombre porque sea más “oso” y por eso solemos encontrar a muchos más “viejos” frente a “señoras mayores”, que cuidan más este aspecto.
La imagen. No es lo mismo ponerse ropa que vestirse, como no es lo mismo ponerse un abrigo que abrigarse. La imagen que transmitimos también es muy importante y no tiene por que ser sosa, aburrida o pasada de moda, pero sin pasarse y siempre acorde con la edad. Querer aparentar 35 años cuando se tiene el doble de edad es tan absurdo como preparar un plato de sardinas en aceite con trufa negra… no tiene sentido; bueno, sí, del ridículo.
Mi sentido de la estética me dice que los hombres deberían procurar no usar camisetas ajustadas de deportistas con esas barriguitas “a juego” que por mor de la naturaleza y de la comida y bebida aparecen sin darse uno cuenta, cual embarazo sietemesino, por no hablar de los bañadores ajustados o tangas que muchos lucen en las playas.
Del mismo modo algunas señoras de edad infinita, con minifalda y tacones de aguja, deberían ser un poco más discretas, por no hablar de las que salen a la calle con chándal y zapatos de tacón, al estilo “arreglá pero informal”.
Posiblemente recordaremos la parodia de José Mota sobre la “vieja del visillo” y no lo entenderíamos igual si fuera “la señora mayor del visillo” o “ la anciana del visillo” , por las connotaciones que tiene el adjetivo “viejo”.
En definitiva, imagen significa equilibrio, discreción, limpieza y no llamar la atención con un aspecto que no es coherente a la edad que se tiene y con la imagen que se transmite al resto de personas.
Intelectualidad (senilidad). Para evitar el deterioro senil nada hay más importante que mantener la cabeza en su sitio.
Desarrollar la inteligencia y el conocimiento es fundamental para tener una madurez intelectual que permita a una persona mayor ser escuchado con interés y respeto por la sociedad, la familia, amigos, vecinos y conocidos, y no con las típicas “batallitas del abuelo” (que, por otro lado, son estupendas si están bien contadas y el auditorio es el adecuado) o “conversaciones de viejo”. Dicen los expertos que mantener un equilibrio adecuado entre edad cerebral y edad corporal disminuye el riesgo de padecer enfermedades mentales y físicas así como de morir prematuramente.
El cerebro humano no envejece a partir de los 65 años o de la edad de jubilación, sino que su envejecimiento comienza, según investigadores neurocientíficos, a los 40 años como un proceso biológico inevitable, pero de este envejecimiento solamente el 25 % depende de la determinación genética, mientras que el resto -es decir el 75 % – depende de nuestros hábitos para mantenernos jóvenes y saludables.
Además, según también han demostrado investigaciones científicas, el cerebro es un órgano dinámico y la neurogénesis (el proceso que permite regenerar células y producir nuevas neuronas) hace posible que la capacidad de aprendizaje se mantenga durante toda la vida.
En definitiva, me gustaría compartir mi tiempo futuro aprendiendo sobre todo de personas, que, con independencia de la edad, me sigan aportando ganas, entusiasmo, desarrollo intelectual y diversión, y cuando algún día tenga que llegar a ser ayudado por otras personas, también me gustaría que fueran buenos profesionales con dedicación, entusiasmo y orgullo de ayudar y hacer la vida mas fácil y cómoda tanto en aspectos sociales, intelectuales, físicos y de atención médica y que me traten con respeto y cariño como una persona mayor, de manera individual y no como a un viejo más, dentro de un grupo indefinido de elementos vivos…por el momento.
También me gustaría referirme a aquellas personas que hoy “dirigen el mundo”, empresarios, directivos, políticos, profesionales de distintos medios, etcétera, que solo tienen un denominador común ser menores de 65 años y que son los que toman las decisiones sobre cómo “gestionar” a los viejos o personas mayores, decidiendo si les dan trabajo o les desahucian profesionalmente o de sus viviendas, si les empaquetan en viajes del Imserso cuando hay baja ocupación o les levantan a las 7 de la mañana en los balnearios para que no entorpezcan a los clientes … mas jóvenes o de pago.
Para mantener una buena calidad de vida es fundamental que proporcionen los recursos económicos suficientes para vivir bien, y no solamente sobrevivir en cuanto a pensiones o reducción de costes fijos por suministros o primeras necesidades sino también en ayudas y servicios .
Y por supuesto, no hay que olvidar que estos “dueños del mundo” también llegarán a los 65 años y aquí les esperamos.
Fuentes consultadas:
Proyecciones población 2018-20168 Instituto Nacional de estadística
España. Pirámide de población 2018. Datosmacro.com
España 2050. Seis jubilados cada 10 trabajadores y tensión en las cuentas publicas.
Statista. Personas mayores extranjeras afincadas en España. Censo 2018
Envejecimiento y salud. World Health Organization.
A que edad nos sentimos realmente viejos. AARP
Why working into old age may not salvage your retirement..
Preparing for an Aging World. Global X Funds
Ageing . World Economic Forum