A continuación, reproducimos la Presentación y Conclusiones del Informe “El valor del Medicamento desde una perspectiva social” editado y dirigido por la Fundación Weber.
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INTRODUCCIÓN
Los medicamentos son un ejemplo paradigmático de los beneficios tangibles que supone la innovación para el bienestar social. Durante las últimas décadas, la introducción de nuevos fármacos ha contribuido a mejorar sustancialmente la esperanza de vida, el estado de salud y la calidad de vida de la población, logrando curar o prevenir enfermedades, reducir síntomas, mejorar la supervivencia, acelerar el ritmo de tratamiento y recuperación, aminorar los efectos adversos y presentar formas alternativas de administración. Además, las mejoras a menudo han sido extensibles tanto al entorno de paciente, ya que, gracias a disfrutar de una mejor salud, sus cuidadores informales (familiares o amigos) pueden también tener una vida más saludable e independiente, como al colectivo de pacientes, ya que, al reducir la presión asistencial, permite un mejor y más rápido acceso de otros pacientes a los servicios y cuidados sanitarios que precisan.
Desde una perspectiva más amplia, las innovaciones terapéuticas se proyectan sobre los sistemas de salud e influyen en su estructura, dinámica y sostenibilidad. Así, los medicamentos pueden ser herramientas muy útiles para optimizar los recursos sanitarios, debido a los costes en los que se puede evitar incurrir gracias a conseguir prevenir o tratar de manera más eficaz las diversas patologías a las que están dirigidos. La reducción en el uso de recursos sanitarios -como hospitalizaciones, visitas médicas o pruebas diagnósticas- o no sanitarios -como cuidados personales- puede liberar recursos para otros usos y generar potenciales ahorros al sistema. De igual manera, la mejora clínica producida por la innovación farmacéutica puede redundar en mejoras en la productividad laboral del paciente, reduciendo el absentismo y presentismo.
Por otro lado, los medicamentos se sitúan en la frontera del conocimiento y contribuyen de manera funda-mental a perfilar y remodelar el futuro tecnológico de la sociedad. El farmacéutico es uno de los sectores más innovadores y productivos de la economía y, como tal, contribuye a generar valor añadido y empleo cualifica-do. Se trata de un sector altamente cualificado, con un notable retorno social del capital humano que además supone unos potentes efectos tractores sobre otros sectores económicos, que multiplican los efectos positivos sobre la economía.
Por lo tanto, el valor social de la innovación farmacéutica debe medirse conjuntamente a través del efecto sobre los resultados en salud y la calidad de vida de los pacientes, el impacto sobre los gastos individuales y sociales evitados, incluyendo las mejoras en productividad laboral, y la contribución que supone el sector para la economía en su conjunto. La reciente crisis sanitaria provocada por el COVID-19 es un triste recordatorio de los fuertes vínculos que existen entre la salud de la población y el crecimiento económico de los países.
En 2018, la Fundación Weber publicó el Informe “El Valor Social del Medicamento desde una Perspectiva Social”, con el objetivo de plasmar una visión general sobre el valor económico, clínico y social de las innovaciones farmacéuticas en las sociedades occidentales. El trabajo recogía datos y evidencia publicada hasta septiembre de 2017.
Sin embargo, el ritmo de avance de las innovaciones es trepidante, y en solo tres años hemos asistido a una oleada de terapias innovadoras, no sólo por el mayor número promedio de nuevos medicamentos aprobados anualmente, sino también por los avances clínicos logrados.
Estos resultados se derivan de un conjunto de factores. Por un lado, a partir de la mayor comprensión de los fenómenos bioquímicos y fisiológicos subyacentes a las enfermedades, los nuevos métodos de investigación se orientan hacia dianas terapéuticas específicas, encontrando nuevas formas de abordar las enfermedades y permitiendo ampliar las indicaciones de aplicación. Por otro lado, el desarrollo de la genética y la biotecnología están dando paso a la medicina personalizada y a la medicina de precisión, permitiendo que los tratamientos genéticos personalizados logren avances clínicos sin precedentes en áreas con importantes necesidades no cubiertas.
Por ello, casi tres años después de que saliera a la luz el informe original, se hace necesario publicar esta actualización del mismo, con el objetivo de revisar los datos más recientes, recopilar nueva evidencia y repasar experiencias de éxito novedosas de las innovaciones farmacéuticas en el ámbito de la salud, la calidad de vida y la eficiencia del sistema sanitario. En el trabajo sintetizamos parte de la extensa evidencia científica publica-da y mostramos ejemplos ilustrativos de las aportaciones, haciendo especial hincapié en los medicamentos innovadores de los últimos años.
El informe se ha elaborado a partir de una revisión narrativa de literatura, que incluye publicaciones científicas, fuentes de literatura gris y documentos de organismos relevantes como asociaciones empresariales, la OCDE o la Comisión Europea, con evidencia publicada hasta mayo de 2020 (o hasta diciembre de 2020 para el COVID-19). Para el capítulo de contribución a la economía se recurrió a bases de datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística, Eurostat y SABI, entre otras. En la elaboración del informe se ha priorizado la información referente a España y la UE.
El informe sigue una estructura análoga a la del informe preliminar, con tres capítulos centrales. El primero de ellos analiza el valor de la industria farmacéutica en términos de su contribución a la economía nacional, incluyendo su aportación a la creación de empleo, valor añadido, investigación y desarrollo, comercio exterior y recaudación impositiva, haciendo énfasis en los efectos de arrastre sobre otros sectores económicos.
El segundo capítulo analiza el impacto de la introducción de nuevos fármacos sobre la eficiencia del sistema sanitario y de economía en su conjunto, repasando situaciones en las que los fármacos han permitido un ahorro de costes sanitarios o de costes indirectos. Dos recuadros específicos se centran en el papel de la adherencia al tratamiento y el efecto de las vacunas sobre el consumo de recursos, respectivamente.
El tercer capítulo es el más extenso, y a lo largo del mismo se repasan los principales hitos producidos en los tratamientos hasta la fecha, evaluando los efectos sobre los resultados en salud y la calidad de vida de los pacientes. El capítulo comienza con un apartado general y posteriormente se profundiza sobre los resultados producidos en distintas enfermedades crónicas concretas, como el VIH/SIDA, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes mellitus, la artritis reumatoide, los trastornos mentales o la migraña, por nombrar solo algunas de ellas. A la lista de patologías del informe de 2018 se añaden, por su importancia, las enfermedades intestinales inflamatorias, así como el COVID-19, basado en la información disponible en el momento de finalizar este informe (enero de 2021).
CONCLUSIONES
Los medicamentos son una de las principales innovaciones de la era moderna al haber contribuido en gran parte a alargar la vida de la especie humana y aumentar el bienestar de la población. Pero, además, los beneficios de los fármacos se extienden más allá de la salud de los pacientes a los que se dirigen.
Los medicamentos benefician a la sociedad en su conjunto, al potenciar la eficiencia del sistema sanitario, permitir una mayor productividad laboral y generar una contribución positiva, tanto directa como indirecta, a la economía nacional.
Así, la innovación farmacéutica tiene efectos positivos sobre múltiples dimensiones, y esto es algo que debe tenerse en cuenta a la hora de tratar de aproximar su valor desde un punto de vista global. A lo largo de este detallado informe hemos presentado, a partir de una extensa revisión narrativa de literatura, multitud de ejemplos que ilustran la aportación económica, clínica y social de los medicamentos y de la industria farmacéutica. En esta actualización de 2020 del informe publicado en 2018 hemos hecho especial hincapié en los avances producidos desde 2017 hasta la fecha.
En primer lugar, en el ámbito económico, la industria farmacéutica (incluyendo la industria biofarmacéutica) es uno de los principales generadores de valor añadido, empleo de calidad y competitividad de las economías desarrolladas. A lo largo del informe han quedado patentes las siguientes características relacionadas con la industria farmacéutica:
Se trata de un sector de elevada productividad. En España, es el tercer sector industrial de mayor productividad por empleado (109.000€), un 65% más que el promedio de la industria. El valor añadido de la industria farmacéutica de Estados Unidos y Europa equivale a la economía de países como Irlanda o Dinamarca
Es una fuente de empleo cualificado. En España, la industria farmacéutica da empleo a más de 45.000 personas, una gran parte de ellas con estudios superiores. Se trata del sector de alta tecnología que más empleo genera. A nivel mundial, la industria da empleo de forma directa a más de 5 millones de personas.
Presenta importantes efectos tractores sobre otros sectores de la economía. Por cada unidad de producción directa del sector se generan entre 1 y 2 unidades adicionales en otros sectores; y por cada empleo directo se generan entre 2 y 4 empleos indirectos e inducidos adicionales.
Es un referente en innovación. Se trata del segundo sector industrial que más invierte en I+D en España, unos 1.026 millones de euros anuales, lo que supone un 18,9% del gasto en l+D del total de sectores industriales. Es uno de los líderes en términos de intensidad innovadora (5,6% de la cifra de negocios) y de porcentaje de empresas que realizan actividades de innovación (77%). A nivel mundial, el gasto en I+D de la industria biofarmacéutica asciende a 154.000 millones de euros, siendo el sector industrial más intensivo en innovación. Siete de las 25 empresas que más invierten en I+D del mundo son biofarmacéuticas.
Juega un papel muy relevante en términos de competitividad exterior. A nivel nacional, el valor de las exportaciones de la industria farmacéutica se ha duplicado desde 2005 y supone casi una cuarta parte del valor exportador de los productos de alta tecnología de España. A nivel europeo, el farmacéutico es el sector industrial que más contribuye a la balanza comercial, con un saldo comercial positivo de 101.000 millones de euros.
En definitiva, en España las empresas farmacéuticas representan solo el 0,2% de las empresas industriales del país, pero aportan el 2% del empleo, el 2,2% de la cifra de negocios, el 3,3% del valor añadido, el 4,2% de las exportaciones y el 18,9% del gasto en investigación y desarrollo de los sectores industriales.
En segundo lugar, la utilización de medicamentos innovadores más eficaces que los anteriores puede redundar en un ahorro de costes, tanto públicos como privados, tanto sanitarios como no sanitarios y tanto directos como indirectos, lo que permitirá liberar recursos para otros usos, mejorando la eficiencia del sistema sanitario, impulsando el crecimiento económico y redundando en múltiples beneficios desde una perspectiva social. A continuación, se detallan algunos de los principales hallazgos en este sentido:
El efecto compensación de los nuevos medicamentos se ha producido en la mayor parte de países desarrollados, incluyendo España, y parece ser mayor a largo que a corto plazo. Se estima que, en EEUU, cada unidad adicional de gasto farmacéutico ha generado un ahorro neto de gasto directo sanitario entre 2,3 y 7,2 veces mayor. En nuestro país, un aumento del 10% en el gasto farmacéutico generaría un ahorro neto de 1,1 euros per cápita en el gasto hospitalario. En general, los medicamentos son terapias coste-efectivas, por lo que se trataría de intervenciones eficientes en las que merece la pena invertir. También existen múltiples ejemplos en patologías concretas. Por ejemplo, el consumo de antidepresivos y medicamentos cardiovasculares puede llegar a ahorrar en hospitalizaciones 3,7 veces más que lo invertido en esos grupos de fármacos.
La adherencia al tratamiento no solo favorece la salud del paciente, sino que a menudo también puede generar un ahorro de costes sanitarios directos para el sistema y una ganancia de productividad laboral para el paciente y la sociedad. En España, se estima que un aumento de 10 puntos porcentuales sobre las tasas de adherencia de 4 enfermedades, supondría ahorros de más de 500 millones de euros en costes sanitarios directos.
El uso de medicamentos innovadores, más eficaces, también puede generar ahorros a través de la menor carga de cuidados personales, formales o informales, que requieren los pacientes, gracias al mejor estado de salud que consiguen estos fármacos innovadores. Los beneficios pueden ser especialmente relevantes en patologías relacionadas con las edades avanzadas, como la demencia, la enfermedad de Alzheimer o el Parkinson. Se ha estimado que, si estas partidas se incluyeran en las evaluaciones económicas, el 85% de los ratios de coste-efectividad obtenidos tenderían a ser más favorables o pasarían incluso a demostrar ahorros netos de costes.
La innovación farmacéutica también aporta valor a la sociedad a través de las pérdidas laborales que evita, al mejorar el estado de salud autopercibido y la calidad de vida de los pacientes. Se estima que los medicamentos aprobados entre 2006 y 2010 son responsables de una reducción de 37 millones de días de trabajo perdidos solo en Estados Unidos.
Las vacunas son una de las intervenciones de salud pública más coste-efectivas, con unos beneficios que normalmente superan con creces a sus costes. Por ejemplo, a lo largo de un periodo de 60 años, el beneficio neto de la vacuna contra la polio en Estados Unidos ha sido 6 veces superior a su coste. En España, por cada euro invertido en vacunación infantil se ahorran 22 euros en gastos directos e indirectos.
En tercer lugar, el fin último de los medicamentos es mejorar la salud poblacional. A lo largo de la historia, los medicamentos, junto con los avances médicos y las medidas de salud pública, han cambiado radicalmente la vida de las sociedades modernas, permitiendo que vivan más tiempo y en mejores condiciones. Los avances han sido tan numerosos y relevantes que resulta imposible tratar de aglutinarlos completamente.
Una visión sobre los medicamentos aprobados en 2018-2020 en Europa
Han pasado tres años desde la revisión de literatura que realizamos para elaborar el informe “El valor de los medicamentos desde una perspectiva social”. Para esta actualización de dicho informe, cabe por tanto preguntarse qué tipo de innovaciones farmacéuticas han surgido en este tiempo. Para ello, analizamos los fármacos aprobados entre enero de 2018 y octubre de 2020 por la Agencia Europea del Medicamento.
Observamos que el número promedio de fármacos aprobados anualmente se ha incrementado de manera sustancial, al pasar de 44 en el periodo 1996-2017 a 81 en el periodo 2018-2020. Una parte de este crecimiento se debe al aumento en los biosimilares aprobados, cuya proporción sobre el total ha pasado del 3,4% al 11,1%. Además, han aumentado las autorizaciones condicionales de fármacos, dando idea del cambio que se está produciendo para tratar de acelerar el acceso a fármacos potencialmente innova-dores, pero cuya evidencia es todavía incierta.
Otro elemento a resaltar es el tipo de patologías a las que se dirigen los nuevos fármacos aprobados. En los últimos años, se ha acentuado el foco en la oncología y las enfermedades raras, de modo que si en el periodo 1996-2017 representaban el 26% del total, en 2018-2020 su peso aumentó hasta el 39%. El número de fármacos autorizados como “orphan drugs” por la EMA ha pasado de un promedio anual de 3,4 a 15, cifras que se incrementan sustancialmente si se consideran las terapias dirigidas a enfermedades raras. Dentro de los tumores, la leucemia, el cáncer de pulmón y el cáncer de mama siguen siendo los que acumulan un mayor número de fármacos (un 53% de los fármacos oncológicos autorizados en 2018-2020, frente al 34% del periodo 1996-2017). Las siguientes patologías con mayor número de fármacos aprobados en el periodo más reciente, más allá del cáncer y las EERR, son las enfermedades infecciosas y la diabetes. Las enfermedades cardiovasculares y mentales pierden peso relativo respecto al total de fármacos autorizados por la EMA.
Respecto al tipo de fármacos aprobados, según clasificación ATC1, los agentes antineoplásicos siguen siendo los más comunes, aunque su peso relativo se ha reducido del 29% al 23% del total de medi-camentos autorizados en cada periodo analizado. En 1996-2017, los agentes antiinfecciosos para uso sistémico (antivirales, vacunas) y los medicamentos para el tracto alimentario y metabolismo (diabetes) ocupaban la segunda y tercera posición (con el 17,5% y 15,8%, respectivamente), mientras que en el periodo 2018-2020 los tipos de fármacos más comunes, después de los antineoplásicos, son los fármacos para el sistema nervioso y sistema respiratorio, con el 17,8% y 14,2%, respectivamente.