La colaboración público-privada en España ha tenido que enfrentarse a bulos y defenderse de todo tipo de acusaciones durante muchos años. Y desgraciadamente aún tiene que hacerlo. Se ha llegado a cuestionar la calidad asistencial, la cualificación de los profesionales y hasta las tasas de mortalidad en los hospitales públicos de gestión privada, en comparación con los de gestión directa. Frente a estos debates, siempre he abogado por ser transparente y hacer pedagogía.

Históricamente, el sector privado ha preferido no contar muy alto ni poner encima de la mesa sus estrategias, modelos, planes o acciones por no entrar en un debate público en el que nunca se ha sentido cómodo porque acaba generándose polémica, generalmente para mal. Enfrentar lo público y lo privado, cuando las herramientas de gestión y la capacidad de toma de decisiones son distintas, no tiene sentido. Además, siempre hay personas dispuestas a polemizar antes que debatir, a enviar un tuit antes que a razonar. Y en el sector privado siempre hemos sido de no hablar mucho y que los resultados hablen por nosotros.

Sin embargo, yo siempre he creído que debemos ser más proactivos, tener más presencia, y explicar mejor las cosas. De hecho, como me decía la semana pasada una importante personalidad de Portugal, el sector privado tiene que rendir cuentas, por Ley, ante sus accionistas, a través de auditorías firmadas por expertos independientes, y que, además, son públicas. También desde hace unos años las empresas tenemos que presentar anualmente una Memoria de Sostenibilidad o Informe de la actividad no financiera, junto a las cuentas, en el registro.

Todos los que seguís este blog sabéis que intento dar mi opinión sobre asuntos que casi nunca están exentos de polémica. Y no porque quiera entrar en un debate continuo, sino porque me gusta reflexionar, analizar, hacer pedagogía y dar mi opinión sobre la actualidad informativa, en general relacionada con nuestro sector, y especialmente sobre todo lo que tiene que ver con la aportación que hace la colaboración público-privada a la sociedad, a los ciudadanos, los profesionales, y también a la Administración Pública.

‘La gestión privada de la sanidad pública es una herramienta más que tienen los gobiernos para ofrecer una calidad asistencial excelente y contribuir a la sostenibilidad del sistema’

Hace pocos días, una de las universidades públicas más importantes de España, la Universidad Complutense de Madrid, presentó un informe en el que concluye, por ejemplo, que “los hospitales bajo modelos de colaboración público-privada presentan mejores resultados que la media de los hospitales públicos”; que “la tasa de mortalidad evitable no aumenta ante un mayor porcentaje en la prestación del sector privado”; y que, como es lógico, “la capacidad real del gestor, la personalidad jurídica, el entorno administrativo e institucional, la cultura del centro, las condiciones del contrato y la adecuada supervisión por parte del financiador de la calidad del servicio prestado son los factores que más influyen en el funcionamiento y los resultados de los modelos de colaboración público privados”.

En mi opinión, este estudio es importante porque reafirma lo que ya dijo el Tribunal de Cuentas de la Comunidad Valenciana sobre el modelo de colaboración público privado en Sanidad, analizando los ejercicios desde 2003 a 2016. En ese momento, y siempre en base a datos objetivos e informes de la propia Conselleria de Sanidad, este órgano asesor de la Generalitat Valenciana dictaminó que los indicadores de salud, entre ellos el índice de mortalidad y la esperanza de vida, eran mejores en los hospitales públicos de gestión privada, frente a los de gestión directa. Sus conclusiones, por tanto, contradecían lo que defendían los grupos políticos estatalistas o pro gestión estatal o directa, y que en el momento de la redacción de ese informe estaban en el Gobierno. Puedes leer el informe de la Sindicatura completo aquí.

Creo, sinceramente, que cuando hablamos de temas tan delicados y sensibles como la salud de la población, las opiniones deben ser mesuradas y basarse en datos lo más objetivos posible. Obviamente, se puede opinar en base a criterios personales, creencias o ideología de cada uno. Pero entonces, hay que recalcar que se trata de una opinión personal, y que no se basa en un dato objetivo y contrastado. Después de escuchar durante años cómo se ha dicho que la mortalidad o las complicaciones en un tipo de hospitales es superior a la de otros, sin ningún tipo de dato objetivo y obviando informes como el de la Sindicatura de Cuentas valenciana, leer de nuevo un estudio profesional, firmado por académicos de renombre, que confirman que esto no es así, me congratula. Porque no es cuestión de alegrarse por algo que muchos ya sabíamos, y que sobre todo nuestros pacientes saben. Y es que la gestión privada de la sanidad pública es una herramienta más que tienen los gobiernos para ofrecer una calidad asistencial excelente y contribuir a la sostenibilidad del sistema.

Por eso, con esta entrada a mi blog quiero ayudar a acercar las conclusiones de este informe, pero sobre todo la importancia de la transparencia y la pedagogía del modelo al mayor número posible de ciudadanos.

También es un buen momento para exigir a los gobiernos y las administraciones regionales más transparencia, informes periódicos y la exposición pública de los indicadores asistenciales, listas de espera y encuestas de satisfacción a la sociedad. Además de demostrar que no hay nada que ocultar es, sin duda, la mejor forma para planificar cambios y abordar con valentía y datos objetivos aquellas áreas susceptibles de mejora. Los portavoces públicos deberían recordar también que, con sus valoraciones subjetivas, están cuestionando la profesionalidad de los sanitarios y su vocación de servicio.

Independientemente de los modelos de gestión, yo apuesto por la transparencia y la pedagogía. Como ciudadano que pago mis impuestos y que acudo a la sanidad pública cuando la necesito, estoy plenamente comprometido con su futuro. Entre todos, tenemos que promover una sanidad pública de excelencia, transformadora, innovadora y sostenible, en la que se puedan hacer comparaciones, en la que el benchmarking sea algo normal, y en la que todos podamos elegir, en base a los indicadores que a cada uno nos parezca. Siempre con transparencia.

Artículo publicado en: albertoderosa.es