Tribuna de opinión publicada en el diario Expansión el 28 de septiembre de 2022
La pandemia ha sido una tragedia global de la que todos deberíamos haber aprendido. Sin embargo, no es esa la impresión que tienen los ciudadanos, dada la situación actual de hospitales y centros de atención primaria, y hace más necesaria que nunca la toma de decisiones valientes y eficaces, para garantizar la sostenibilidad de la Sanidad a medio y largo plazo.
Antes del COVID, ya había presiones sobre la evolución de los costes por el envejecimiento de la población, el aumento de la cronicidad y la incorporación de tecnología y escasez de profesionales. Ahora, a raíz de la pandemia, a los problemas antes citados hay que añadir el reto de hacer frente a las mayores listas de espera de la Historia, importantes retrasos diagnósticos, que ya están poniendo en peligro la vida de muchos pacientes, y una Atención Primaria ahora sí, totalmente sobrepasada por la falta de organización y desatención histórica de este nivel asistencial, a pesar de que es clave para la salud y el bienestar en los ciudadanos.
“Es necesario planificar mejor las plantillas para el futuro”
En mi opinión, hay tres claves para afrontar con éxito los retos del sector sanitario a corto y medio plazo. Primero, tenemos que invertir más en recursos humanos, y ante la falta generalizada de profesionales en toda España, es necesario planificar mejor las plantillas para el futuro, empezando por las plazas en las universidades y la oferta MIR. Además, hemos de introducir elementos de flexibilidad e incentivación, que permitan aplicar una política de recursos humanos moderna.
En segundo lugar, debemos asumir que la tecnología es indispensable para el presente y el futuro de la Sanidad, que la telemedicina ha llegado para quedarse, y que las aplicaciones y dispositivos para monitorizar a los pacientes en remoto tienen cada vez más importancia. La Sanidad del futuro nos pide que cuidemos al ciudadano cuando está sano y le curemos lo antes posible cuando está enfermo.
Por último, es fundamental apostar por mejorar la gestión de los recursos sociosanitarios, tanto públicos como privados, y por reforzar la colaboración entre ambos. Porque el sistema público necesita al privado. El papel que estamos jugando las organizaciones sanitarias, como el grupo sanitario Ribera, con acuerdos con las administraciones públicas y las aseguradoras, es clave para poner a disposición de los financiadores públicos y privados una provisión sanitaria de alta calidad y eficiente. La respuesta al COVID hubiera sido imposible sin la colaboración entre ambos, pese a que algunos aún insisten en enfrentar posturas, como se demuestra con el anteproyecto de la Ley de Equidad, Universalidad y Cohesión del Sistema Nacional de Salud (SNS). Hay quien prefiere no ver el elefante en la habitación.