Desde las instancias responsables de salud de las diferentes administraciones sanitarias se postula reiteradamente por la presencia de la salud en todas las políticas. La OMS lo promueve en sus documentos Health in all Policyes y el más reciente, One Health.
Satisfacer el derecho a la protección de la salud no es una responsabilidad únicamente de las autoridades sanitarias. De todos es bien sabido que la salud de las personas depende de muchos factores de influencia ligados a las políticas y a sus resultados allí donde nacemos, vivimos y envejecemos. Le hemos llamado “código postal” por analogía con otro de los determinantes de la salud como es el código genético. No obstante, cuando se habla de problemas de salud, se acostumbra a poner un mayor acento en aquello que atañe a la atención sanitaria, cuando esta solo contribuye en un 20%.
Según el Population Health Institute de la Universidad de Wisconsin, el 80% de los determinantes de la salud no dependen del sistema sanitario. Van desde el medio ambiente, a las conductas relacionadas con la salud, pasando por los factores socioeconómicos. Ello debería suponer que la salud ha de estar más allá de la responsabilidad de un único Ministerio o Consejería.
Vamos a ver algunos ejemplos simples de la relación, en la vida diaria de las personas, con las políticas existentes que pueden afectar a su salud y que no son competencia de las autoridades sanitarias.
Empecemos por tener acceso a una vivienda donde vivir y que esta reúna las condiciones de salubridad nos va a marcar el inicio del recorrido que vamos a hacer. De ello va a depender cómo regulemos la protección social de acceso a la vivienda, por un lado, y las licencias de habitabilidad, por otro.
A la condición de vida de la vivienda le añadiremos la de una alimentación segura y accesible con la que iniciar el día, todo ello acompañado de unos buenos hábitos.
Vamos después a desplazarnos para ir al trabajo, a la escuela o recibir alguna atención. Las políticas de movilidad van a redundar en nuestra forma física y en la salud medioambiental. Cuando hablamos de políticas de seguridad vial y su impacto en las muertes evitables intervienen no solo las medidas establecidas por las autoridades de tráfico, sino también las establecidas para la fabricación de automóviles como la obligación de dotarlos de airbag o los requisitos que debe cumplir un casco para motoristas. Y no digamos los aspectos ligados a la protección medioambiental exigibles a la motorización de los vehículos.
Si somos población escolar, las políticas educativas que tengan en cuenta el fomento aplicado de los hábitos saludables serán contribuyentes a una buena salud de los niños y los jóvenes. Como también lo es el fomento de la lectura y el acceso a la cultura en general y a la actividad física en particular. Abrir los patios de las escuelas los fines de semana a los niños de los barrios donde estas se encuentran, como se hace en alguna comunidad autónoma, y disponer de amplios espacios verdes o de rutas peatonales saludables son políticas que han de ser eficaces para combatir el sedentarismo. También van a contribuir las políticas de conciliación laboral.
‘Satisfacer el derecho a la protección de la salud no es una responsabilidad únicamente de las autoridades sanitarias’
Disponer de empleo es también una política de salud condicionada a las políticas económicas y la contribución de estas, junto a las de educación, a los determinantes socioeconómicos.
Si somos tributarios de una prestación social huelga decir que su accesibilidad y eficacia van a paliar los efectos de la enfermedad o bien van a evitarla.
Tenemos que decir, no obstante, que muchas de las políticas impulsadas por las administraciones incluyen, si no en su justificación, sí en sus consecuencias, referencias a sus efectos sobre la salud. Pero aún falta evaluar el impacto esperado de esas políticas sobre la salud de forma agregada, como gobierno y haciéndolas públicas con sus oportunos indicadores para legitimar el discurso de “Salud en todas las políticas”. En algunas comunidades autónomas se han establecido mecanismos de actuación de sus gobiernos para la identificación, seguimiento y abordaje de los determinantes de la salud en sus políticas públicas, que vienen a suponer un “test salud” de esas políticas. La coordinación de esas actuaciones interdepartamentales recae en las consejerías de salud.
Notamos a faltar, no obstante, una instancia transversal en los gobiernos, del Estado y autonómicos, responsables de la agregación de las políticas y de la evaluación del efecto sistémico sobre la salud que muchas de ellas tienen. Para la futura Agencia de Salud Pública puede ser una oportunidad.
Sería aconsejable que esa evaluación estuviera incorporada, desde el inicio, en los marcos normativos que sustentan las políticas. Del mismo modo que muchos acuerdos de gobierno deben ir acompañados de una memoria económica, podríamos acompañarlos también de una memoria del impacto esperado en salud y de cómo y cuándo. Algunas experiencias se han dado ya en nuestro país.
Los indicadores de impacto en salud de todas las políticas, como elemento indispensable de la evaluación, deben sustentarse en la oportuna información. Para ello se requiere un esfuerzo importante, para establecer unos ámbitos comunes entre todos los ministerios o todas las consejerías en el caso de los gobiernos autonómicos. Así mismo, cabe establecer la métrica adecuada en cada caso, los mecanismos de recogida, almacenaje y difusión de la información todo ello atendiendo a valorar la complejidad que supone lo que estamos diciendo.
En algunas comunidades autónomas se han establecido mecanismos de actuación de sus gobiernos para la identificación, seguimiento y abordaje de los determinantes de la salud en sus políticas públicas, lo que viene a suponer un “test salud” de esas políticas. La coordinación de esas actuaciones interdepartamentales recae en las consejerías de salud.
Las políticas de vivienda, urbanismo, consumo y alimentación, movilidad, empleo ocio y cultura, escuela y enseñanza, protección social y cuidado de los mayores, son tan políticas de salud como la vacunación. Aceptado muy ampliamente lo dicho, seguramente ganaríamos en eficiencia y eficacia con un abordaje de las actuaciones más agregado, más sistémico y más de gobierno. Salud en todas las políticas es una buena intención que debe alcanzar una buena materialización explicable por actuaciones, pero también por resultados.