La medicina basada en el valor, concebida como un modelo estratégico disruptivo, busca redefinir la atención médica, colocando en el centro la obtención de resultados significativos para los pacientes con un manejo óptimo de los costos. Este enfoque innovador se sustenta en tres pilares fundamentales: la medición de resultados de salud enfocada en el valor para los pacientes, la organización de la práctica asistencial alrededor de procesos o condiciones clínicas específicas, y el cálculo de costos por paciente a lo largo de todo el continuum de atención.
La transición hacia la medicina basada en el valor implica un cambio de paradigma sustancial, abandonando el tradicional modelo fragmentado basado en el pago por actividad y volumen. Este nuevo enfoque pretende integrar la atención de manera integral y coordinada, con una atención especial a las preferencias y necesidades del paciente. Sin embargo, este proceso se enfrenta a una serie de desafíos que requieren una atención minuciosa.
Uno de los principales obstáculos es la limitada disponibilidad de sistemas de información capaces de recopilar e integrar datos de manera sistemática. La medición precisa de resultados de salud centrados en el valor demanda herramientas tecnológicas avanzadas, cuya implementación conlleva una inversión sustancial. La creación de una infraestructura tecnológica sólida se presenta como un reto financiero significativo que debe ser abordado para llevar a cabo esta transición.
‘El liderazgo débil de las autoridades sanitarias puede ralentizar la adopción de la medicina basada en el valor a nivel nacional e internacional’
Asimismo, el cambio cultural necesario para adoptar la gestión por procesos en lugar de un enfoque fragmentado por proveedores y servicios constituye un desafío sustancial. La resistencia al cambio, tanto por parte de los profesionales de la salud como de las instituciones, puede obstaculizar la transición hacia un modelo más integrado y centrado en el paciente.
La falta de actividades formativas y campañas divulgativas emerge como otro factor que complica la implementación de la medicina basada en el valor. Es imperativo que, tanto los profesionales de la salud como los pacientes, comprendan la necesidad y los beneficios de centrar la atención en el valor. La educación continua y la concienciación son componentes clave para superar esta barrera.
Finalmente, el liderazgo débil de las autoridades sanitarias puede ralentizar la adopción de la medicina basada en el valor a nivel nacional e internacional. Se necesita un compromiso sólido y una dirección clara para impulsar los cambios necesarios en políticas y prácticas que permitan la transición hacia un modelo centrado en el valor.
A pesar de estos desafíos, la medicina basada en el valor presenta oportunidades significativas para mejorar la eficiencia y la calidad de la atención médica. Superar estas barreras requerirá un esfuerzo conjunto de gobiernos, instituciones de salud, profesionales y pacientes. Solo a través de una colaboración integral y un compromiso compartido se podrá avanzar hacia un sistema de salud más centrado en el valor y, en última instancia, más satisfactorio y efectivo para todos. La transformación de la atención médica hacia la medicina basada en el valor no es simplemente una opción, sino un imperativo para el futuro de la salud global.
Iñaki Alegría