En los últimos dos-tres años cada vez se habla más de un “nuevo” concepto llamado One Health o “una sola salud”, pero sin que generalmente se entienda a qué se refiere y para qué sirve. Igual, un pequeño repaso histórico nos ayudará entenderlo un poco mejor. De dónde viene, su evolución y cómo se debería abordar en el presente.
A pesar de que desde la Antigua Grecia se habla de la importancia y el impacto para la salud de todos los factores que rodean al paciente, la medicina moderna se ha enfocado y ha destinado recursos casi en exclusiva hacia la patología física humana y, en consecuencia, en la especialización de su diagnóstico y en el desarrollo de tratamientos, cada vez más sofisticados y precisos. Esto ha sido un gran acierto para conseguir tratar cada vez más y mejor las patologías y conseguir una prolongación de la vida a través de una cronicidad controlada. Pero, se nos ha olvidado por completo la prevención y, sobre todo, la preservación de la salud.
Por esto, creo que deberíamos parar y recordar las palabras de Claude Bourgelat, el fundador de la primera escuela de medicina veterinaria, que en 1777 afirmaba: “Hemos comprobado la estrecha relación que existe entre la máquina humana y la máquina animal; dicha relación es tal que la medicina humana y la medicina animal se instruirán y perfeccionarán mutuamente el día que, libres de un prejuicio ridículo y funesto, dejemos de pensar que nos rebajamos y envilecemos estudiando la naturaleza de los animales, como si esa naturaleza y la verdad no fuesen en todo momento y en todo lugar dignas de ser exploradas por cualquiera que sepa observar y pensar”.
Curiosamente, la aparición de la enseñanza reglada de la medicina veterinaria en 1762 y el posterior reparto de competencias políticas entre Sanidad y Agricultura ha sido el punto de partida del distanciamiento entre las dos vertientes de la medicina, considerándose de manera equivocada que “la Veterinaria” no tiene nada que aportar a la sanidad. Y el alejamiento es tal, que incluso en España se eliminó la palabra “medicina” o “médico” cuando se refieren a los veterinarios. Cosa que, en la mayora de idiomas o en otros países hispanohablantes no ocurre.
Pero, este enfoque casi exclusivo hacia la medicina asistencial humana ha conducido a que hoy haya dos entornos casi estancos impidiendo el intercambio de experiencias, visiones, ideas y, en definitiva, la colaboración y la penetración de la innovación en prevención y predicción de las enfermedades.
En el principio del siglo XIX apareció el concepto de “patología comparada” introducido por el médico francés Pierre Rayer, que posteriormente permitió poner las bases modernas de la “biopatología comparada”. Y a finales del mismo siglo, Rudolf Wirchow, médico patólogo alemán, acuñó el término “zoonosis” para definir una enfermedad infecciosa que se transmite entre humanos y animales, siendo considerado hoy el padre del concepto One Health, a pesar de que, por aquel entonces, lo llamaron “One Medicine”. Voy a citar también sus palabras porque desgraciadamente, se tienen muy poco en cuenta: “Entre la medicina humana y la medicina veterinaria no existen líneas divisorias, ni deben existir. El objeto es diferente, pero la experiencia obtenida constituye la base de toda la medicina”.
A pesar de muchos intentos de colaboración durante el siglo XX, el gran cambio en este concepto aparece en 2004 cuando la Wild Conservation Society publica la declaración de “Los doce principios de Manhattan”, donde se presenta un método holístico para prevenir las enfermedades epidémicas y epizoóticas respetando los ecosistemas y buscando el beneficio para la salud humana, para los animales domésticos y para la biodiversidad del mundo entero. En esta declaración se acuña el término “One World, One Health” o “un mundo, una sola salud”.
Y este es el punto de inflexión en el término y concepto actual que, posteriormente se extendió mundialmente por la alianza formal de 2008 entre la OMS, FAO y OMSA, con el apoyo de UNICEF, UNSIC y del Banco Mundial, documento que en octubre de 2008 fue adoptado por más de 100 países en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Sham el Sheij. En este documento se acuñó el término “One Health” definitivamente, presentando una estrategia para aplicar el concepto a las enfermedades infecciosas emergente. Es digno de mencionar que, a esta alianza formal, también se sumó el año pasado el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En estos últimos 15 años ha habido mucha evolución de este término, apareciendo por el camino también el concepto “One Welfare” o “un solo bienestar” con la intención de llamar la atención sobre la salud mental y los problemas socioeconómicos que impactan en la salud, pero finalmente, a día de hoy se reconoce el One Health como un concepto integrador para todos los determinantes de la salud, considerandos One Welfare como parte de One Health por esta necesidad de un solo concepto holístico integrador que permita la colaboración interdisciplinar.
A pesar de que todavía hay mucho por hacer en la atención asistencial y que los retos del siglo XX no han sido por completo conseguidos (principalmente, universalidad y equidad en la medicina asistencial humana), la realidad se complica y no podemos obviar que el siglo XXI nos coloca ante unos enormes desafíos que deben ser abordados con urgencia.
La amalgama de retos climáticos, de contaminación, de alimentación, de la irrupción sin precedentes de las enfermedades emergentes y reemergentes (la inmensa mayoría zoonóticas), la gran movilidad internacional de personas, animales y mercancías, la adaptación de especies en nuevos territorios (muchos vectores o reservorios de enfermedad), la pérdida sin precedentes de la biodiversidad, un cambio demográfico importante y de prioridades sociales, la irrupción masiva de los animales de compañía en los hogares, la imperiosa necesidad de sostenibilidad en sanidad (económica, recursos humanos, emisiones, etc.) hace que la gestión de la sanidad y la definición de los “sanitario” y de la “medicina comunitaria” sea mucho más compleja, y, por lo tanto, necesita con urgencia diseñar y aplicar un nuevo modelo de gestión con una colaboración real interdisciplinaria entre la salud humana, salud animal y la salud medioambiental, cambiando la prioridad hacia la prevención de la patología y, sobre todo, en la preservación de la salud. Y esto va mucho más allá de la “colaboración interdisciplinaria” en antibiorresistencia y las enfermedades infecciosas o de un cuño en las jornadas.
Para el futuro sostenible de la sanidad es imprescindible que el concepto One Health sea implementado como la columna vertebral en la gestión y los procesos del sistema sanitario y que no se use solo como un adorno moderno para decorar una tarta precocinada en base a la receta del siglo XX.
Desgraciadamente, constato con tristeza que, a raíz de todo el sufrimiento del sistema sanitario, económico y social por una enfermedad zoonótica durante la pandemia de la COVID-19 no hemos aprendido lo suficiente para que One Health sea una prioridad en la gestión de la salud en todas sus facetas, vertientes y latitudes.
En cambio, veo un nuevo resurgimiento del “My Health”, traduciéndose equivocadamente en “una sola salud, la humana” … y el resto sigue sin importar. No tenemos nada presente que los grandes cambios sociales a lo largo de la historia han sido producidos por pandemias zoonóticas. Y en este siglo ya hemos tenido ocho, todas zoonosis.
¿Cómo se puede entender que, en el contexto actual, con tantos desafíos, aparezca el termino salud global que trabaje solo la salud humana de manera transfronteriza y que no sea una continuación de aquel “One World, One Health”?
Sin la integración real de la salud animal y la salud medioambiental en la construcción de las políticas del sistema sanitario, en la innovación y en su gestión, este no será sostenible y se romperá ante tantos factores distorsionantes, que finalmente, conducirán a grandes tensiones en el sistema asistencial humano.
El concepto One Health ya no es solo una filosofía, ni un capricho, sino una imperiosa necesidad en la gestión para conseguir la sostenibilidad y la eficiencia de los recursos en todas las políticas.
Delia Saleno