El vínculo entre humanos y animales ha demostrado ser un factor clave en la salud mental, proporcionando apoyo emocional, compañía y estabilidad a personas con diversas afecciones psicológicas. Sin embargo, en los últimos años, se ha observado una tendencia preocupante: la trivialización de la tenencia de animales de compañía como una solución rápida a problemas emocionales, resumida en expresiones como «adopta una mascota». Este artículo analiza la importancia real del vínculo humano-animal en la salud mental, los beneficios probados, y los riesgos de una adquisición impulsiva de animales sin considerar la responsabilidad que implica su cuidado.
El bienestar emocional y psicológico es un componente esencial de la salud pública. Los animales de compañía han sido reconocidos como facilitadores del bienestar, brindando soporte a personas con trastornos como la ansiedad, depresión o el estrés postraumático. No obstante, la creciente comercialización y promoción de la adopción de animales como una “cura instantánea” para problemas emocionales ha generado un impacto negativo tanto en las personas como en los propios animales.
Este artículo explora el vínculo persona-animal en el ámbito de la salud mental, su base científica y los efectos positivos documentados. También se examina la problemática del consumo impulsivo de animales y sus repercusiones éticas y sanitarias.
La ciencia detrás del vínculo humano-animal
Múltiples estudios han evidenciado los beneficios psicológicos y fisiológicos de la interacción con los animales de compañía. Desde siempre, los animales han formado parte de nuestro entorno, pero la entrada dentro de las familias ha marcado un antes y un después en esta relación. Ya no hablamos del animal de la finca o el que tenemos en la azotea, hablamos del animal que duerme e interactúa dentro de la casa con nosotros.
Cuando nos vamos a la evidencia científica, entre los efectos más destacados se encuentran:
Reducción del estrés: la interacción con animales reduce la producción de cortisol y aumenta la secreción de oxitocina, neurotransmisores relacionados con la relajación y el bienestar (Beetz et al., 2012).
Disminución de la ansiedad y depresión: el contacto con un animal puede generar estabilidad emocional y mejorar el estado de ánimo (McNicholas & Collis, 2006).
Fomento de la actividad física: la tenencia responsable de un animal, especialmente perros, promueve rutinas diarias de ejercicio y contacto con el entorno (Christian et al., 2013).
Fortalecimiento del sentido de responsabilidad y propósito: cuidar de otro ser vivo genera hábitos de disciplina y compromiso (Serpell, 1996).
Una caricia, un ronroneo, un lamido, un toparte con la cabeza o simplemente apoyarse en tu regazo del animal de la casa, mejora el día.
A pesar de estos beneficios, debemos tener muy claro que el vínculo humano-animal no es un recurso terapéutico universal ni puede reemplazar intervenciones profesionales en salud mental.
El peligro de la frivolización del vínculo persona-animal
El auge de redes sociales y mensajes simplistas ha promovido la idea errónea de que la adquisición de un animal puede resolver problemas emocionales de forma inmediata. Frases como “adopta un animal para ser feliz” han fomentado una visión utilitarista de los animales, ignorando la responsabilidad que conlleva su cuidado y bienestar. En muchos casos esta ignorancia puede agravar de forma severa los problemas de salud mental ya mantenidos por esta persona.
Las principales consecuencias de esta mentalidad incluyen:
Incremento del abandono: muchas personas adquieren animales sin prever los cuidados, gastos y cambios en su estilo de vida, lo que provoca el aumento en la tasa de abandono (American Society for the Prevention of Cruelty to Animals [ASPCA], 2021).
Deterioro del bienestar animal: mascotas mal atendidas pueden desarrollar problemas de conducta y estrés crónico (Overall, 2013). Ladridos, marcaje inadecuado, agresiones, destrucción de mobiliario son indicios de que el animal no se encuentra en una situación idónea.
Falta de atención a la raíz del problema de salud mental: si bien los animales pueden ser un apoyo, no sustituyen el tratamiento psicológico o psiquiátrico adecuado (Gee et al., 2017). Como, por ejemplo: “como no salgo de casa, un perrito me hará compañía”, las necesidades de socialización, marcaje y exploración de ese animal se ven relegadas a una condena a cadena perpetua dentro de un domicilio o si el problema es de movilidad severo e introducimos un gatito, la falta de higiene necesaria en el arenero o la falta de enriquecimiento ambiental pueden producir problemas graves de salud.
La tenencia responsable como pilar fundamental
Para que el vínculo humano-animal sea beneficioso, es imprescindible fomentar una tenencia responsable basada en tres pilares:
Conciencia sobre las necesidades del animal: cada especie y raza requiere cuidados específicos (O’Haire, 2017). Lo ideal cuando deseamos adquirir a un nuevo miembro de la familia es que preguntemos a nuestro veterinario cercano y nos informemos sobre esas necesidades que son variadas: tiempo, espacio, modo de vida, viajes, otros animales o niños en la familia, recursos económicos y posibles problemas a solventar.
Compromiso a largo plazo: la relación con un animal debe ser considerada con la misma seriedad que cualquier otro compromiso afectivo (Westgarth et al., 2017). Sabemos que la edad media de cada especie varía mucho, así un hamster o una cobaya puede ser un compromiso a 5-8 años mientras que la vida media de un perro o un gato ya sobrepasan en la mayoría de los casos los 15-18 años.
Educación y sensibilización: campañas de concienciación deben reforzar el mensaje de que los animales no son productos de consumo, sino seres sintientes con derechos y necesidades (Arhant et al., 2019). No es tu derecho tener un animal, es tu obligación respetar, cuidar y dar cariño a ese ser vivo que has querido que forme parte de tu hogar.
Iniciativas como las terapias asistidas con animales, bien estructuradas y promovidas desde la responsabilidad con pacientes y animales de trabajo, con equipos multidisciplinares donde veterinarios y especialistas en salud mental trabajen mano a mano, es el futuro para una mejora de estas relaciones e interacciones.
El vínculo entre humanos y animales es un recurso valioso en la salud mental, pero su banalización puede traer consecuencias negativas tanto para las personas como para los animales. Es esencial cambiar el discurso sobre la tenencia de animales, promoviendo una visión informada y responsable, en la que los beneficios sean reales y sostenibles. La clave radica en la educación, el compromiso y el respeto hacia los seres vivos que compartimos nuestro entorno.
Bibliografía
American Society for the Prevention of Cruelty to Animals. (2021). Pet statistics. https://www.aspca.org
Arhant, C., Ferris, C., Nad, S., & Troxler, J. (2019). Attitudes of the Austrian public towards responsible pet ownership—A representative telephone survey. Journal of Veterinary Behavior, 31, 13-24.
Beetz, A., Uvnäs-Moberg, K., Julius, H., & Kotrschal, K. (2012). Psychosocial and psychophysiological effects of human-animal interactions: The possible role of oxytocin. Frontiers in Psychology, 3, 234.
Christian, H., Wood, L., Nathan, A., & Foster, S. (2013). The association between dog ownership, physical activity and health: A systematic review and meta-analysis. BMC Public Health, 13, 1190.
Gee, N. R., Mueller, M. K., & Curl, A. L. (2017). Human–animal interaction and older adults: An overview. Frontiers in Psychology, 8, 1416.
McNicholas, J., & Collis, G. M. (2006). Animals as social supports: Insights for understanding animal-assisted therapy. In Fine, A. H. (Ed.), Handbook on animal-assisted therapy (pp. 49-71). Academic Press.
O’Haire, M. E. (2017). Human-animal interaction and mental health: The role of animal-assisted interventions. Current Opinion in Psychology, 16, 52-58.
Overall, K. L. (2013). Manual of clinical behavioral medicine for dogs and cats. Elsevier Health Sciences.
Serpell, J. (1996). Evidence for an association between pet behavior and owner health. In Serpell, J. (Ed.), In the company of animals: A study of human-animal relationships (pp. 127-146). Cambridge University Press.
Westgarth, C., Christley, R. M., & Christian, H. E. (2017). How might we increase physical activity through dog walking? A comprehensive review of dog walking correlates. International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 14, 62.
Natacha Suárez Rodríguez, Veterinaria clínica y directora de la clínica veterianaria Petxpress