La terapia de alto flujo nació en pediatría y desde allí se extendió al mundo de los adultos. Desde entonces, el avance en el conocimiento de esta terapia revolucionaria es continuo y discurre de forma paralela en estos dos mundos, aparentemente diferentes pero tan similares, como son el niño y el adulto. Los múltiples mecanismos de acción que esta terapia ofrece a los pacientes pediátricos y adultos, la convierten en un tratamiento de amplio espectro de la insuficiencia respiratoria en ambos escenarios de la vida.
La necesidad de una formación continuada en terapias respiratorias no invasivas ha llevado a OXIMESA Nippon Gases a organizar un taller teórico-práctico de terapia de alto flujo en pediatría en el marco de la XLIII Reunión de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica que ha tenido lugar el 6 de mayo en Jerez de la Frontera.
El taller ha sido impartido por el Dr. Salvador Díaz Lobato, Director Médico de Oximesa & Nippon Gases Healthcare, neumólogo y experto en terapias respiratorias no invasivas. “Conocer como se enciende y programa un equipo, en este caso un equipo de alto flujo, es fácil, viene en el manual de instrucciones. Lo importante es saber todo lo que puede ir mal y más importante aún, como solucionarlo”, dice Díaz Lobato.
En palabras del Doctor “cuando las cosas van bien, no hay problemas técnicos, el paciente mejora con el tratamiento, no hay efectos secundarios y la tolerancia es óptima, todos los profesionales aprueban con la máxima nota. Cuando aparecen problemas es cuando se ve de verdad quién conoce la terapia, sabe lo que está haciendo y tiene herramientas para solucionar la situación”.
Durante el taller se han abordado los principales factores que pueden generar diferentes problemas durante el inicio de la terapia con alto flujo en pacientes. Diversos aspectos relacionados con el equipo, la oxigenación, humidificación, tubuladura y las cánulas nasales, así como otros relacionados con el paciente, pueden ser responsables de la aparición de problemas o efectos no deseados que pueden llegar a comprometer la eficacia de la terapia.
La programación correcta de la temperatura, flujo y grado de oxigenación, siempre centrada en las necesidades particulares del paciente; la adecuada selección y colocación de la cánula nasal; la vigilancia de lesiones de decúbito en puntos de apoyo de cánulas y arneses; la monitorización personalizada de la evolución del paciente; las precauciones a tener en cuenta con la alimentación de agua a la cámara humidificadora, la prevención de obstrucciones en el circuito y fenómenos de condensación en la tubuladura; o la detección precoz de secundarismos e intolerancia en los pacientes, son solo algunos de los problemas que se deben tener en cuenta cuando se aplica esta terapia.
El alto flujo, en contra de lo que pudiera parecer a primera vista, no es una terapia simple y es algo más que encender o apagar un equipo. “No olvidemos que lo que condiciona la gravedad de la situación no es la terapia sino las condiciones clínicas del paciente”, finalizó diciendo el Dr. Díaz Lobato.