Al igual que cuando por primera vez conocemos a alguien, nos presentamos, se hace necesario “contaros” quién se encuentra detrás de esta columna, puesto que, tras el discernimiento que escriba, se reflejará mi “currículo de vida”, entendiendo como vida, en este contexto, no solo lo relativo a experiencias formativas, laborales y habilidades profesionales, sino también al continuo que se establece con las experiencias vitales. De ahí que puedan existir tantas formas de discernir como personas existan. Esta visión poliédrica, que he ido adquiriendo con la experiencia de vida, me ha permitido “moldear” mi forma de entender el liderazgo/gestión, ambos necesarios para el éxito de una organización, donde ambas habilidades se han de combinar.
[…] Sentada en mi piedra de pensar, con tan sólo cinco años, soñaba con “cambiar el mundo” […]
De origen de familia obrera, criada en el campo y dotada con una gran capacidad de imaginación y creación, la cual me llevó al catorce de marzo del dos mil veinte.
Ese día, fue el primer momento de mi vida profesional donde sentí que las formas de hacer en salud cambiarían…
En medio de una sala, delante de treinta profesionales sanitarios voluntarios del SESCAM (enfermeros, médicos, fisioterapeutas), un ejército que liderar para proteger la salud de los ciudadanos castellanomanchegos, donde nuestro enemigo se llamaba SARS-COV-2, “el bicho”.
Sentía que era el momento del cambio, debíamos de pasar a un sistema sanitario centrado en el hospitalocentrismo a un modelo de contención a través de unas medidas básicas donde la prevención era el eje donde pivotaba toda acción…
Todas las miradas fijadas en mí, como si yo hubiera tenido las verdades absolutas, por el simple hecho de ser la coordinadora de la Dirección General de Salud Pública, …, pero como gestora enfermera, tenía que hacer que lo creyeran, que todo lo que salía de mi boca era verdad y todos los resultados o consecuencias recaerían en mí. Necesitaban creer en un líder que los guiara y que además les permitiera brillar en aquellas áreas donde disponían de mayor conocimiento.
Yo, la primera; ellos, los segundos; ellos, los primeros y yo, la segunda. Daba igual el orden de las cosas, importaba el resultado, la confianza de unos en otros, la humanidad, el sentimiento de grupo, ninguno de nosotros dejaríamos que el otro se cayera mientras estuviéramos a su lado…
Nos avisaron de que las líneas telefónicas se abrirían dos horas antes de lo previsto… Rápido, una charla con los pocos conocimientos científico-técnicos disponibles en ese momento, en relación al “bicho”; siguió una charla motivacional de valor, capacidad, compromiso, humanidad y colaboración. Nadie preguntaba qué teníamos que decir, únicamente teníamos que gestionar nuestros conocimientos y recursos para poder dar una respuesta eficaz al ciudadano y, sobre todo, que confiaran en nosotros. Nuevamente un paternalismo asistencial, donde la protección de “lo más preciado”, la salud, recaía sobre quienes estábamos detrás de los teléfonos.
Tras una charla con pocos conocimientos científico-técnicos, en relación al “bicho”; siguió una charla motivacional, donde en pocos minutos comenzarían a sonar los teléfonos. Habíamos cambiado el fonendo por el teléfono; el sentido del oído, ahora eran nuestros nuevos ojos, manos, olfato.
‘Detrás de cada llamada, se encontraban personas llenas de miedo y angustia, que buscaban respuestas de salud a través de un nuevo modelo de Atención Primaria’
Detrás de cada llamada, una historia desesperada, un grito de auxilio, al cual tener que dar respuesta. Dudas, miedo, … Tocaba enseñar a gestionar “el cambio”, la intuición, la humanidad, el compromiso, la resiliencia: las mayores armas para comenzar a liderar, a gestionar.
Detrás de cada llamada, se encontraban personas llenas de miedo y angustia, que buscaban respuestas de salud a través de un nuevo modelo de Atención Primaria.
Según la OMS (1978), la Atención Primaria se define como “la asistencia sanitaria esencial basada en métodos y tecnología prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptables, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad, mediante su plena participación y a un coste que la comunidad y el país puedan soportar, en todas y cada una de las etapas de su desarrollo, con un espíritu de autorresponsabilidad y autodeterminación”.
Aquí, es cuando comenzó mi verdadera andadura y aportación como enfermera a través de la figura de coordinadora de la Dirección General de Salud Pública de Castilla-La Mancha.
Aquí, es cuando recordé a esa niña, de cinco años sentada en su piedra de pensar que soñaba con cambiar el mundo.
Tomando como referencia la definición de la OMS, a través de esta experiencia, asistí y contribuí al cambio de la asistencia sanitaria primaria, donde los ejes donde pivotaría serían la digitalización de la prestación asistencial y las relaciones de confianza.
Como enfermera gestora y niña soñadora, he aprendido una forma diferente de hacer las cosas, donde las relaciones humanas son el eje fundamental del liderazgo y de la gestión… Conocer, sentir, oír, intuir, me han permitido poder ordenar los recursos y posicionarlos allí donde los profesionales y la población los necesita.
La confianza, a través del ejemplo, dejando “brillar” a cada persona en “su momento”, y quedar a la sombra para empoderarla y sostenerla hacia su camino de valor para la sociedad. Porque cada uno de nosotros somos genios en una parcela de conocimiento o de saber hacer, y el papel del líder/gestor debe de estar en esa identificación y ponerlo a disposición de la sociedad. Porque, si en el mundo somos unos ocho mil millones de personas, hay unos ocho mil millones de genialidades que nos permitirán continuar liderando y gestionando un mundo que gire alrededor del bienestar y la salud. Porque liderar/gestionar es ser capaz de ver en lugar de mirar; escuchar en lugar de oír; humanizar en lugar de cosificar.
Y ahora, siento que esa niña sentada en “su piedra de pensar”, ha dejado de soñar para comenzar a ejecutar todo aquello que la profesión enfermera le ha puesto a su disposición.
Julia María Ruiz Redondo, Inspectora enfermera. Consejería de Sanidad de CLM.
juliamruiz@jccm.es