En las últimas semanas varios han sido los titulares relativos a: ¿ha sido el 2024 el verano de las zoonosis? Ante este interrogante, se han sucedido entrevistas en medios de comunicación especializados y no, y todos coincidían en un mismo factor precipitante, el aumento generalizado de las temperaturas, no en concreto por ser este verano uno de los más calurosos de la última serie de 5 años, porque, no lo ha sido, sino por el aumento progresivo de la temperatura media de la Tierra, que es ahora 1,1ºC más elevada que a finales del siglo XIX, más elevada en términos absolutos que en los últimos 100.000 años. La evidencia científica, evalúa como alta, la certeza que vincula la temperatura exterior alta con el aumento de morbilidad en la población humana; pero no solo se proyecta en estas últimas, sino que se están registrando un aumento progresivo de enfermedades infecciosa sensibles al clima, otra amenaza emergente, con una previsión, por parte de los científicos, de un alza hacia el norte de Europa, causando una mayor carga de enfermedad.

Pero … ¿qué son las zoonosis?

Las zoonosis son enfermedades que se transmiten de los animales vertebrados al ser humano. Con ellas nos referimos a: campilobacteriosis, salmonelosis, listeriosis, infección por cepas de escherichia coli productoras de toxina, tuberculosis, brucelosis, triquinosis, hidatidosis, yersiniosis, toxoplasmosis, rabia, fiebre Q, fiebre del Nilo Occidental, turalemia. Muchas de ellas, como la rabia, son conocidas desde hace miles de años. Otras, sin embargo, como la leptospirosis, han sido identificadas más recientemente (principios del siglo XX). La epidemiología de estas enfermedades, cuyo agente etiológico puede ser un virus, una bacteria o un parásito, es muy variada. Algunas son trasmitidas por contacto directo con otro caso o con el animal infectado, otras por contacto indirecto a partir de material contaminado, a través de vectores o por consumo de alimentos. Asimismo, la sintomatología y gravedad es muy variable, llegando algunas a producir la muerte de las personas afectadas. Las personas que mantienen un estrecho contacto con los animales y sus productos, como los ganaderos, veterinarios, manipuladores de canales o dueños de mascotas, presentan un mayor riesgo de padecer este tipo de enfermedades, así como todos aquellos individuos cuyo sistema inmunitario está menos desarrollado o debilitado, como es el caso de los niños o los ancianos. En la actualidad, la mayoría de las enfermedades zoonóticas pueden controlarse mediante la aplicación de las medidas preventivas adecuadas, para lo cual es fundamental que las autoridades responsables de la salud pública y la sanidad veterinaria mantengan una estrecha colaboración.

Pero en este artículo de reflexión, traigo a un actor muy conocido por todos nosotros, y que aumenta su presencia, en periodos más cálidos, convirtiéndose en “seres” verdaderamente molestos para el ser humano. Hablamos de los mosquitos. Sí, han leído bien, los mosquitos tienen una importancia sanitaria, poco visibilizada, aunque cada vez “toma más relevancia” en el concepto de “una única salud”, solo nos acordamos de ellos cuando aumentan su presencia, coincidente con periodos más cálidos, ya que las altas temperaturas favorecen su reproducción y desarrollo, […] imbricando con el aumento global de la Tierra. Muestra de ello, es el número de alertas de salud pública activas, en el momento actual en España, relacionadas con vectores: casos humanos por Fiebre el Nilo occidental, Fiebre Hemorrágica de Crimea Congo, presencia de Aedes aegypti en las Islas Canarias y casos autóctonos de enfermedades transmitidas por este en España.

Vamos a “refrescar la mente”, sobre una familia en concreto, de especial relevancia sanitaria: la familia Culicidae: son insectos holometábolos. En sus estados inmaduros necesitan agua para subsistir, mientras que la fase adulta representa la etapa aérea, principalmente destinada a la reproducción. Son los vectores mejor conocidos de agentes patógenos causantes de enfermedades infecciosas, y los principales transmisores pertenecen a los géneros Aedes, Anopheles y Culex: brotes relacionados con arbovirus como DENV (virus del dengue), ZIKV (virus del Zika), YFV (virus de la Fiebre Amarilla, en su ciclo urbano) y CHIKV (virus del Chikungunya, afectan las zonas donde están presentes las especies Ae. aegypti o Ae. Albopictus.

La distribución de las especies de mosquitos, y como consecuencia, la de los patógenos transmisores de enfermedades a ellos asociados, se ve afectada por algunos factores como el cambio climático, las modificaciones ambientales antrópicas, el transporte, las actividades comerciales y las conductas humanas, entre otros. Las temperaturas, como he ido desarrollando, es uno de los factores ambientales potenciales que vienen afectado a las dinámicas de transmisión de estas enfermedades: ciclos de los patógenos tanto en el mosquito como en los seres humanos y otros huéspedes o reservorios. Algunos factores antropogénicos como la densidad de población, el uso de la tierra, los viajes, las migraciones y el comercio internacional pueden crear nuevos hábitats adecuados para el establecimiento de algunas especies de mosquitos. Además, otros factores como la presencia de hospedadores o reservorios, rutas de aves migratorias o hábitats particulares como los humedales contribuyen a la dinámica de los mosquitos. Pero no seamos alarmistas, en el mundo existen 3698 especies de mosquitos y, sin embargo, no todas ellas son vectores comprobados de patógenos que causan enfermedades. Para que un mosquito pueda transmitir un virus, es necesario que sea genéticamente competente, lo que se denomina competencia vectorial.

‘En el mundo existen 3698 especies de mosquitos y, sin embargo, no todas ellas son vectores comprobados de patógenos que causan enfermedades’

Los mosquitos, en especial de los géneros Aedes y Culex, son los principales vectores de arbovirosis a nivel mundial. En esta reflexión en concreto y al hilo de la misma, voy a poner el foco en una de las familias, que tienen especial importancia sanitaria: flaviviridae. Los flavivirus (del lat. flavus: «amarillo») es un género de virus ARN con envoltura. Las enfermedades causadas por estos son un tema de gran preocupación para la salud pública en todo el mundo: la fiebre amarilla (YFV) y la encefalitis de Saint Louis (SLEV), fiebre del Nilo Occidental (WNV) y Zika (ZIKV). La vía principal de transmisión de estas flavivirosis es a través de la picadura de un mosquito vector. Asimismo, en los últimos años se han descrito numerosos flavivirus específicos de insectos (ISF), es decir, virus que no pueden replicarse en células de vertebrados. Se ha visto cómo la coinfección de flavivirus patógenos y flavivirus específicos de insecto puede alterar la capacidad vectorial de los mosquitos, y en consecuencia la transmisión de las enfermedades. Por este motivo resulta importante conocer la presencia y distribución de los flavivirus que infectan los mosquitos presentes en nuestro país: un reto actual en que se está trabajando desde el enfoque de “una sola salud”.

Actualmente, el flavivirus que representa la mayor amenaza a nivel mundial es DENV (virus del Dengue) con sus cuatro serotipos (DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4). La infección por un serotipo produce inmunidad permanente contra la reinfección por el mismo; sin embargo, la infección sucesiva con dos serotipos diferentes es un factor de riesgo para desarrollar las formas graves de la enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 2500 millones de personas en más de 100 países corren el riesgo de contraer dengue.

A lo largo de esta reflexión en la que me ha acompañado, querido lector, hemos establecido un relato suficiente en el que se deja “entrever” que la situación no es algo nueva, sino que viene de un largo camino, pero que es ahora, cuando somos más consciente del impacto que se está produciendo sobre la salud en su conjunto de los ecosistemas humanos. No es tarde para contener el impacto, pero la inacción en este momento podrá tener repercusiones mayores sobre la salud humana.