A diario en los hospitales de todo el mundo se escuchan llantos de vida, llantos de despedida, risas cómplices y gritos de dolor; a diario en nuestros hospitales se vive, se goza, se siente, todo ello intensamente. Vida en estado puro, sin distractores, sin filtros ni retoques. La O.M.S.[1] define la salud como “el estado de bienestar físico, mental y social; y no la mera ausencia de enfermedad” y es este concepto de salud integral el que nos encontramos en nuestros centros sanitarios. Porque las personas que a ellos acuden no solo han visto mermada su salud en la dimensión física, caer en ese reduccionismo sería extremadamente peligroso y ciego a la realidad.
Son personas, las que se acercan con un deterioro en su salud y también son personas, las que se enfrentan a ese deterioro a través de sus conocimientos, de la tecnología disponible y de los cuidados. Es en estos tres parámetros en los que como consecuencia de la evolución del conocimiento científico y tecnológico el transhumanismo hace su aparición en la década de los 60 de la mano de profesor Fereidoum M. Esfandiary.
Transhumanismo
El transhumanismo es un movimiento científico, cultural e intelectual que considera un deber ético transformar la condición humana mejorando sus capacidades tanto físicamente como psicológica e intelectualmente[2]. No solo desean un hombre sin condicionantes o con capacidades potenciadas, sino que admiten la posibilidad de nuevos seres diferentes que trascenderían al propio ser humano[3].
El sector sanitario es una actividad de alta tecnología y la nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información, ciencia cognitiva[4], realidad virtual, inteligencia artificial, big data, transferencia mental y criónica; están ya aquí, son una realidad en el día de hoy y han venido para quedarse. Máxime cuando hay muchos ámbitos de aplicación de las mismas; el Departamento de Defensa de los Estados Unidos están invirtiendo fuertes cantidades de dinero en las investigaciones que entienden les podrían dar grandes ventajas en sus operaciones tácticas con “supersoldados”[5].
En 1999 la Asociación Mundial Transhumanista escribe el Manifiesto Transhumanista colándose en nuestras vidas de forma prácticamente constante a través de los video juegos, las películas, la literatura y el arte. Sin cuestionar los principios morales, los valores y la visión del mundo que se sostiene desde las propuestas transhumanistas. Las tecnologías de perfeccionamiento humano estarían desproporcionadamente al alcance de los que más tienen, incrementándose la desigualdad y llegando a crear incluso una “brecha genética”[6].
¿Cuál es la situación hoy?
El futuro es hoy, los aspectos más futuristas del transhumanismo están mucho más cerca de lo que pensamos. Ya existen personas que han sido reconocidas legalmente como ciborgs[7] como es el caso de Neil Harbisson; muchos de nosotros llevamos implantes de titanio y otros materiales, lentes intraoculares, implantes, etc. elementos todos ellos que mejoran nuestras capacidades, nuestra calidad de vida o resuelven en gran medida nuestras patologías.
Hay importantes compañías sanitarias que ya están utilizando bots como asistentes en psicología, o para realizar el triaje en los hospitales. La Inteligencia Artificial ya se está utilizando para el diagnóstico de determinadas patologías, especialmente en radiodiagnóstico. Las limitaciones para que, utilizando un sistema robótico de apoyo a la cirugía, se realice la misma con el paciente en un extremo del planeta y el cirujano en el otro, son estrictamente de índole legal ante la “caída” fortuita de Internet. Los avances en telemedicina y telemonitorización son trepidantes, prácticamente a diario se producen revolucionarias mejoras en los mismos. Las nanomoléculas y la genómica ya están siendo utilizadas en las denominadas terapias avanzadas y de precisión, con un costo elevadísimo.
Los avances tecnológicos son una ola difícil de contener, la velocidad a la que todo se produce hace que los Estados sean incapaces de legislar al ritmo que marcan los tecnólogos, y la sociedad en su conjunto se limita a ser mero consumidor; pues la reflexión y la valoración del alcance de los cambios, se realiza en la mayoría de las ocasiones a posteriori.
“Combinar desarrollo tecnológico, y experiencia de paciente es el reto de la sanidad contemporánea y futura”
¿Qué sucede con los conocimientos? Las facultades de medicina y enfermería en nuestro entorno cultural no se están adaptando a la realidad actual, la IA[8] supondrá un cambio absoluto en la práctica asistencial. Por otra parte, la práctica quirúrgica se ve constantemente mejorada con las nuevas tecnologías, reduciendo sustancialmente los tiempos quirúrgicos, los tiempos de ingreso y las complicaciones periquirúrgicas.
Por otra parte, bastante tiene nuestro maltrecho sistema sanitario para sacar adelante las cada vez más exigentes demandas asistenciales de las poblaciones a las que atiende, como para pensar en la “potenciación o mejora” de capacidades. Cosa muy distinta es qué sucede fuera del sistema, qué sucede en entornos donde exclusivamente tenga cabida lo legal y económicamente rentable.
Los Cuidados y la Experiencia de Paciente
El fundador de Amazon, Jeff Bezos afirma que la cuestión no es saber qué va a cambiar en los próximos diez años, sino conocer qué va a permanecer constante.
Los cuidados son un elemento que ha permanecido constante a lo largo de los siglos en el sector sanitario. No siempre podemos curar, pero siempre podemos cuidar. Por consiguiente, una de las cuestiones clave para el futuro es la prestación de cuidados, pero unos cuidados donde la humanización sea el elemento diferenciador de la experiencia que vivan las personas a las que tratamos de mejorar la salud, física, mental y social.
Hablar de transhumanismo y alta tecnología en un planeta donde aún el 50% de la población mundial carece de una instalación sanitaria adecuada, según la O.M.S., o donde el lugar de nacimiento (incluido dentro de un mismo país) determina de forma tan importante tu esperanza de vida[9]. Requiere de una reflexión en la que nos planteemos algunos aspectos de base. En una realidad sistémica solo la búsqueda de la equidad como paradigma de las relaciones humanas, que no se vea reducida a la asistencia social, sino que envuelva las relaciones políticas, económicas y científicas, tiene sentido. Solo un desarrollo científico y tecnológico al servicio de la “revolución de la ternura” podrá ser una pieza clave en la felicidad de las personas, una felicidad que solo se experimenta como don de armonía entre las personas. Si los avances tecnológicos generan desigualdad, inequidad y exclusión, nos encontramos ante una nueva estructura de poder y genocidio intolerable. La tecnología puede llegar a ser una herramienta exterminadora de primer nivel, desplegando planetariamente una mucho mayor inequidad.
El mayor “descarte” social se pude producir en el escenario tecno-económico que no tiene en el centro a la persona, sino los “subproductos del ser humano” (como puede ser a través del big data).
La solidaridad, la fraternidad, la equidad, no es una respuesta automática y espontánea, sino que parte de la decisión del ser humano. Hay que actuar, el movimiento, la decisión y la acción son inequívocamente voluntarios y libres; por lo que, si no se reflexiona, se planifica y se actúa, jamás surgirán de forma súbita.
Combinar desarrollo tecnológico, y experiencia de paciente es el reto de la sanidad contemporánea y futura. Donde los profesionales hiper-especializados, unos equipos tecnológicos de alta complejidad y unas realidades tecnológicas tan potentes e imparables como la biotecnología, la nanotecnología, la ciencia cognitiva, la realidad virtual o la inteligencia artificial; no impidan, sino que potencien la prestación de cuidados desde la perspectiva de la Experiencia de Paciente.
En 2017 el Parlamento Europeo realizó un informe sobre robótica llamado “Código Ético de Conducta” y recientemente, en diciembre de 2018 ha publicado el primer borrador de la “Guía Ética para el uso responsable de la Inteligencia Artificial”. Es pues un paso para tratar de no dejar exclusivamente en manos de las empresas el desarrollo ético de una tecnología que puede cambiar totalmente el mundo, como es la IA. De hecho, en un estudio realizado en 2017 el 92% de las empresas tecnológicas considera prioritario capacitar a sus tecnólogos en ética y muchas ya cuentan con comités en estos aspectos. Una vez más la realidad empresarial va muy por delante de la política y normativa; y es imprescindible e imperioso que estas cuestiones no queden al albur de las grandes compañías tecnológicas de nuestro planeta; pues resulta intrínseco a su razón de ser la maximización de beneficios económicos, no son en absoluto un referente moral para el futuro de la humanidad.
Cuando pensamos en las inequidades del transhumanismo es fácil que nuestras mentes se vayan a entorno lejanos, pero lo cierto es que la situación se produciría aquí, en nuestra propia realidad. La selección genética en manos de quien pueda costeársela, o las capacidades potenciadas no cubiertas por el Sistema Nacional de Salud y al alcance de unos pocos; que sin ningún género de duda incrementarían de forma exponencial las desigualdades y la injusticia social.
La gestión sanitaria tiene un papel preponderante de forma directa y a través de la consolidación de los comités de bioética, en el deber de preservar la equidad. La sociedad científica y los gestores debemos abordar las mejoras tecnológicas sin prejuicios y como lo que son, importantísimas para la ciudadanía; pero siempre con parámetros éticos bien definidos que garanticen que sean elementos que mejoren la prestación asistencial para todas las personas.
[1] Organización Mundial de la Salud.
[2] Bostrom, Nick (2005) “A history of transhumanist thought” Journal of Evolution and Technology.
[3] L. M. Pastor; J. A. García Cuadrado (2014) “Modernidad y Postmodernidad en la génesis del transhumanismo-posthumanismo” Cuadernos de Bioética XXV 2014/3ª
[4] NBIC.
[5] Moreno, Jonathan D. (2006) Mind Wars: Brain Research and National Defense. Dana Press.
[6] McKibben, Bill (2003) “Enough: Staying Human in an Engineered Age”.
[7] Ciborg o cyborg (del acrónimo en inglés cyborg: de cyber [cibernético] y organism [organismo], organismo cibernético) es una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos generalmente con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología.
[8] Inteligencia Artificial
[9] En los países europeos por encima de los 80 años y en algunos países de África por debajo de los 50.