La filosofía de la acción de Maurice Blondel1 ofrece un marco conceptual valioso para abordar los complejos desafíos que enfrentan los directivos de la salud en la actualidad. El pensamiento blondeliano, centrado en la tensión entre la «voluntad que quiere» y la «voluntad querida», proporciona una perspectiva única para analizar y enfrentar las problemáticas estructurales de los sistemas sanitarios.

Por otra parte, no existe gestión sin acción, lo antagónico a la gestión sanitaria es la inacción sanitaria, por lo que la condición de gestor está intrínsecamente ligada a la acción, base filosófica sobre la que sustentó todo su pensamiento.

La desproporción como motor de cambio

El concepto blondeliano de desproporción entre la «voluntad que quiere» (volonté voulante) y la «voluntad querida» (volonté voulue) puede aplicarse directamente a la gestión sanitaria. En este contexto se podría traducir en la tensión entre:

La visión ideal de un sistema de salud que garantice la equidad, eficiente, accesible y sostenible (voluntad que quiere).

Las limitaciones prácticas y obstáculos que enfrentan los directivos día a día (voluntad querida).

Esta brecha, lejos de ser paralizante, debe convertirse en el motor que impulse la innovación y los cambios estructurales necesarios en nuestro quehacer diario. El “sufrimiento” que conlleva la desproporción es generador de acciones concretas encaminadas a la consecución de los objetivos más utópicos y elevados de nuestro desempeño profesional.

Hay que indicar que el filósofo llega a la conclusión de que ambas voluntades no están separadas, sino que son manifestaciones de una única voluntad generadora de la búsqueda de la verdad.

Acción como síntesis del conocer, querer y ser

Maurice Blondel concibe la acción como una síntesis integral del conocer, querer y ser, humano. Esta concepción es fundamental para comprender su filosofía y su aplicación a la gestión empresarial, especialmente en el ámbito de la dirección de servicios sanitarios. “La acción es eminentemente sintética, nutrida de ideas y sentimientos. La acción es una definición concreta, no un análisis abstracto de la idea”2. Es el punto preciso donde convergen el mundo del pensamiento, el mundo moral y el mundo de la ciencia3.

Conocer

El conocimiento es el punto de partida de la acción. En el contexto de la gestión sanitaria, implica el análisis pormenorizado de la información, una información que siempre es compleja de adquirir, pero que los actuales sistemas de información y la Inteligencia Artificial cada vez ponen más a nuestro alcance. Conocer la sociedad a la cual servimos, sus tendencias, sus carencias, sus anhelos, sus proyecciones futuras y su situación socioeconómica.

Querer

La voluntad es el motor de la acción. Para un directivo sanitario, el «querer» se manifiesta en la determinación para implementar cambios necesarios y a menudo difíciles; el compromiso con la mejora continua de los servicios de salud; la aspiración a alcanzar estándares más altos de calidad y eficiencia; y la voluntad de enfrentar y superar obstáculos en la gestión diaria.

Ser

El «ser» representa la dimensión existencial y ética de la acción. La congruencia entre las decisiones tomadas y la misión de la institución sanitaria, nuestro propósito. El directivo de la salud debe liderar con el ejemplo, debe abordar los desafíos con coherencia y autenticidad en las relaciones humanas, tanto con el equipo de profesionales como con las personas a las cuales servimos.

La verdadera acción, según Blondel, surge cuando estas tres dimensiones se integran armoniosamente:

El conocimiento informa la voluntad y guía el ser del directivo.

La voluntad impulsa la búsqueda de nuevo conocimiento y moldea el ser.

El ser del directivo influye en cómo adquiere conocimiento y en qué decide querer.

De forma práctica, esta síntesis se podría ver reflejada en la dirección sanitaria cuando en nuestro proceder descartamos las aporías y actuamos conforme al modelo de:

Utiliza su conocimiento para tomar decisiones informadas (conocer).

Mantiene la determinación de mejorar los servicios a pesar de las dificultades (querer).

Actúa de manera coherente con los valores éticos de la profesión gestora (ser).

La filosofía de Blondel sugiere que solo cuando estas tres dimensiones están alineadas, la acción del directivo sanitario puede ser verdaderamente efectiva y transformadora. Esta integración permite abordar los complejos desafíos del sector de la salud de manera holística, considerando no solo los aspectos técnicos y económicos, sino también los éticos y humanos. Esta acción en manos de profesionales de la gestión sanitaria alcanza como el mismo Blondel señala un carácter de acción social, colectiva y por consiguiente perteneciente a toda la sociedad. “Lo que yo he hecho por mí mismo con el concurso de otro, ya no es solo para mí y para el otro. El acto realizado tiene necesariamente un alcance más grande” 4, integrando así a toda la sociedad pues la acción no puede ser parcial, abstracta y provisoria.

La insuficiencia de lo puramente dado

Blondel señala «la insuficiencia de todo el orden natural», lo que en el contexto sanitario se traduce en la necesidad de ir más allá de las soluciones convencionales. Los gestores deben reconocer que los enfoques tradicionales ya no son suficientes para enfrentar la creciente demanda de servicios debido al envejecimiento poblacional, la cronificación de patologías complejas, el aumento de la soledad no deseada en todas las edades, o el resto de impresionantes retos que nos acechan. La insuficiencia de todo el orden natural se convierte así en la necesidad de innovación en gestión, como elemento transformador y disruptivo.

El sufrimiento como catalizador

La filosofía blondeliana ve en el sufrimiento una oportunidad de crecimiento y transformación. En el ámbito sanitario, las dificultades actuales – como la falta de personal o la presión presupuestaria – deben verse no como obstáculos insalvables, sino como catalizadores para el cambio. «El sufrimiento es la palabra terrena del amor», afirma Blondel, lo que puede interpretarse como la necesidad de un compromiso profundo y apasionado con la misión de mejorar la salud. El propósito último de nuestras organizaciones es lo que mueve el desempeño profesional de todos los sanitarios y especialmente de los que nos dedicamos a la gestión; pues el horizonte se debería percibir más nítido desde nuestra perspectiva.

Innovación y trascendencia

La idea blondeliana de que «la acción del hombre trasciende al hombre» es particularmente relevante en el contexto de la innovación sanitaria. Los gestores debemos aspirar a soluciones que vayan más allá de lo inmediatamente visible o factible, puesto que nos debemos no solamente a la población presente sino a futuras generaciones. Por esta razón nuestra intervención en el ámbito de la innovación ha de ser consustancial a la realidad presente y futura de la sociedad. Esto implica ajustarnos cada vez más a las demandas concretas y específicas de una sociedad que nos quiere más pegados a su propio terreno (domicilios y lugares de la vida cotidiana) que al nuestro (hospitales, centros de salud, etc.).

La opción por el sentido

Blondel plantea una clara alternativa: «O bien intenta permanecer dueño de sí y reservarse plenamente para sí, o bien se abandona al mandato divino». En el contexto de la gestión sanitaria, esto se traduce en la necesidad de optar por un propósito trascendente que guíe todas las acciones, el “único necesario” que diría nuestro filósofo. Los directivos debemos tomar una opción, bien priorizamos intereses a corto plazo, o, por el contrario, nos comprometemos con una visión transformadora que busque el bien común a largo plazo.

Filosofía y gestión son dos caras de la misma moneda, pero que no siempre se evidencia de forma manifiesta su intrínseca relación. En un contexto social diletante, donde la superficialidad, la prueba de opciones posibles sin recabar en consecuencias, como si el método de ensayo y error fuese asumible; en este entorno actual incorporar la filosofía a la gestión sanitaria es imperativo. La aplicación del pensamiento de Blondel a la gestión sanitaria ofrece un marco filosófico robusto para enfrentar los desafíos actuales. Los directivos de la salud, inspirados por esta filosofía de la acción, podemos:

Abrazar la tensión entre lo ideal y lo real como fuente de innovación.

Integrar conocimiento, voluntad y ser en su liderazgo.

Buscar soluciones que trasciendan los límites convencionales.

Ver en las dificultades oportunidades de transformación profunda.

Comprometerse con un propósito que vaya más allá de los resultados inmediatos.

En un momento en que el sistema sanitario enfrenta desafíos sin precedentes, la filosofía de Blondel nos recuerda que la verdadera acción transformadora surge de reconocer nuestras limitaciones y, al mismo tiempo, aspirar a superarlas. Solo así podremos construir un sistema de salud que no solo sea sostenible, sino que también responda de manera integral a las necesidades cambiantes de la sociedad.