Enfrentar dificultades y vivir días complicados es una realidad que todos experimentamos. Aunque a veces quisiéramos creer que los problemas laborales se quedan en la oficina, la verdad es que nuestras emociones pueden acompañarnos de regreso a casa.
¿Cómo podemos, entonces, elevar el ánimo y mantener una perspectiva positiva en medio de los desafíos? Sabemos que tenemos la capacidad de gestionar nuestras emociones y de decidir cómo queremos sentirnos, ¿verdad? A pesar de que en ocasiones pareciera que las emociones son fuerzas incontrolables, aquí reside el gran descubrimiento del coaching y el antideterminismo: tenemos el poder de dirigir nuestras emociones y de elegir nuestra actitud frente a las dificultades que se presentan en nuestro camino.
Está comprobado por estudios realizados que solo el 10% de lo que experimentamos está vinculado directamente a lo que sucede. Entonces, ¿cómo impacta nuestro estado de ánimo, ya sea positivo o negativo? Efectivamente, únicamente el 10% está relacionado con lo que sucede. El otro 40% corresponde a nuestra actitud, que es nuestra libertad de elegir, y el 50% restante es de origen genético, influyendo en si somos naturalmente más optimistas o no.
Dicho esto, es esencial reconocer el poder de ese 40% de actitud y seleccionar actividades que nos hagan sentir mejor. En lugar de quedarnos sumidos en la tristeza o en el mal humor porque se escalan. Se escala la tristeza y la mala onda para abajo. Y todos sabemos cómo escalar esa tristeza porque es como un látigo mental. Autodestructivo. En cambio, podemos optar por acciones que nos eleven. Las emociones negativas tienden a retroalimentarse, algo que hemos experimentado todos: cuando nos sentimos mal, tendemos a consumir alimentos poco saludables y a escuchar música que intensifique nuestra tristeza. Es como si nos autoperpetuáramos en ese estado.
‘Solo el 10% de lo que experimentamos está vinculado directamente a lo que sucede’
Entonces, ¿cómo podemos tomar decisiones conscientes para romper este ciclo? Es válido sentirse mal, pero solo por un tiempo limitado, no durante días enteros. Cada emoción nos trae información, ya sea tristeza, aburrimiento o enojo. La pregunta crucial es: ¿cómo vamos a manejar esta información?, ¿permitiremos que el sufrimiento nos arrastre o asumiremos el control y buscaremos una experiencia más positiva?
Es natural que, cuando nos sentimos mal, no se nos ocurra poner una canción alegre para animarnos. Parece que la oscuridad lo envuelve todo. Pero ¿y si, a pesar de reconocer que estamos en un lugar oscuro, decidimos poner una canción que nos alegre? O ¿por qué no salir a caminar un poco? Disfrutar del sol, escuchar música agradable, respirar aire fresco y puro. En lugar de encerrarnos y refugiarnos en actividades insatisfactorias, incluso discutiendo con quienes nos rodean porque que no soportamos ni siquiera nuestra propia compañía, ¿por qué no tomamos decisiones que nos saquen de donde no deseamos estar?
Tenemos el poder de dar forma a nuestras emociones y de elegir nuestra actitud frente a los retos en el trabajo. Aprovechemos este poder, no solo para enfrentar los momentos difíciles, sino también para elevarnos por encima de ellos y tomar decisiones que fomenten nuestro bienestar emocional y productividad. A pesar de los desafíos laborales, podemos construir una actitud resiliente y positiva que nos permita disfrutar de una vida laboral y personal más plena.