Muchos costes asociados al cuidado del paciente son asumidos por las familias y en muchas ocasiones, de forma permanente para toda la vida del afectado. Los seguros son una herramienta financiera eficaz para reducir el impacto económico de la enfermedad. El mediador es el aliado del paciente y asociaciones ante las compañías de seguros.
El coste económico de la enfermedad para el paciente
Al sufrimiento físico y emocional de una enfermedad que aportan pacientes y familiares hay que sumar el quebranto económico que supone por diversas causas, como que la necesidad de cuidado obligue a dejar el trabajo a la persona enferma o a alguno de sus familiares, la amenaza cierta de despido en enfermedades crónicas que conllevan absentismo elevado, la necesidad de adaptaciones técnicas, etcétera.
La contratación de cuidadores y profesionales de la salud para cuidados a domicilio es un gasto que muchas familias no se pueden permitir. Ello les fuerza a tener que renunciar a un sueldo para poder quedarse en casa al cuidado de un familiar, disminuyendo con ello los ingresos que tal vez fueran necesarios para otros gastos como pueden ser nutrición especial, fisioterapia, actividades de trabajo social o apoyo psicológico.
Otros costes son intangibles como el dolor y el sufrimiento, los cuales causan un buen número de bajas médicas y con ello la desprotección de los autónomos cuando caen enfermos. Los ingresos caen, pero hay que afrontar las hipotecas, la ayuda para contratar personal de apoyo en casa o para el cuidado de hijos. Los pacientes de cáncer sufren úlceras, estreñimiento y sequedad como efectos secundarios de los tratamientos de radiología y quimioterapia, siendo necesaria la adquisición de cremas, geles para el cuidado de la piel que no son reembolsables. Lo mismo les ocurre a los pacientes con cientos de enfermedades de carácter dermatológico, que no tienen cobertura para sus tratamientos tópicos. En algunos casos, como el de la epidermolisis bullosa, ni siquiera para cubrir el coste de las curas diarias.
Herramientas para aliviar la carga económica de la enfermedad
Existen varias formas en las que los pacientes pueden contar con herramientas financieras que les ayuden llegado el momento de una dependencia. Por ejemplo, pólizas cuya cobertura sea un capital fijo en caso de ser diagnosticado de algún tipo de cáncer o discapacidad. Muchas personas se preocupan del futuro económico de sus hijos con enfermedades crónicas cuando ellos como padres ya no estén, para lo cual contratan seguros de vida específicos.
Invertir la lógica del seguro en beneficio de las personas
El seguro es una herramienta financiera creada para cubrir riesgos y, por lo tanto, las compañías de seguros tratan de diseñar sus productos para eventos de baja probabilidad estadística. A mayor probabilidad de un riesgo como una enfermedad, más alta la prima del seguro; o bien directamente las compañías no la cubren.
Sin embargo, sí es posible crear un seguro para personas con enfermedades crónicas o cronificadas si cambiamos la base estadística y en lugar de considerar la probabilidad de enfermedad o fallecimiento consideramos la tasa de supervivencia, es decir, la probabilidad de vivir.
Cuando el cuidador se vuelve dependiente también
Cuando somos padres de hijos con enfermedades crónicas, como la atrofia muscular espinal, por ejemplo, la carga emocional y física de la enfermedad de nuestros hijos es muy fuerte, pero también la económica. Es un esfuerzo que se ve amenazado cuando el cuidador ya no puede cuidar. La mayoría de los padres piensa en qué sucederá cuando ellos ya no estén, para lo cual contratan un seguro de vida. Pero ¿y si los padres se vuelven también dependientes?
Este escenario es cada vez más frecuente: la mayor longevidad conlleva que también los padres sean cada vez más propensos a una enfermedad crónica y a entrar en dependencia. Según el Observatorio de Discapacidad de la ONCE (Odismet), la tasa de dependencia a partir de los 40 años es del 10 por ciento, pero se dobla a partir de los 50 años y a los 70 años ya es del 44 por ciento.
Si sus hijos no pueden ayudarles, ¿quién ayudará a los padres? Las ayudas del Estado a la dependencia son muy escasas. Dependiendo del grado de dependencia incluyen servicios de teleasistencia, ayuda a domicilio y residencia, así como una cantidad económica que oscila entre los 153 y los 387 euros al mes y una pensión cuyo importe máximo es de 899 euros mensuales. Con el agravante, según datos de la Odismet, que las ayudas estatales a la dependencia llevan cayendo desde 1999.
Sin embargo es claro que los costes son mayores: la pérdida del trabajo, los gastos de los hijos dependientes, el mayor consumo de medicamentos, ayudas técnicas, adaptación del domicilio… todo ello requiere de un complemento económico a la ayuda estatal. Un seguro de dependencia puede ofrecer un capital de 125.000 euros – el doble en caso de gran dependencia – por menos de 50 céntimos a día, con lo que podemos seguir financiando en parte las necesidades de nuestros hijos dependientes y las nuestras.
El papel del mediador en la reducción de la carga económica del paciente
Como ya se ha dicho, la lógica de los seguros hace difícil que las compañías aseguradoras tengan productos específicos para pacientes crónicos. Por eso es importante -tanto para pacientes individuales, como para asociaciones de pacientes- trabajar con un buen mediador. Por ejemplo, la empresa a la que represento, DISSER Correduría, participa en un seguro de vida específico para personas con enfermedades crónicas, como diabetes por ejemplo. Este seguro fue negociado junto con un grupo de otros seis mediadores innovadores liderados por Juan Carlos Lluch. En principio ninguna aseguradora estaba por la labor, se demostró con datos el nicho de mercado. Asimismo, la suma de todos los clientes potenciales de las seis corredurías ayudó a negociar la prima.
Asimismo el mediador puede ayudar a mejorar las coberturas y primas de los productos específicos trabajando con asociaciones y federaciones de pacientes. Por último, tiene un papel no desdeñable cuando se producen siniestros, y las compañías de seguros ponen dificultades.
En resumen, el seguro es una buena herramienta financiera a medio y largo plazo para reducir la carga económica de la enfermedad; un mediador especializado puede buscar nuevas opciones y tiene capacidad de negociación de coberturas y primas, así como de intervención ante las aseguradoras en caso de conflicto. Y por último, es posible crear seguros específicos si hay volumen suficiente.
Lourdes Aizpurua