Las apuestas deportivas no son juegos de azar, sino un trabajo minucioso que incluye análisis de equipos, jugadores, condiciones climáticas y muchos otros parámetros. Una apuesta espontánea como «Creo que definitivamente tendré suerte hoy» es en un 99% la forma de perder el banco. Para obtener ingresos, no seas perezoso en realizar análisis previos al partido, estudiar los equipos y los jugadores principales y mirar las estadísticas de al menos cinco partidos anteriores. Presta especial atención a aquellos partidos en los que estos equipos ya se han enfrentado entre sí. Si el equipo A venció al equipo B con un gran margen o incluso en un juego cerrado más de dos veces, lo más probable es que no se deba esperar una victoria aplastante o incluso un empate del forastero.
Hemos hablado de esto muchas veces y lo volveremos a repetir: lo más peligroso en las apuestas deportivas es la emoción. Si sientes que la pasión comienza a eclipsar la lógica, entonces deberías detenerte y pensar. El revanchismo es especialmente peligroso: el deseo de vengarse. Sucede algo como esto: un jugador hace una gran apuesta y pierde, después de lo cual intenta recuperarla y apuesta en diferentes partidos sin analizar. Al final, drena todo el banco. Las apuestas deportivas no están estrictamente recomendadas para los adictos al juego, ya que estas personas pierden todo el banco en un par de apuestas.
Cuando los novatos ven probabilidades como 1,5 contra 7, quedan literalmente impresionados y corren a apostar dinero en el equipo cuya victoria ofrece una probabilidad más alta. Pero piénselo: ¿la casa de apuestas correría tal riesgo si no supiera que un equipo cuya cuota es 7 tiene al menos una mínima posibilidad de ganar? Durante el partido puede pasar cualquier cosa, pero lo más probable es que una diferencia tan importante en las cuotas indique una victoria incondicional del equipo con cuotas de 1,5.
