Entrevista a Elena Chamorro Rebollo, Decana de la Facultad de Enfermería y Fisioterapia ‘Salus Infirmorum’ de la Universidad Pontificia de Salamanca

 

La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 no solo ha replanteado el ejercicio de profesiones como la Enfermería, sino que ha generado nuevos retos en otros escenarios como la Fisioterapia. Esta especialidad adopta, a partir de ahora, un mayor protagonismo como alivio a las secuelas del inmovilismo, a las limitaciones funcionales y a las rutinas sedentarias mantenidas durante el confinamiento. La decana de la Facultad de Enfermería y Fisioterapia ‘Salus Infirmorum’ de Madrid, Elena Chamorro, realiza un diagnóstico de la importancia que los profesionales de esta disciplina adquieren a raíz de la pandemia.

 

¿Cuáles son los cambios más significativos, desde el punto de vista sanitario, que ha generado la crisis de la COVID-19?

La pandemia de la COVID-19 ha generado un cambio social y ha afectado a todos los sectores, especialmente al ámbito de la salud y a sus profesionales. La velocidad de expansión del virus, su alta capacidad de transmisión y la falta de respuestas terapéuticas han puesto en alerta a uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo como es el español.

En estos días de crisis sanitaria, ha aflorado en los profesionales sanitarios el miedo, la incertidumbre y en algunos casos la protesta, pero también ha sido una oportunidad para poner en valor la verdadera vocación y profesionalidad de cada uno de ellos, no solo en la realización de las complejas técnicas y terapias que realizan, sino con la entrega a cada uno de sus pacientes, tendiendo la mano a la soledad del enfermo, ofreciendo consuelo, compañía, y cuidado desmedido, incluso en los momentos difíciles en los que fallece un paciente.

Entre los profesionales ha surgido un movimiento similar de ayuda, compañerismo y solidaridad, recordando en todo momento la importancia del trabajo en equipo, la de ser todos uno por el paciente, sabiendo adaptarse a las necesidades del momento: se han restructurando plantas enteras, quirófanos, gimnasios y hasta bibliotecas que se han convertido en improvisadas UCIs, desempeñando largas jornadas de trabajo, vistiéndose con EPIs hasta 8 horas seguidas, todo con el firme compromiso de luchar por la vida de sus pacientes.

Además, ha puesto de manifiesto la importancia de la investigación y la formación, aprendiendo y reaprendiendo y estudiando la inmediatez del avance de la ciencia y la medicina en este ámbito.

Por último, destacar el papel de la telemedicina y la teleenfermería como estrategia fundamental en la atención sanitaria en esta pandemia. Ambas han sido fundamentales tanto en el seguimiento de enfermedades crónicas como en la orientación de aquellos que han presentado síntomas sugestivos de la COVID-19, protegiendo así a los grupos de riesgo y evitando que la infección se propagase.

¿A qué retos se enfrenta ahora el ámbito de la enfermería y la fisioterapia con el nuevo escenario que deja la pandemia?

La enfermería y la fisioterapia se encuentran ante varios retos:

Por un lado, se debe hacer frente a las secuelas que está dejando la COVID-19, algunas de ellas se empiezan ya a conocer, como las que afectan al sistema respiratorio o circulatorio, y otras en cambio, necesitarán de investigación y actuación por parte de los profesionales sanitarios.

Por otro, el paciente crónico «descompensado», esas personas que durante este tiempo de confinamiento han vivido sus enfermedades desde su hogar sin acudir a los centros sanitarios, bien por miedo o por recomendación de los propios profesionales sanitarios.

También se deberá prestar especial atención a las secuelas que el inmovilismo ha dejado en personas de todas las edades, será un reto para la fisioterapia por su papel en la movilidad, y para la enfermería por su papel en las consecuencias de esta inmovilidad (úlceras vasculares, descompensaciones en diabéticos, obesidad y sobrepeso…).

¿Obliga la COVID-19 a modificar en la formación de los futuros profesionales de la salud?

De la misma forma que todos somos conscientes que los avances tecnológicos están apareciendo de forma exponencial, así en nuestras universidades debe ocurrir. Esta pandemia ha puesto de manifiesto que nos falta cierta preparación para poder estar a la altura de los muchos retos que nos ofrece la globalización. El estilo de vida que llevamos, el «estado del bienestar», nos hace cada vez más sensibles y más incapaces para adaptarnos física, metabólica e inmunológicamente a nuevos desafíos. Esta falta de adaptación es el factor universal para la aparición de la enfermedad. Por ello, a nuestros futuros profesionales de la salud, debemos prepararles en estos campos, para que no solo sean grandes profesionales asistenciales, sino que realicen una vital y necesaria labor preventiva en nuestra sociedad.

Debemos preparar a nuestros estudiantes para dar respuesta no solo en la primera línea de batalla, como así lo han hecho nuestras enfermeras y fisioterapeutas, sino también en otros ámbitos, reforzando la formación en prevención y control de infecciones durante la atención sanitaria y aumentando la cultura de la salud como la propia OMS postula: No solo es la ausencia de enfermedad sino el bienestar físico, psíquico y social.

¿Qué cuestiones son las que más demandan en estos momentos los estudiantes?, ¿cuáles son sus inquietudes?

Los estudiantes de cuarto, ya a las puertas de iniciar su etapa profesional, han mostrado su vocación de ayuda y servicio. Muchos estudiantes se han lanzado a colaborar, en la medida de sus posibilidades, en esta crisis sanitaria, poniendo de manifiesto que las competencias adquiridas durante su formación les han permitido responder a las distintas situaciones a las que se han enfrentado.

Las inquietudes que presentan el resto del alumnado son sobre todo académicas, buscando respuestas y soluciones que posibiliten completar su formación, principalmente la relacionada con la práctica, tanto de aula como clínica, que por el estado de alarma ha sido imposible llevar a cabo. Quieren saber cuándo podrán retomar con normalidad sus clases, sus prácticas, sus vidas; les inquieta cómo será el próximo curso, y si podrán volver a los centros y hospitales a realizar sus prácticas. Son dudas y preguntas, que en estos momentos de incertidumbre, no podemos dar respuesta, ya que exceden a nuestras competencias y dependen de las autoridades sanitarias y los gobiernos autonómicos.

Desde la Facultad estamos poniendo todos los medios a nuestro alcance para minimizar las consecuencias académicas derivadas de esta situación. Cuando llegue el momento, estableceremos un calendario de recuperación de las citadas prácticas para que interfieran lo menos posible en el siguiente curso académico.

En los próximos años el uso de técnicas de fisioterapia respiratoria tendrá un auge importante en la profesión, y aunque esta formación está presente en nuestros planes de estudios y es impartida por profesores expertos en la materia, estamos adecuándola a lo aprendido durante estos meses de pandemia, con el objetivo de brindar a nuestros alumnos no solo los conocimientos científicos generados al respecto, sino la experiencia de los profesionales que desde primera línea han tratado a este tipo de pacientes.

Sabemos que en enfermería ha habido un antes y un después con la incidencia de la COVID-19, pero ¿qué ocurrirá con fisioterapia?

El propio estado de alarma, el miedo a contagios, la incertidumbre laboral que se ha generado, todo ello ha hecho aumentar el estrés y sus consecuencias físicas, psíquicas y emocionales de la sociedad. Entre otras cosas, el estrés es generador de cantidad de mediadores inflamatorios y, recordando la fisiología actual, estos mediadores inflamatorios son la base del dolor crónico. Por tanto, estamos en una época que puede ser origen de una sociedad que en un futuro próximo tenga una deficitaria calidad de vida por la afectación de múltiples alteraciones que cursan con dolor crónico inespecífico.

El confinamiento ha fomentado actitudes sedentarias y, según nos dice la ciencia, sabemos que la vida sedentaria genera patología. Un gran órgano metabólico es el músculo, y nos tenemos que preguntar cómo le hemos tratado en este período.

Muchos de los contagiados por COVID-19 van a acudir con secuelas respiratorias que, a su vez, van a ser causa de otras múltiples disfunciones.

La fisioterapia es una profesión madura, con capacidad de evaluar a los pacientes, emitir un juicio sobre sus limitaciones y elaborar un plan de actuación para atender a los pacientes, empleando los agentes físicos como herramienta de mejora de la salud, así como el uso del ejercicio terapéutico para la realización de la readaptación cardiopulmonar a las actividades de la vida diaria.

Sin duda, la fisioterapia debe prepararse para empezar a tratar una nueva generación de procesos fisiopatológicos.

¿Cree que superada la emergencia sanitaria es el turno de actuación de los fisioterapeutas?

Superada esta fase álgida de la crisis y en el actual proceso de desescalada, los fisioterapeutas van a tener una carga de trabajo muy importante tratando de resolver las limitaciones funcionales por la intensa debilidad y el síndrome post-UCI que van a sufrir los pacientes tras la estancia hospitalaria por COVID-19. En los próximos meses, y probablemente años, van a tener que dedicar gran parte de los recursos a la atención de este tipo de pacientes.

¿Cree que la fisioterapia es esencial para la recuperación de los pacientes que han superado el coronavirus?, ¿en qué aspectos puede ser beneficioso?

Cuando hablamos del trabajo de fisioterapia, no solo hablamos en el paciente que ha superado la COVID-19. Los fisioterapeutas han estado y están en la primera línea contra la COVID-19, siendo su trabajo fundamental para ayudar a acelerar los procesos de recuperación de los enfermos de coronavirus en las propias unidades de críticos.

El fisioterapeuta puede intervenir en distintas fases del proceso por COVID-19: durante el ingreso o fase de hospitalización, en planta o en UCIs, y después del alta hospitalaria; en las UCIs reduciendo los tiempos de estancia en esta unidad, al disminuir las complicaciones y acelerar la recuperación muscular y funcional de los pacientes. Tras el paso por la planta o tras el alta hospitalaria, el tratamiento será beneficioso y en muchos casos crucial en la recuperación funcional de los pacientes. El seguimiento (en muchas ocasiones telemático) tras el alta por COVID-19 será fundamental, ya que la infección podría dejar secuelas aún desconocidas.

¿Considera que esta situación demandará más empleo en perfiles fisioterapeutas?

Sin lugar a dudas. A corto y medio plazo la sociedad va a necesitar de profesionales de la Fisioterapia que den soluciones a todos los problemas de salud ya expuestos. Las últimas investigaciones están apuntando hacia la posibilidad de que los pacientes que han sufrido la COVID-19 puedan presentar importantes problemas de salud que se van a prolongar durante años que podrán incluso cronificarse. Por ello, tanto en las instituciones sanitarias públicas como privadas, o incluso como profesionales por cuenta propia, los fisioterapeutas tienen una oportunidad de desarrollo profesional de una gran relevancia, en la cual va a haber una expansión muy importante de la profesión, ya que el incremento de la demanda va a traer consigo la necesidad de aumentar considerablemente las plantillas y los medios para dar respuesta a este importante problema de salud.