Sin duda, otro de los principales cambios para el abordaje actual de la cronicidad es la asunción de ese rol activo por parte de las personas con enfermedades crónicas, comprometiéndose con su autocuidado y participando en la toma de decisiones sobre la gestión de su salud/enfermedad.

La carta de Ottawa del año 1986 es el primer referente a nivel mundial en cuanto a la promoción de la salud y en la que se plantean 5 áreas estratégicas para lograr los objetivos en cuanto a la promoción de la salud. La carta de Ottawa incluye la participación de las personas en las decisiones que inciden en su salud y el desarrollo de habilidades personales para vivir una vida saludable.

Esta nueva figura es la del paciente activo, para Albet Jovell ciudadanos capaces de responsabilizarse de sí mismos respecto de su estado de salud, conjuntamente con los profesionales de la salud y con la voluntad de participar en el proceso de mejora de su enfermedad y de su calidad de vida a través del autocuidado.

Entiende que un paciente activo es el que tiene el conocimiento y las habilidades para hacerse responsable de su salud, establecer un modelo deliberativo de relación con los profesionales que le atienden y así definir objetivos terapéuticos adoptados de forma compartida con el profesional de la salud.

Para que haya una toma decisiones compartida real se deben conjugar una serie de factores, como una mayor información, un proceso de alfabetización en salud, la toma de conciencia de su estado de salud y el establecimiento de una relación deliberativa y de confianza con el profesional.

En este proceso de toma de decisiones compartida, se identifican 4 fases:

  • Establecimiento de una relación de confianza

El establecimiento de una relación de confianza implica no solo la relación paciente/profesional, sino también el entorno de la persona, su familia, sus cuidadores. Se trata de establecer una relación basada en la sinceridad, el respeto y la empatía, entendiendo que el juicio del profesional ante fallos o incumplimientos del paciente y la falta de comprensión, está abocando al fracaso esta relación.

  • Intercambio de información

El intercambio de información no es la mera exposición de información, incluye hablar de los beneficios y los riesgos de la intervención propuesta, de los resultados esperados en base a los estudios de investigación y la mejor evidencia disponible y también el análisis conjunto de las circunstancias sociales del paciente, de su estilo de vida y de las estrategias que utiliza para conseguir los resultados. Sus valores, sus creencias, sus preferencias, sus temores, sus objetivos y sus expectativas son factores determinantes para el autocuidado que deben ponerse sobre la mesa, así como también los valores y las expectativas del profesional, de forma que lleguen a un entendimiento mutuo.

  • Deliberación acerca de las distintas opciones

Manejar las diferentes opciones significa que el paciente tiene que entender los riesgos y los beneficios de cada una de ellas y así está capacitado para tomar decisiones, sin que sea el profesional de la salud quien imponga su criterio.

  • Decisión de una actuación y ejecución

La decisión conjunta es un acuerdo que imprescindiblemente habrá que llevarlo a cabo, asumiendo las consecuencias por ambas partes.

El paciente activo es uno de los elementos fundamentales en el abordaje de la cronicidad y un aliado de los sistemas sanitarios para conseguir objetivos de eficiencia y eficacia. El autocuidado y la autorresponsabilidad están directamente relacionados con la adherencia al tratamiento, la conducta preventiva, el cambio en el estilo de vida y en general con el uso adecuado de los recursos sanitarios.