En el mundo de la salud, donde las interacciones humanas son fundamentales, la comunicación terapéutica emerge como una herramienta esencial.
Esta forma de comunicación no solo traspasa los límites del simple intercambio de información; se convierte en un puente que conecta al profesional de la salud con el paciente, ofreciendo un espacio seguro y comprensivo.
La comunicación terapéutica va más allá de las palabras. Incluye el tono de voz, el lenguaje corporal, la empatía y la capacidad de escucha activa. Estos elementos, cuando se emplean con habilidad, pueden transformar una consulta rutinaria en una experiencia que fortalece el vínculo entre el paciente y el profesional, favoreciendo un entorno de confianza y comprensión mutua. En este contexto, la empatía se destaca como una parte esencial en el arte de comunicar en salud.
Pero ¿qué es realmente la empatía y por qué es tan importante en la atención sanitaria?
La empatía es la habilidad de entender los sentimientos de otra persona, de «ponerse en sus zapatos” pero esta frase tiene mucho donde profundizar y analizar.
En el ámbito de la salud, esta habilidad no solo mejora la relación entre pacientes y profesionales, sino que también tiene un impacto directo en los resultados en salud y en la satisfacción del paciente.
Es una herramienta poderosa en salud que, cuando se utiliza correctamente, puede mejorar significativamente la calidad de la atención y el bienestar de los pacientes y sus familiares.
En este artículo, pretendo explorar la empatía no solo como un concepto, sino como una práctica esencial en la sanidad y la enfermería. Profundizaremos en sus teorías, sus fases, cómo reconocerla y, lo más importante, cómo aplicarla en nuestro día a día profesional para enriquecer nuestras interacciones y mejorar la salud de quienes nos confían su cuidado.
La empatía como teoría
La empatía, esa capacidad de sentir lo que otro siente, es un concepto tan antiguo como la humanidad, pero su estudio en el contexto de la salud es relativamente reciente.
En el ámbito sanitario la empatía se define como la habilidad de comprender los sentimientos, pensamientos y experiencias de los pacientes desde su punto de vista, más que desde el propio.
Es un reconocimiento emocional e intelectual de las experiencias del otro, que forma la piedra angular de la comunicación terapéutica. Reconocer emocionalmente la experiencia de los pacientes, nos ayuda a crear el vínculo de la confianza.
Existen diversas teorías que buscan explicar y desglosar la empatía. Una de las más destacadas es la teoría cognitiva de la empatía, que la considera como un proceso de cuatro etapas: ver el mundo como lo ve el otro, no juzgar, entender los sentimientos del otro, y comunicar esa comprensión. Esta teoría resalta la empatía como un proceso activo y consciente, no solo un sentimiento pasivo.
Otra perspectiva importante es la teoría afectiva, que se enfoca en la capacidad de responder emocionalmente a las experiencias de otra persona. Esta teoría sugiere que la empatía implica compartir, en cierto grado, las emociones del otro, permitiendo una conexión más profunda y una mejor comprensión de sus necesidades y experiencias.
Esta teoría afectiva por Glasdstein (1983) hace referencia a sentir con el paciente conservando la distancia emocional necesaria para mantener la objetividad.
Además, está la idea de la empatía como una habilidad que se puede enseñar y desarrollar. Esto es especialmente relevante en el ámbito de la salud, donde la empatía no es solo deseable, sino esencial.
Programas de formación en empatía para profesionales de la salud están ganando terreno, basados en la premisa de que la empatía mejora no solo la calidad de la atención, sino también la satisfacción del paciente y el bienestar emocional del propio profesional.
“Significa entrar en el mundo perceptivo privado del otro y sentirse completamente a gusto en él” (Rogers, 1980).
Impacto de la empatía en los pacientes
La empatía es un catalizador fundamental para la recuperación y el bienestar del paciente. Es una capacidad importante para comprender a los demás y puede estar relacionada con la salud emocional y mental de las personas.
Diversas investigaciones han demostrado que cuando los profesionales de la salud practican la empatía de manera efectiva, se observan resultados positivos significativos en el proceso de recuperación de los pacientes.
En primer lugar, la empatía influye positivamente en la relación profesional-paciente. Un enfoque empático puede ayudar a reducir la ansiedad y el estrés del paciente, lo cual es crucial, ya que estos factores pueden afectar negativamente la recuperación.
Los pacientes que perciben empatía de sus profesionales sanitarios tienden a sentirse más comprendidos y apoyados, lo que contribuye a un mayor nivel de satisfacción con el tratamiento y cuidado recibido.
No podemos olvidar que el cumplimiento del tratamiento también tiene una relación con la empatía. Los pacientes que sienten que sus profesionales de la salud se preocupan genuinamente por ellos son más propensos a seguir las recomendaciones sanitarias y adherirse a los tratamientos prescritos. Esto se traduce en mejores resultados de salud y una recuperación más rápida.
Otro aspecto para destacar es el impacto emocional y psicológico de la empatía. La comprensión y el apoyo emocional pueden fortalecer la resiliencia del paciente, ayudándole a enfrentar mejor su condición de salud. Esto es especialmente importante en pacientes con enfermedades crónicas o terminales, donde el manejo del aspecto emocional es tan crucial como el tratamiento físico.
Por último, la empatía también puede jugar un papel en la reducción de errores sanitarios. Un profesional de la salud empático tiende a ser más atento y a escuchar mejor, lo que puede llevar a un mejor entendimiento de los síntomas y preocupaciones del paciente y, por ende, a decisiones clínicas más informadas.
La empatía es el acto de comunicar a nuestros semejantes que entendemos algo de su mundo (Dunne, 2005).
Fases de la empatía
Podemos desglosar la empatía en varias fases clave: reconocimiento, comprensión y respuesta emocional. Cada una de estas fases juega un papel vital en la construcción de una relación terapéutica efectiva entre el profesional de la salud y el paciente.
Reconocimiento: Esta es la fase inicial donde el profesional de la salud identifica que el paciente está experimentando una emoción o situación que requiere empatía. Desarrollar nuestra capacidad de observación es fundamental.
Por ejemplo, un paciente que muestra signos de ansiedad antes de una cirugía necesita ser reconocido en su estado emocional. Aquí, la observación atenta y la escucha activa son esenciales.
Comprensión: Después de reconocer la emoción y verificar a través del feedback del paciente esa emoción, el siguiente paso es comprenderla.
Esto implica intentar ver la situación desde la perspectiva del paciente y entender sus sentimientos.
En el ejemplo anterior, el profesional de la salud podría reflexionar sobre cómo se sentiría estar en una situación similar, considerando los miedos y preocupaciones que podrían acompañar a una operación inminente. Implica intentar ponerse en el lugar del otro.
Respuesta emocional: La última fase es responder de manera empática. Esto no significa simplemente expresar simpatía, sino comunicar que se ha entendido y compartido la emoción del paciente de una manera auténtica y respetuosa.
En nuestro ejemplo, esto podría implicar decir algo como: «Entiendo que esto puede ser un momento preocupante para ti. Estamos aquí para cuidarte y apoyarte en cada paso del camino».
Analizando la empatía
A continuación, vamos a analizar en profundidad la frase anterior que puede considerarse empática por varias razones: “Entiendo que esto puede ser un momento preocupante para ti. Estamos aquí para cuidarte y apoyarte en cada paso del camino”.
La frase demuestra empatía a través del reconocimiento y validación de las emociones de la otra persona, así como ofreciendo apoyo y atención a sus necesidades. Estos elementos son fundamentales para una comunicación empática efectiva.
Reconocimiento de sentimientos: La frase comienza con: «Entiendo que esto puede ser un momento preocupante para ti», lo cual demuestra un reconocimiento de los sentimientos de la otra persona.
Este reconocimiento es un componente clave de la empatía, ya que implica intentar comprender las emociones del otro desde su perspectiva.
Validación de las experiencias del paciente: Al decir «esto puede ser un momento preocupante», la frase valida la experiencia y las emociones de la persona. No se cuestionan ni se minimizan sus sentimientos, sino que se aceptan como legítimos y comprensibles.
Ofrecimiento de apoyo: La frase también incluye un compromiso de apoyo y cuidado «Estamos aquí para cuidarte y apoyarte en cada paso del camino». Esto muestra una disposición a estar presente y ayudar, lo cual es un aspecto importante de la conducta empática.
Enfoque en las necesidades del paciente: Al enfatizar el estar «para cuidarte y apoyarte», la frase se centra en las necesidades de la otra persona, en lugar de en las propias. Esto refleja una orientación hacia los demás, un aspecto crucial de la empatía.
Comunicación de comprensión y solidaridad: La combinación de entender los sentimientos del otro y ofrecer apoyo transmite un mensaje de solidaridad, apoyo y comprensión, lo que puede ser reconfortante y alentador para la persona en una situación potencialmente complicada.
Para terminar este artículo, me gustaría reflejar 7 pasos para comunicar de manera más empática en el mundo sanitario.
7 pasos para comunicar de manera más empática:
Concentración plena: Libérate de distracciones para enfocarte completamente en la persona frente a ti. La atención total es fundamental para una comunicación efectiva. Evita todo tipo de interrupciones (telefónica, smartphones, privacidad, etc.).
Prioridad a la escucha: Tienes que escuchar activamente y oír a los pacientes su prioridad principal. Esto te permitirá comprender y transmitir verbalmente su estado emocional y necesidades. Utiliza la paráfrasis y preguntas abiertas para conocer la demanda del paciente.
Atención a la comunicación no verbal y paraverbal: Presta atención tanto a los mensajes verbales como a los no verbales. Gestos, expresiones faciales y tono de voz ofrecen pistas cruciales sobre los sentimientos del paciente.
Reflexión empática: Reflexiona sobre lo que el paciente intenta comunicar. Pregúntate: «¿Qué necesita que yo entienda?» o «¿Cuál es el mensaje central de sus palabras?»
Respuesta empática clara: Responde de manera empática. Refleja y valida los sentimientos y motivaciones del paciente con tus palabras, mostrando que realmente comprendes su perspectiva.
Verificación de la comprensión: Verifica si tu respuesta ha sido efectiva. Observa si el paciente asiente, sonríe o muestra signos de alivio y comprensión.
Cierre afirmativo: Concluye la conversación reafirmando tu comprensión y ofreciendo apoyo continuo. Frases como «estoy aquí para apoyarte» o «vamos a enfrentar esto juntos» pueden reforzar la conexión empática.
Bibliografía
López, M. B., Arán Filippetti, V., & Richaud, M. C. (2014). Empatía: desde la percepción automática hasta los procesos controlados. Avances en psicología latinoamericana, 32(1), 37-51.
Triana Restrepo, M. C. (2017). La empatía en la relación enfermera-paciente. Avances en Enfermería, 35(2), 121-122.