A partir de la publicación del artículo El impacto del liderazgo enfermero en el gran problema de las caídas (I) en esta misma revista, se inició en redes sociales un debate con algunos profesionales que aseguraban que la causa de las caídas era el hecho de que la persona tuviera una enfermedad y por tanto sujeta a un diagnóstico médico.
Aclarar que no comparto en ningún caso esta aseveración, al igual que otros muchos profesionales que así también lo manifestaron en las redes sociales y por ello ofreceremos algo más de información basada en la última investigación disponible.
Las causas de las caídas se han estudiado de forma amplia desde hace años, en diferentes grupos de edad (1), en personas hospitalizadas (1–4), en residencias (5,6) y en los domicilios (7). Toda la investigación demuestra que su etiología es multifactorial (4,8,9) llegando a identificar hasta 400 factores de riesgo de sufrir una caída (10).
A partir de esta literatura citada y otros muchos estudios, sabemos que de forma habitual se identifican una serie de factores intrínsecos y extrínsecos asociados a las caídas. Entre los factores intrínsecos están la edad, algún tipo de deterioro del estado cognitivo, muscular, de la marcha, visual o auditivo, la urgencia miccional, etc. Es decir, cambios naturales asociados al envejecimiento, que no son enfermedades, son procesos asociados a las etapas vitales.
Entre los factores extrínsecos podemos señalar el calzado inadecuado, el suelo o calzada mojada, con desniveles, con bordillos, etc., objetos como alfombras, muebles o enseres que entorpecen la marcha, camas altas o excesivamente bajas, asientos inestables, baños no adaptados, personas mayores que viven solas, poca iluminación, etc. Es decir, circunstancias externas que no se adaptan a las capacidades de la persona y que no le permiten moverse de forma segura, y que tampoco son enfermedades, son inadaptaciones a las etapas vitales.
Cierto es que algunas enfermedades o el efecto de medicamentos también son origen de caídas, pero en ningún caso y como afirmaban algunos profesionales de la disciplina médica en las redes sociales, la causa de las caídas es el hecho de que la persona tenga una enfermedad y por tanto sujeta a un diagnóstico médico.
No, no podemos convertir cualquier hecho vital en una enfermedad. ¿Las caídas de los niños también son una enfermedad o están causadas por una enfermedad y están sujetas a un diagnóstico médico?, no, ¿verdad?, pues las caídas en los adultos tampoco son una enfermedad ni sujetas a un diagnóstico médico.
Las caídas, como dice la OMS (11) son sucesos involuntarios que hacen perder el equilibrio y dar con el cuerpo en el suelo o en otra superficie firme que lo detenga.
Entender que las caídas son resultado de varios factores, no solo, ni siempre ligados a enfermedades, es importante para también comprender y asumir que el abordaje para su prevención es interdisciplinar y que implica la participación de todos, profesionales, familia, servicios sociales, urbanismo, etc. Y conocer los factores de riesgo de sufrir una caída es crucial para diseñar e implementar estrategias de prevención en cualquier ámbito.
Como muestra de este abordaje interdisciplinar, con la visión de origen multifactorial de las caídas y sabiendo que son también un evento adverso de la hospitalización, de la asistencia sanitaria en general y uno de los principales eventos centinela de la Joint Commission International (12), la implantación de la Guía de Buenas Prácticas para la prevención de caídas (13) de la Asociación de Enfermeras de Ontario (RNAO) del Programa de Centros Comprometidos con la Excelencia en Cuidados (CCEC®) está aportando importantísimos resultados en salud muy favorables.
En el estudio llevado a cabo por Alcañiz et all (12) sobre 31.486 pacientes, de 7 centros hospitalarios españoles adheridos al Programa de CCEC®, demostraron una importante mejora en la implementación de intervenciones basadas en la evidencia para la prevención de caídas, como la valoración del riesgo realizado por las enfermeras o la planificación de los cuidados enfermeros de forma individualizada.
Algunos centros reportan datos de disminución en la incidencia de caídas tras la implementación de estas medidas de hasta el 72,34% (14,15), datos realmente impactantes en positivo.
A día de hoy son 30 instituciones española (hospitales, centros de atención primaria y centros sociosanitarios) quienes han implantado o están en proceso de implantación de esta Guía de Buenas Prácticas de Prevención de las caídas y disminución de lesiones derivadas de las caídas, implantación liderada por enfermeras, pero con la participación de todos los trabajadores de la institución, las familias y los propios pacientes.
El liderazgo enfermero realmente demuestra su impacto en el gran problema de las caídas.
Pero la prevención de caídas necesita la implicación y el trabajo activo de las enfermeras y de los fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, médicos, de los farmacéuticos, nutricionistas, de los celadores, técnicos auxiliares de cuidados de enfermería etc. También de los informáticos, por ejemplo, quienes deben modificar registros, generar bases de datos, formularios de recogida de datos, etc., o el personal de limpieza que se tiene que comprometer a dejar las camas colocadas en la posición más baja al acabar la limpieza, o señalizar los suelos mojados o que puedan ser de riesgo. Y por supuesto nada de esto es posible sin la implicación y el compromiso de la Dirección, de la Gerencia, quien debe hacer posible el cambio hacia una práctica basada en la evidencia y atajar el enorme problema de las caídas que son un problema de salud pública de máxima relevancia.