La comunicación es un proceso privilegiado y único que identifica el comportamiento humano (1) y constituye una parte esencial del trabajo de las enfermeras, que es el cuidado profesional de las personas.
La interacción enfermera/paciente, enfermera/usuario ha sido un motivo de preocupación y de estudio a lo largo del tiempo (2-3) y a nivel mundial, al constituir una parte fundamental en el desempeño de la práctica profesional de los cuidados. Tenemos que tener presente que aproximadamente el 80% del tiempo de trabajo de una enfermera está comunicándose con pacientes, familiares u otros profesionales del equipo, por tanto, la comunicación es factor clave y eje articulador de la práctica de los cuidados.
Teóricas enfermeras tan relevantes como Nigthingale, Henderson, Leininger, Watson o Peplau incluyen en el desarrollo de sus teorías sobre el cuidado la importancia de la interrelación enfermera/paciente como elemento clave de los cuidados (4).
La comunicación es una competencia básica de cualquier profesional de la salud y desde luego de toda enfermera. Pero es que en la relación enfermera/paciente, además de incluir la comunicación social o habitual que se mantiene en el día a día, se necesita establecer otro tipo de comunicación mucho más específica, la comunicación terapéutica. Esta comunicación terapéutica es más compleja, es aquella que realmente establece una relación de ayuda que impacta positivamente en la salud de la persona. Es una relación que se establece con el paciente, con su familia y entorno.
Las enfermeras se comunican con los pacientes para apoyarles en su proceso de enfermedad, en sus vivencias, ante el sufrimiento o el desconocimiento de su proceso de atención y ante expectativas inciertas (5). The College of Nursing of Ontario señala que la profesión enfermera se centra en la relación terapéutica basada en el conocimiento y el entrenamiento de habilidades para conseguir el bienestar del paciente (6).
La enfermera asume un rol de colaboración con el paciente tratando de conocerle lo mejor posible y en conjunto, de una forma holista, atendiendo a sus necesidades, sus preocupaciones, indagando en su motivación, sus valores, reforzando sus recursos y potencialidades. En la comunicación terapéutica el paciente es el protagonista, la enfermera le escucha de forma activa y le acompaña en su proceso hacia la consecución de objetivos comunes. La enfermera adopta una actitud facilitadora y de respeto en todo momento (7).
La investigación ha demostrado que la comunicación repercute directamente en la adherencia al tratamiento de los pacientes, con todo lo que esto supone. Porque el problema del incumplimiento del régimen terapéutico constituye, como dice la propia OMS, un problema mundial de gran magnitud con importantes consecuencias sobre la persona y su enfermedad y desde luego sobre la economía de los países, que afecta directamente a la sostenibilidad del sistema sanitario.
La comunicación es una competencia básica de cualquier profesional de la salud y desde luego de toda enfermera
También la investigación ha demostrado que algunos de los factores determinantes para lograr una buena adherencia al tratamiento y que están directamente relacionados con la comunicación profesional/paciente, son la falta de tiempo disponible en las consultas o en cualquier acto de atención a la salud, las competencias comunicativas del profesional, el uso de un lenguaje difícilmente comprensible o ambiguo u otras dificultades derivadas del entorno. No establecer una relación adecuada entre el profesional y el paciente es factor clave y predictivo del incumplimiento del tratamiento (8).
La actitud, la disponibilidad y la calidad de la comunicación entre los profesionales y los pacientes son determinantes para una buena adherencia al tratamiento (9) y ha demostrado además disminuir su ansiedad, mejorar sus habilidades para el autocuidado y mayor satisfacción con la atención recibida (5). Es más, se sabe que, durante el ingreso hospitalario de los pacientes, ejerce mayor influencia sobre su satisfacción la calidad de la comunicación que otros aspectos más técnicos del cuidado (6).
Otro aspecto importante también a tener en cuenta es que la comunicación impacta directamente sobre el nivel de alfabetización en salud (AS), que abarca tanto la comprensión del paciente, como su capacidad para procesar e interpretar la información sobre salud que recibe.
El nivel de AS ha demostrado ser un factor explicativo y causal de la capacidad de los pacientes para gestionar su autocuidado y cumplir su régimen terapéutico, al comprender o no las explicaciones ofrecidas por los profesionales de la salud (10). Un bajo nivel de AS se asocia con una falta de comprensión de conceptos y con ello una peor gestión de la enfermedad y de sus actividades de autocuidado, también con el aumento de errores en el cumplimiento del tratamiento, menor adopción de medidas preventivas y dificultad para entender consejos de salud.
Los últimos estudios hablan de que el 50,8% de la población española tiene un nivel de alfabetización en salud problemático, es decir, difícilmente pueden comprender el significado de la información de salud y de cuidados que reciben y tienen dificultades para identificar cuándo necesitan asistencia sanitaria (11).
Las enfermeras somos responsables de tomar las medidas necesarias para mejorar la comunicación terapéutica y con ello mejorar la salud de los ciudadanos, porque la comunicación es un elemento constitutivo de la salud. Sin comunicación no puede haber salud.
Bibliografía
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