España es uno de los países con mayor esperanza de vida no solo del entorno europeo, sino de todo el planeta. Según la estadística que ofrece el Banco Mundial tenemos una de las expectativas de vida más altas del mundo, en concreto 83,2 años. De acuerdo a las Proyecciones de Población 2022-2072 del Instituto Nacional de Estadística (INE), la esperanza de vida alcanzaría en 2071 los 86 años en los hombres y los 90 en las mujeres en la llamada cuarta edad, la de los octogenarios o de vejez avanzada. La tasa de dependencia de los mayores subirá del actual entorno del 30% al 50,8%, según el INE. Habrá más mayores y más dependientes.
Pero la dependencia no afecta sólo a los mayores. Las últimas cifras del INE nos hablaban de una tasa de discapacidad con enfermedades crónicas del 8,9% de la población total. Un problema de salud mental, la depresión, se presenta como una de las dos principales enfermedades (además de la artritis) asociada a la discapacidad, dándose en el 22% de los casos. Hay una necesidad social de atención en estos campos que va más allá de las personas mayores.
Es en este contexto, no es casualidad que se generen sinergias y lecciones compartidas entre residencias de mayores, clínicas especializadas en salud mental y centros de neurorrehabilitación y rehabilitación física, como demuestra la adquisición por parte de ORPEA de la Clínica López Ibor o del referente en neurorrehabilitación con Centro Lescer.
Los trastornos de la conducta alimentaria, adicciones, la esquizofrenia, los brotes psicóticos y, por supuesto, la depresión, son los problemas de salud mental más abordados en la López Ibor. La salud mental va a suponer (y supone ya) uno de los principales problemas de este siglo en todas las franjas de edad. La última ‘Encuesta europea de salud’ cifraba en el 5,4% la población a las personas algún tipo de cuadro depresivo, casi 2,1 millones de personas. Otras fuentes elevan las cifras a 3 o 4 millones de personas, casi el doble.
La depresión no es la única enfermedad asociada a la discapacidad. Un importante porcentaje de personas con discapacidad ha sufrido accidentes cerebrovasculares (7,8%), daño cerebral adquirido (4,20%) o parálisis cerebral (1,95%) según el INE. En España más de 435.400 personas viven con Daño Cerebral Adquirido (DCA), según la Federación Española de Daño Cerebral (FEDACE). Las secuelas de una lesión cerebral a menudo se pueden paliar pero requieren centros muy especializados en este tipo de rehabilitación. La neurorrehabilitación en Centro Lescer, con especial atención al DCA por ejemplo, emplea técnicas que combinan robótica, entornos de realidad virtual o salas de estimulación multisensorial a cargo de profesionales multidisciplinares (médicos, fisioterapeutas, logopedas, neuropsicólogos, psicólogos, terapeutas ocupacionales, trabajador social).
Más del 80% de los casos de daño cerebral tienen su origen en un ictus. Aunque los ictus afectan más a la población mayor diversos estudios vienen advirtiendo desde los años 90 sobre la relación entre estos accidentes cerebrovasculares y el consumo de drogas en otras franjas de edad. Neurology concluyó que de los pacientes de 25 a 56 años ingresados con ictus en Maryland, un 45% al consumo de cocaína y en un 9% al de heroína. En la misma línea, la Sociedad Española de Neurología, en su Guía oficial para el tratamiento y diagnóstico del ictus, concluye “que el riesgo en personas de ambos sexos de cualquier edad es el 50% superior en fumadores”, mientras se recomienda reducir el consumo de alcohol.
De nuevo, igual las patologías psicológicas y psiquiátricas, el ictus representa un área de conocimiento compartido entre nuestros centros, que tratan a pacientes de todas las edades, pero participan en un esquema estratégico de aprendizaje con las residencias de mayores.
Por ejemplo, el esquema de la Clínica López Ibor ha servido para establecer una residencia de mayores 100% especializada en problemas de salud mental. Los centros de psicogeriatría son un recurso tan escaso como demandado.
Por su parte, Centro Lescer comparte sinergias con uno de nuestros centros especializado en rehabilitación, que atiende a pacientes de todas las edades que precisan tanto de rehabilitación física como neurológica (vasculares, degenerativos, neuromusculares), de daño cerebral adquirido, pero también por enfermedades degenerativas como el Parkinson y otras que además son enfermedades raras, como la Esclerosis Lateral Múltiple (ELA).
La movilidad de profesionales entre nuestras áreas de salud mental, neurorrehabilitación y residencias permiten aprovechar este aprendizaje común. Los conocimientos de los profesionales y la organización de clínicas o centros de rehabilitación (física y neurológica) son valiosísimos para el resto de residencias. Ya sea para cuidar la salud mental–la figura del psicólogo forma parte de todas las residencias– o para mejorar la atención en el resto de unidades de vida diferenciadas –unidades de grandes dependientes o Unidades Protegidas de Alzhéimer y otras Demencias–.
El envejecimiento de la población tendrá un fuerte impacto económico y social. Un reto social en el que será muy útil el know-how de un modelo diversificado e interdisciplinar.
María de la Mota Nicolás-Correa