El Seminario Internacional “Drogas, vulnerabilidades y territorios urbanos” celebrado en Fortaleza (Brasil) organizado por el Ministerio de Justicia de ese país y por COPOLAD a finales del mes de abril pasado, nos brindó la oportunidad de contemplar el sector de las drogas desde un prisma diferente al que estamos acostumbrados: el de la cooperación para el desarrollo, un enfoque que ensancha e ilumina las posibilidades de intervención en adicciones.
El comunicado final del evento proponía “una nueva generación de políticas de drogas más eficaz y humana”, algo que estamos necesitando no solo en América Latina y Caribe sino también en Europa y en España. https://copolad.eu/es/finaliza-el-seminario-internacional-drogas-vulnerabilidades-y-territorios-urbanos-en-fortaleza-brasil/
A los profesionales españoles nos sienta bien oír hablar de políticas de drogas relacionadas con la lucha contra la exclusión, la violencia y la pobreza; de desarrollo comunitario, económico y urbano; de enfoques basados en la promoción de salud mental y la igualdad de género. Nuevos enfoques y experiencias que contribuyen a renovar un discurso sobre las drogas, en ocasiones, anclado en viejos esquemas.
En el caso de España nos referimos a argumentos según los cuales las drogas ya no interesan a los ciudadanos en las encuestas, cuando la verdad es que la pregunta está mal planteada, ya que deja fuera a numerosos problemas relacionados con las adicciones que preocupan a la ciudadanía; a cuando se alimenta el corporativismo pregonando que corremos el riesgo de desaparecer como sector si nos aproximamos demasiado a salud mental o a atención primaria; o a cuando se afirma que el mayor problema de la prevención es su falta de evidencia científica, obviando la falta de inversión y de apoyo a sus profesionales.
Las medias verdades y los temores corporativos no van a estimular el avance científico del sector, ni a promover el impulso político, ni a facilitar la aproximación a la ciudadanía ofreciendo las alternativas que las nuevas necesidades requieren.
«Ha llegado la hora de renovar el discurso de la prevención de adicciones en nuestro país»
A tal efecto, sería deseable introducir algunos cambios, uno de los cuales sería que el sector estuviera más abierto al diálogo y a los avances que se producen en otras áreas del conocimiento y de la práctica (no basta con hacer profesión de fe interdisciplinar) y, otro, podría consistir en incluir la comunicación en la formación de sus profesionales. No se trata solo de que los periodistas comuniquen mejor cuando hablen de drogas, se trata también de que los profesionales de las adicciones sean buenos comunicadores y aprendan a hablar los idiomas que les permitan entenderse con otros actores profesionales, políticos y ciudadanos.
Probablemente ha llegado la hora de renovar el discurso de la prevención de adicciones en nuestro país. La prevención de adicciones debería hablar de autonomía, empoderamiento, emancipación y derechos humanos. Tendría que promover las habilidades sociales y emocionales necesarias para el desarrollo integral de la persona y una educación en valores capaz de analizar críticamente determinados valores tradicionales relacionados con el consumismo, la competitividad y la violencia. Sus planes tendrían que engarzar y potenciar los de igualdad, de desarrollo de la infancia y la adolescencia, de salud mental o de desarrollo urbano saludable y sostenible. El nuevo urbanismo tiene mucho que decir sobre prevención ambiental.
En suma, el discurso preventivo debería estar explícitamente a favor del desarrollo humano, la emancipación y la justicia social.
El enfoque de la cooperación para el desarrollo representa una buena oportunidad para ampliar la mirada sobre el fenómeno de las adicciones y su vinculación con el modelo de desarrollo socioeconómico hegemónico. En este momento, resulta muy difícil separar la comprensión de las adicciones del modelo de desarrollo hiperconsumista en el que estamos inmersos.