¿Se pueden sustituir a día de hoy las consultas presenciales de las personas con patologías crónicas por una atención telemática para su seguimiento y control? Sin lugar a duda, el uso de la telemedicina permitirá y facilitará una importante reorganización de los sistemas sanitarios mediante el uso de comunicaciones telemáticas frecuentes con los pacientes. Ahora bien, no por eso se debe dejar de reflexionar acerca de un modelo asistencial sobre el que todavía hay muchos interrogantes a los que dar respuesta antes de hablar de la telemedicina como una alternativa realista para determinados pacientes.

Durante la pandemia, se ha puesto de relieve que ciertas visitas presenciales son realmente necesarias; que hay aspectos que hay que mejorar como el acceso, la eficacia, la eficiencia y la rentabilidad de las TICs; y que no siempre la telemedicina puede ser para todos, pues los pacientes tienen un grado variable de acceso a nuevas tecnologías.

Además de todo esto, existe también una gran falta de formación tanto de los pacientes en su empleo, como de su integración por parte de los profesionales sanitarios en su rutina asistencial. A todo esto se suma, asimismo y aunque no se hable tanto, que se carece de un marco jurídico específico y claro, el cual es más importante de lo que parece, pues de lo que se trata es de datos personales de salud muy sensibles.

Por todo esto, se debe hacer un ejercicio de dentro hacia fuera, valorar lo que hay, lo que falta y cómo conseguirlo, si realmente va a reportar un avance en cuanto a calidad asistencial. Es por ello que lo ideal, como en cualquier ámbito y entidad, previamente se debe hacer análisis DAFO sobre la telemedicina, como el que a continuación se recoge:

DEBILIDADES

Falta de conocimiento y confianza en las soluciones de la salud electrónica entre los pacientes y los profesionales de la salud.

Falta de formación en las facultades de Medicina de este tipo de asistencia.

Falta de interoperabilidad entre las soluciones de la salud electrónica.

Necesidad de infraestructura (telecomunicaciones y tecnología) y capacitación para la utilización del servicio por parte de los profesionales y los pacientes.

Más tiempo para llevar a cabo la consulta (según qué tipo de consultas).

Mayor riesgo en el diagnóstico al no disponer de exploración física y datos aportados por el paciente.

Obligación de emitir un informe una vez finalizada la consulta para evitar malas interpretaciones de diagnóstico o de tratamiento.

Ausencia de un marco jurídico específico.

AMENAZAS

Población envejecida con limitación para la comprensión y la comunicación telefónica de calidad.

Rechazo al cambio del modelo asistencial.

Afectación a la relación médico-paciente.

Miedo a los problemas legales por problemas de confidencialidad o errores diagnósticos.

Miedo a que la Administración reduzca las plantillas de profesionales, dado que la telemedicina genera menos costes.

Mayor cobertura: entregar una respuesta oportuna a las necesidades de atención y diagnósticos en zonas donde no se disponen de especialistas médicos o poder consultar con especialistas de otro centro.

Evitar ingresos / visitas a urgencias.

Disminución de riesgos (en situaciones de pandemia).

FORTALEZAS

Experiencia de la teleconsulta durante la pandemia de la COVID-19.

Disponibilidad actual por parte de los sistemas sanitarios para desarrollar este modelo asistencial.

No precisa de locales específicos.

Se puede llevar a cabo por distintos profesionales sanitarios.

Posibilidad de una mayor amplitud de horarios de atención.

OPORTUNIDADES

Disminución de los tiempos de atención: tener acceso al especialista con rapidez.

Disminución de la brecha geográfica.

Reducción de los costes de traslado (paciente y cuidadores).

Atención continuada: recibir los resultados de los exámenes en un plazo de tiempo reducido.

Así las cosas, y pasando a responder a la cuestión inicialmente planteada (¿se pueden sustituir hoy en día las consultas presenciales de las personas con patologías crónicas por una atención telemática para su seguimiento y control?), destaca la evidencia de que, la telemedicina, sin más desarrollo, a día de hoy, no puede sustituir totalmente el espacio de la consulta presencial; ahora bien, lo que sí puede hacer es mejorar la calidad de vida de los pacientes en otros muchos aspectos. Y esto, hay que valorarlo, potenciarlo y trabajar desde las asociaciones de pacientes para conseguirlo, pues estas últimas juegan en todo esto un papel esencial.