No se ve. Y si no se ve, no existe. ¿Verdad?
Esa yo creo que es una de las cosas por las que el suelo pélvico es uno de los grandes desconocidos en nuestro cuerpo.
Y lo cierto es que no es fácil imaginar o visualizar de manera clara cómo están o cómo funcionan estos músculos.
Seguro que si te explico la función de los músculos que cierran la cavidad bucal lo ves a la primera: son músculos que se emplean para comer, silbar, hablar, gritar etc. y que tienen la capacidad de cerrar y abrir a nuestra voluntad la boca.
Hasta ahí todo claro.
¿Qué sucede entonces con los músculos del suelo pélvico?
Los músculos del suelo pélvico hacen la misma función, pero en otra parte del cuerpo. Es decir, se encargan de cerrar nuestra pelvis por la parte inferior evitando así que las vísceras y órganos pélvicos salgan hacia el exterior, pero al mismo tiempo debemos tener la habilidad de poder relajarlos y contraerlos para cosas tan importantes como orinar, defecar, o tener relaciones sexuales.
De ahí que cuando estos se debilitan o se dañan, empiecen a aparecer algunas de las patologías que socialmente no están muy bien visibilizadas, pero que afectan a un gran número de la población.
Según los estudios, más del 49 % de las mujeres sufren algún tipo de disfunción del suelo pélvico a lo largo de su vida.
“El suelo pélvico es uno de los grandes desconocidos”
Esto, traducido a un lenguaje que todos podamos entender, supone que casi la mitad de la población femenina sufre o sufrirá incontinencias urinarias (pérdidas de orina), prolapsos (que es cuando una víscera pélvica se descuelga por la vagina), dolores intensos en las reglas, dolor en la relaciones sexuales o incontinencias fecales.
Un dato que sorprende es que solo un 57% de las mujeres que padecen estos síntomas solicita asistencia médica, esto se debe seguramente al gran tabú que sobre muchas de estas disfunciones hay todavía, donde se tiende a normalizar y a quitarle importancia. Pero, obviamente, a costa de pagar un alto precio en su calidad de vida.
Las personas que padecen este tipo de disfunciones suelen comenzar un peregrinaje a través de los diferentes escalones de la asistencia sanitaria, pasando por ginecología, urología o coloproctología que son las especialidades médicas que se encargan del cuidado de la salud de esa zona.
Pero suele darse una circunstancia paradójica: ninguna de estas especialidades centra su atención y su asistencia en los músculos del suelo pélvico.
Esto es debido a que esta musculatura y huesos deberían ser tratados por los traumatólogos y médicos rehabilitadores, pero habitualmente los pacientes no son derivados a estos o, incluso cuando sí son remitidos, por lo general vuelven a ser rebotados por no saber cómo tratarles.
Lo que sí podemos afirmar es que, según las evidencias, lo primero por lo que se debería comenzar el tratamiento no es por la medicación y mucho menos por la cirugía, sino que se debería animar a esos pacientes a comenzar un programa de rehabilitación del suelo pélvico basado en ejercicios terapéuticos, rehabilitación y la utilización de determinados aparatos que permitan mejorar la contracción de estos músculos.
De este proceso se encargan los fisioterapeutas especializados en suelo pélvico que, pese a que es una rama minoritaria dentro de la fisioterapia, cada vez la presencia en las universidades y centros públicos es mayor.
Tenemos en nuestras manos lograr que ese 57 % de mujeres y hombres que deciden dar un paso y mejorar su calidad de vida encuentren resultados.
Kike Montero Pau