Todos los que están vinculados en la industria de la salud tienen conocimiento de los riesgos a los que se enfrenta en la actualidad respecto a la continuidad del negocio per se del sector salud. Inciden varios factores o elementos que resultan importantes para tomar conciencia, pero, sobre todo, tomar medidas para poder enfrentar los retos que día a día se presentan.
Cuando se hace referencia a la continuidad del negocio es sobre la base en la salud que se conoce hoy en día, con los stakeholders, con el sistema de financiamiento, las legislaciones y las gestiones actuales. Si bien es cierto, que algunos de estos 4 elementos, que se mencionan, puede estar actuando de manera proactiva, visionaria o innovadora, lo bien cierto es, que estos elementos no están al unísono bailando el mismo ritmo ni al mismo compás.
Se ha hablado en muchos escenarios de la gestión basada en el riesgo, desde sus inicios en el sector industrial, y en esta área, con algunas de las certificaciones de calidad que implementan el riesgo como un aspecto vital para llevar a cabo una debida gestión en el sector salud. Sin embargo, esto no siempre ha permeado a todos los niveles de la institución, o en el peor de los casos, no se ha implementado ni siquiera en las estrategias de una determinada organización. En este sentido, si se estuviese hablando de cualquier rama de servicios, no se estuviera escribiendo estas líneas, debido a que en el sector salud no existen las vacaciones ni días off para reinventarse y poner un plan en marcha a última hora.
Ejemplo de esto fue la pandemia de la COVID, la cual tomó desprevenidos a todos los agentes que intervienen en esta actividad, pero que, a estas alturas tampoco se ha visto como una lección aprenda para incorporar la gestión del riesgo de manera práctica y transversal en las diferentes entidades (sin importar a cuál se esté haciendo referencia: Estado, farmacéuticas, hospitales, aseguradoras y cualquier otro agente de interés).
En salud la continuidad del negocio per se, es un factor crucial para garantizar una atención ininterrumpida, asequible, eficaz, de alta calidad a los pacientes y sostenible en el tiempo y para generaciones futuras. Los riesgos que amenazan esta continuidad son diversos y abarcan desde cuestiones de reputación hasta problemas asistenciales, financieros y ambientales. A continuación, se detallan estos cuatro riesgos para poder identificar las fallas que se puede detectar a menudo y poder hacer recomendaciones de acciones a tomar en cuenta para las gestiones en la que se interviene.
Riesgo reputacional: Este riesgo ha tomado un auge e importancia en las últimas décadas, impactando de manera directa y negativa cuando no se es capaz de reaccionar ante las situaciones que se presentan o cuando se carece de estrategias para prever los hechos que podrían impactar de manera negativa una organización. A pesar de ser un activo intangible, es conocido por todos los de la industria, que afecta terriblemente la confianza de los pacientes o usuarios. Muestra de ello son eventos adversos o fallos en la atención que no se gestionan de forma transparente, violaciones a la privacidad de datos personales, casos de promoción de medicamentos para usos no aprobados y riesgos no comunicados, entre otras que se ha visto en el ejercicio cotidiano.
Riesgo asistencial: Con los riesgos asistenciales se está afectando la calidad de la atención y la seguridad del paciente, elementos esenciales para el cumplimiento de la misión de cualquier entidad que se dedique al sector salud. A pesar de estos riesgos encontrarse debidamente identificados y que cuentan con controles, tanto a nivel normativo como a nivel de gestión de calidad, no se puede olvidar que existen inobservancias y faltas de actualizaciones de las matrices de riesgos con los planes de mitigación debidamente socializados con el equipo de colaborades, sin contar con las sobrecargas de trabajo que algunas áreas tienen a su cargo.
Riesgo financiero: No se puede olvidar de que el sector salud es un negocio, sin importar si es público, privado o mixto. Todo esto porque se debe a una sostenibilidad financiera y se rige por el cumplimiento de un presupuesto para lograr los objetivos que se plantea cualquier institución, sin importar su objeto social. La visión de los riesgos financieros es lo que permitirá tener en cuenta la sostenibilidad de las operaciones, crecimiento, innovaciones, así como determinar pérdidas o lucro cesante a tiempo. En esta tesitura, la falta de diversificación de los ingresos, presupuestos deficientes y dependencias de contrataciones convencionales y no actualizados a las realizades del sector son las incidencias más comunes que no se toman en cuenta a la hora de valorar esos riesgos.
Todo esto sin contar que, los riesgos financieros no solo se desprenden de factores internos, sino que existen otros agentes, políticas, acciones y normativas que intervienen directamente en la actividad y deben ser asumidos de manera obligatoria y automáticas por el sector salud. Casos que resultan ser catastrófico para cualquier industria, si no somos capaces de analizarlos y tomar medidas al respecto.
Riesgo ambiental: Este es uno de los riesgos que menos se tienen en cuenta y que en los últimos tiempos es el que mayor impacto está creando al entorno físico como la sostenibilidad económica. No se cuenta con identificación de los riesgos de los que se está expuesto dicho sector, falta de preparación ante desastres naturales, instalaciones con infraestructura obsoleta, uso excesivo de recursos no renovables, la poca adherencia de las normativas y medidas para el uso desmesurado de desechos peligrosos. En este riesgo, al igual que el asistencial, se peca por la falta de capacitaciones y concientización de los colaboradores de poder identificar y tener medidas de mitigación, y mucho menos de cómo se puede compensar cuando se debe asumir ese riesgo por completo e inevitable.
En cualquier clase de gestión de riesgo se podrían indicar los métodos y formas en que enfrentar lo que se ha mencionado previamente: identificando y priorizando los riesgos potenciales según su probabilidad de ocurrencia y el impacto que tendrían en la continuidad del negocio, y luego de ello, establecer una planificación de las respuestas ante la ocurrencia de alguno de estos riesgos. No obstante, eso se queda en papeles o planificaciones que no llegan a la parte operativa que es quien debe reaccionar ante los imprevistos.
Es aquí donde viene la preocupación sobre la continuidad de una forma sostenida y proactiva. Se debe ser capaces de crear conciencia e identificar en qué parte se está fallando como institución, estableciendo 3 estrategias sencillas y a la vez arduas de ejecutar:
Capacitación continua del personal: Asegurar que el personal esté constantemente actualizado en normativas, tecnología y protocolos, pero sobre todo que sepan ACTUAR ante la presentación de las situaciones que se han identificado.
Innovación y tecnología: Aprovechar herramientas de gestión digital para la detección y monitoreo de riesgos, teniendo informes de mejoras que nos permita mejora continuamente en esas pequeñas cosas que estamos fallando o podemos hacer mejor.
Implementación de políticas prácticas y sostenibles: Establecer políticas prácticas y ejecutables, donde la implementación de la matriz de riesgo no resulte ajena a su operatividad y que se mantengan en el tiempo, haciendo de esto una cultura dentro de los colaboradores.
La continuidad del negocio en el sector salud no solo garantiza el bienestar de los pacientes, sino también la resiliencia y sostenibilidad de todo el ecosistema que formamos parte del sector salud. Una gestión de riesgos eficaz, adaptada a los desafíos actuales y anticipando posibles crisis, permite que los stakeholders no solo sobrevivan, sino que prosperen y se adapten a un entorno en constante cambio.