Casi siempre es la primera persona del sistema sanitario con el que contactamos y posiblemente sea también el último. Sin embargo, aunque el colectivo llamado “no sanitario” (o mejor llamado “personal de gestión y servicios”) es un importante partícipe, frecuentemente es minusvalorado, injustamente.
Varía del entorno de la Atención Primaria a la Especializada, o de llevar a cabo gestiones internas o estar de cara al público, pero aunque su descripción de competencias estén claramente descritas, al estar trabajando en la variabilidad que implica la salud, conlleva frecuentemente a implicarle más allá, hasta el punto que la carga y el sinfín de tareas inespecíficas a los que hacer frente, hacen que su figura sea imprescindible para el correcto funcionamiento de un hospital o centro de salud, centrado en el paciente. Ninguno está para servir, pero todos lo están para atender sus necesidades.
La recepción de llamadas, gestión de citas, el control de entrada, la atención del público, la informatización y ordenación de datos y expedientes, su tramitación y análisis, el ir y venir del paciente, de los resultados de sus pruebas diagnósticas, la higiene personal, la limpieza del local, la adecuada alimentación y horario …, son solo algunos ejemplos.
La adecuada cultura de seguridad del paciente y calidad debe ser objetivo esencial de todos los profesionales del sistema sanitario, pero es que, además, situaciones como los malos tratos, la violencia de género, la dependencia, el mal estado emocional, el riesgo de suicidio, la adquisición de buenos hábitos de vida, etcétera, son aspectos de la salud que no se deben abordar solo desde la óptica sanitaria.
Es evidente que se debe potenciar la tecnología. Las oportunidades que ofrecen las TICs para la comunicación del paciente con los integrantes del sistema sanitario facilitarán el contacto, su frecuencia y su calidad, pero el factor humano siempre será insustituible.
La felicidad y satisfacción en el trabajo se traduce en la forma con la que es desarrollado, por lo que para que la humanización llegue al paciente a través de los trabajadores, estos han de haber sido también cuidados.
“La adecuada cultura de seguridad del paciente y calidad debe ser objetivo esencial de todos los profesionales del sistema sanitario”
La percepción de bienestar es subjetiva y el profesional que está expuesto de forma reiterada al sufrimiento humano y a un entorno muchas veces de urgencia, se puede ver afectado emocionalmente, dependiendo de la fortaleza de su personalidad y la resiliencia (capacidad de superar la adversidad). Ambos aspectos deben ser atendidos y fortalecidos mediante la formación y la motivación.
En general, todo el colectivo de profesionales, sanitarios y no sanitarios, han de ser valorados y atendidos. En cambio, la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias de 2003 nos da la impresión de aumentar la brecha al haber dejado excluidos a los “no sanitario” / “personal de gestión y servicios”.
Desde el colectivo de pacientes creemos firmemente en su labor, potencial humano y que tanto tienen para aportar al sistema sanitario, pues se adaptan de forma continuada a las diferentes condiciones para prestar el mejor servicio.
José Luis Baquero Úbeda, Juan Carlos García Benito, Marina Baquero Zazo y Ana María Mencía Altozano