En todas las épocas de la Historia, se demuestra la presencia del acompañamiento a la mujer durante su proceso de parto, como una de las actividades más antiguas del mundo. A través de los años, esta sublime actividad se ha convertido en una especialidad, que ha ido evolucionando y su regulación de la misma manera.
Dentro del marco de mejora continua, la matrona se capacita continuamente, esto la acredita para identificar y reconocer cuando el proceso fisiológico del parto presenta algún riesgo, de tal manera que se tiene muy presente el concepto y actitud de trabajar en complemento y armonía con otras especialidades, coordinando su actitud con el equipo materno perinatal y remitiendo a las pacientes de manera ética, al servicio correspondiente.
En resumen, nuestra filosofía es trabajar en equipo y en un entorno propicio favorable, de formación continua y meramente brindar calidad de atención propiamente dicha.
La evidencia demuestra que los tiempos en que el profesional de la salud era el protagonista único en la toma de decisiones, ha cambiado y seguirá cambiando, puesto que las nuevas tecnologías y la información cada vez más asequibles, obligan al personal de salud a actuar, ya no con una visión unilateral sino todo lo contrario. Por tanto, el paciente tiene un papel más activo y decisivo respecto de su cuerpo y de su vida.
Estamos viviendo un enfoque del paciente, cada vez más exigente. Sin duda, ¿estaremos afrontando y experimentando aquel término que dice … “el profesional propone y el paciente dispone?” Esto obliga a ser más competentes, cualificados y prestar una atención de calidad a las mujeres en edad reproductiva, a los recién nacidos, a sus familias (antes y durante el embarazo) el parto, el puerperio y en etapas posteriores.
En mis años de trabajo asistencial, tuve la oportunidad de ver el nivel de conocimiento de la pareja frente a la actitud y aptitud del profesional respecto de su atención y va en aumento su implicancia, con lo cual no podemos evitar el plantearnos si esta actitud respecto del usuario llegará a ser una ventaja o desventaja.
Lo que es indudable, es que esto exigirá una continua visión de atención de calidad y atención interdisciplinar, ofreciendo también el acceso de las pacientes a los servicios de apoyo social y emocional que pudieran requerir, antes, durante y después del trabajo de parto, lo cual da seguridad y confianza en la pareja.
No cabe duda que mantener una comunicación eficaz con las mujeres y sus familiares, conocer y tener en cuenta sus expectativas y sobre todo reconocer y respetar sus derechos; el respeto a su dignidad (que en el caso específico del maravilloso momento del parto debe estar implícito) es vital, si queremos hablar de calidad de atención. No basta con ayudarla a parir y que esto sugiera una estadística más, el respeto a sus emociones debe seguir formando parte de lo asistencial. Está demostrado que el cariño, el respeto y la profesionalidad ofrecidos, ayuda a mejorar la confianza.
Lo real es que las matronas hemos encontrado en nuestra profesión un medio a través del cual, gracias a la cercanía con la paciente, cumplimos (entre otras) con la visión de un mayor acercamiento al parto en el que la madre tenga protagonismo.
Nuestra privilegiada profesión nos permite actuar con conocimiento y causa, con visión de equipo durante la etapa de salud reproductiva de la mujer y su pareja. Esta atención de calidad es la que brindamos las matronas de manera óptima, con la intención de liderar bajo el perfil de competitividad humano, social, asistencial y de motivación.
Honrar la profesión y hacer de ella una herramienta válida que contribuya a disminuir la morbilidad y mortalidad materno perinatal y una adecuada Educación para la Salud, es lo que alienta nuestra labor asistencial “día a día “.
Elizabeth Tello Alva