En la actualidad, somos más conscientes de la importancia de la atención a la salud mental y su relevancia en todas las áreas de desarrollo de las personas y las sociedades. Uno de esos ámbitos especialmente destacados, de la salud mental y del que cada vez somos más conocedores de su importancia, es la salud mental en el trabajo.
La salud mental en el trabajo es un área de especial atención, dado que podríamos considerarla un eje vertebrador de la salud mental global de la persona, puesto que, el trabajo es una de las principales bases de realización y desarrollo de las personas, a nivel individual y social.
Es crucial, que tanto las entidades como los actores sociales correspondientes, tomen conciencia de este punto, debido a que con independencia de donde se encuentre el origen de la entidad de salud mental que abordemos, ya sea personal o laboral, repercute en la salud mental en el trabajo, por lo que es importante tanto la concienciación, como las estrategias de detección, apoyo y acceso a una intervención adecuada, libre de estigmas para mejorar el pronóstico y minimizar las posibles consecuencias derivadas.
Especialmente en este ámbito, el laboral, es fundamental detectar aquellas dinámicas laborales o situaciones que pueden presentarse tanto a nivel organizacional como específico del puesto, las funciones o las condiciones laborales, que conlleven la posibilidad de favorecer el desarrollo de entidades de salud mental asociadas a la esfera profesional y, en consecuencia, al ámbito laboral.
En este sentido, encontramos un perfil especialmente sensible a cuestiones de salud mental asociadas al desempeño de su trabajo, como es el caso de los profesionales intervinientes en situaciones críticas o emergencias. Esto es debido principalmente a la naturaleza de la labor que desempeñan y las características de la misma, lo que los sitúa en un punto de especial vulnerabilidad, en relación a cuestiones vinculadas con sus funciones y las características de la labor que realizan, por lo que el desarrollo de estrategias no solo de prevención, sino también de detección precoz, intervención y seguimiento, son fundamentales para la protección de la salud mental de este tipo de profesionales.
‘Cuando hablamos de salud mental, el riesgo cero no existe’
Los profesionales intervinientes son aquellos que por la labor que realizan se enfrentan a situaciones de emergencia o críticas, tanto en el abordaje de la misma, como en la recuperación del equilibrio de la situación tras la emergencia acaecida. Este tipo de situaciones suelen ser realidades muy duras con un alto impacto emocional, alta incertidumbre y estrés asociados, conllevan gran responsabilidad y pueden ser situaciones dramáticas presentadas de forma recurrente. Añadido a ello, pueden presentar riesgo vital para sí mismos o para terceros, o surgir de manera repentina, entre otras características.
Algunos ejemplos de profesionales intervinientes son equipos de emergencia sanitarios, personal médico y sanitario ubicados en hospitales o centros de salud y asistenciales, Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local, Protección Civil, FFAA, psicólogos, bomberos, departamentos de ONG destinados al abordaje de situaciones de emergencia y voluntariado, entre otros.
Enfrentarse a este tipo de situaciones conlleva una preparación previa, tanto técnica como mental y en aquellas profesiones que lo requiera, también, una preparación física, que permite afrontarlas de manera eficaz. Este tipo de preparación debe llevarse a cabo tanto a nivel individual como de equipo, puesto que el trabajo en equipo en este tipo de situaciones es crucial, así como la coordinación con otros equipos intervinientes para el abordaje eficaz de la situación.
Ante las situaciones de emergencia, la organización a la que pertenecen los profesionales desempeña un papel significativo y fundamental, tanto a nivel de prevención mediante el entrenamiento y la formación constante, como de apoyo y acompañamiento, durante y tras la situación de emergencia.
El apoyo brindado por el equipo y por la organización es vital para afrontar este tipo de situaciones tanto a nivel individual como de equipo, así como para pedir ayuda, en caso que sea necesario. Se presupone que este tipo de profesionales, “deben estar” preparados para enfrentar este tipo de situaciones. Sin embargo, este punto no hace que sean inmunes a ese impacto emocional, o que no sea necesaria tanto la preparación previa y continua, como la gestión posterior del suceso.
Del mismo modo, acudir a servicios de salud mental no reduce su profesionalidad, por lo que trabajar en esa concienciación, en reducir ese estigma, y facilitar los recursos necesarios en cuanto a salud mental, es prioritario cuando hablamos de profesionales intervinientes. En este punto, una vez más es importante subrayar, que cuando hablamos de salud mental, el riesgo cero no existe.
Los estudios nos indican que todas aquellas personas que se han visto expuestas a situaciones traumáticas tienen mayor probabilidad de desarrollar entidades de salud mental asociadas a ellas. En este sentido, los profesionales intervinientes de emergencias debido a la naturaleza de su trabajo y la frecuencia de exposición a situaciones críticas o de emergencia a las que deben enfrentarse, tienen una mayor probabilidad de desarrollar entidades de salud mental derivadas de ello. Algunos ejemplos pueden ser Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), síndrome de burnout, u otros como depresión, fobias, ansiedad generalizada o agorafobia, entre otros.
Por todo ello, es necesario desarrollar estrategias no solo de prevención, sino que se hace necesario y decisivo, el desarrollo y la implementación de estrategias de detección precoz por parte de las organizaciones a las que pertenecen este tipo de profesionales, así como brindar los apoyos necesarios, implementando estrategias de intervención o facilitando su accesibilidad, en cualquier momento que sea requerido por el profesional, y también valorar la implementación de atención psicológica inmediata tras hechos que pueden considerarse críticos o con un alto impacto emocional.
Todo ello, en favor de garantizar la gestión adecuada de ese impacto emocional, ocasionado por este tipo de situaciones en los profesionales encargados de abordarlas, y favorecer ese manejo de la situación dada, así como garantizar una adecuada salud mental de los profesionales intervinientes, para que puedan seguir desarrollando su trabajo de forma eficaz y en condiciones óptimas, tanto a nivel organizacional y de equipo, como individual.
Mª Dolores de la Cruz Fresneda, Psicóloga sanitaria y jurídica. Consultora Organizaciones y Empleo.