Este año de producirán 280.101 nuevos casos de cáncer en España, según informa la SEOM (Sociedad Española de Oncología Médica). Cada año mueren más de cien mil personas en España debido al cáncer. En los próximos años, la mortalidad por cáncer se incrementará de 113.000 casos en 2020 a más de 160.000 en 2040. El cáncer es la principal causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares. Es el enemigo de la salud y de la vida humana. El enemigo al que hay que combatir. Un enemigo contra el que hay que luchar. Contra el que hay que declarar una guerra total.
Por ello me gusta más emplear la palabra “guerra” que la palabra “lucha”. La lucha contra el cáncer tiene connotaciones limitadas, tácticas en todo caso, pero no estratégicas. He leído y debatido sobre las diferentes estrategias que, desde el marco de nuestro Sistema Nacional de Salud, se han elaborado. Pero en realidad no son planes estratégicos, son recomendaciones generales que, siendo correctas, no contemplan una estrategia completa para vencer al cáncer, como veremos más adelante al describir el concepto de guerra.
En la guerra contra el cáncer podemos hacer un símil como en todas las guerras. En las guerras hay un Estado Mayor, servicios de inteligencia, información y propaganda, servicios de logística y aprovisionamiento, cuarteles y centros de formación y entrenamiento de las tropas y servicios de protección de los ciudadanos. También está la industria bélica con la fabricación de armas, está la investigación en nuevas armas y procedimientos y, lo más importante, la financiación del esfuerzo bélico.
Luego está la organización del frente de batalla: el reconocimiento aéreo y terrestre, y la estructuración del frente en avanzadilla, primera línea, segunda línea, tercera línea y retaguardia. Todos apoyado con una supervisión mediante radares y satélites que muestran todos los movimientos del enemigo.
Este símil bélico nos puede facilitar una idea de cómo estamos organizados, cómo está organizado nuestro sistema sanitario, en nuestra lucha contra el cáncer.
Podríamos decir que la Avanzadilla estaría formada por la Atención Primaria. La Atención Primaria puede y debe hacer una gran labor:
- Acciones de promoción de la salud mediante hábitos y alimentación anticáncer.
- Acciones de detección precoz mediante screening a personas de riesgo y pruebas complementarias cuando haya sospecha o se detecte riesgo de cáncer.
- Agilizar las derivaciones a los especialistas.
Los radares deberían de identificar a toda la población de riesgo con el fin de actuar sobre ella de manera preventiva promocionando los hábitos saludables y favoreciendo el diagnóstico precoz.
La Primera Línea estaría formada por los especialistas (dermatólogos, neumólogos, urólogos, etc.). Son los responsables de diagnosticar de manera temprana el cáncer. De detectar la intrusión del enemigo y luchar contra él.
La segunda y la tercera línea estarían formadas por cirujanos y radio oncólogos. Son los tanques y los aviones. Acabando con el enemigo con el apoyo de los oncólogos.
En la Retaguardia situaríamos a los oncólogos médicos dando apoyo a las líneas dos y tres y rematando al cáncer. Serían el equivalente a la artillería pesada.
En esta guerra contra el cáncer, los servicios de inteligencia, de información y de propaganda, lo forman los profesionales epidemiólogos desde el área de salud pública, las redes de investigación, las sociedades científicas y médicas, las asociaciones de pacientes, la sociedad civil y las autoridades sanitarias. Descubriendo y evaluando las nuevas terapias y medicamentos logrados por la investigación académica y la industria.
Los satélites deberían mostrarnos el horizonte de terapias y medicamento en estudio o en ensayos clínicos, próximos a salir y los ya finalizados en espera de aprobación por las diferentes agencias y comisiones internacionales, europeas y españolas, estatales o autonómicas.
Hoy los tiempos de espera en la aprobación de fármacos son inadmisibles si constatamos que trascurren más de 517 días para que un medicamento aprobado por la Agencia Europea (EMA) sea financiado por el SNS y esté disponible para los enfermos. De 160 medicamentos aprobados solo 85 medicamentos están disponibles en España y el 41 % de medicamentos son de disponibilidad restringida. Mientras tanto, los enfermos se mueren y el enemigo va ganando la batalla.
La logística está constituida por la disponibilidad de los recursos bélicos necesarios: Centros sanitarios, equipamiento médico y tecnológico y profesionales sanitarios, así como la provisión de formación, reglas, protocolos y procesos.
Obviamente, la industria bélica está formada por la industria farmacéutica y biotecnológica y de las tecnologías sanitarias. Industrias que deben de trabajar coordinadamente con las redes de investigación, las sociedades científicas y médicas, las asociaciones de pacientes y las autoridades sanitarias, citadas anteriormente.
Y luego está el Estado Mayor, constituido por los generales, jefes y oficiales que marcan la estrategia bélica, los objetivos, las tácticas a seguir en cada caso y dirigen el desarrollo de la guerra.
Y, detrás de todos, el gobierno, formado por políticos, que, junto al Estado Mayor, marcan los objetivos y proveen de la financiación necesaria para el desarrollo con éxito de la guerra.
Como ven, todo estaría bien organizado si existiera un Estado Mayor y hubiera una vocación política resuelta a proveer de la financiación necesaria. El problema surge cuando los diferentes agentes no quieren asumir sus papeles. Cuando los políticos quieren hacer de soldados y los soldados de políticos, y las diferencias entre el Estado Mayor y el Gobierno se difuminan. Cuando, como en España, hay 17 Gobiernos y 17 ¿Estados Mayores?, cuando no hay un Estado Mayor Conjunto profesional y no politizado que pueda poner en marcha los planes establecidos para conseguir los objetivos marcados.
El problema es cuando los diferentes recursos y dispositivos sanitarios, públicos y privados, no están coordinados. Cuando los políticos de desentienden de la Sanidad privada o, en todo caso, la atacan. No se dan cuenta que hay una sola Sanidad y ellos son responsables, por mandato de nuestra Constitución, de cumplir con el derecho de los ciudadanos a la protección de la salud. No parecen ministros o consejeros de Sanidad o Salud. Parece que se limitan a la Sanidad Pública, olvidándose de aquellos ciudadanos que son atendidos por la Sanidad Privada o por ambas. Cuando la Sanidad se usa como arma arrojadiza entre los políticos que están en los gobiernos o en la oposición.
Espero que este símil que he realizado nos ayude a entender la necesidad de organizar esta guerra contra el cáncer de manera más completa, más estructurada y mejor organizada, para ir venciendo cada batalla y, al final ganar la guerra, que nos ayudará a su vez a ganar el resto de las guerras declaradas contra las enfermedades.