Las emociones son una parte importante de nuestra vida, pero muy pocas veces nos paramos a pensar en ellas, analizarlas o a pensar por qué las sentimos. Siguiendo la línea de las formaciones que proporcionamos, me gustaría preguntaros: ¿Qué son las emociones? Me equivocaría muy poco si digo que nos ha costado encontrar una respuesta clara, y muy probablemente hemos divagado un rato… La verdad es que sabemos muy poco sobre nuestras emociones. Las emociones y sentimientos están presentes todos los días, forman parte de nuestros sistemas de pensamiento, de análisis y de nuestros mecanismos de protección y supervivencia. Pues sí, así de importantes son.
Permíteme proporcionar una definición para entendernos mejor. Una emoción es una respuesta psicofisiológica de reorganización de nuestro organismo como respuesta a una situación o evento, percibido por nuestros sentidos o por nuestro pensamiento. En palabras más simples, si cogemos un vaso de leche muy caliente apartamos la mano de inmediato para evitar quemarnos. Esta situación no la analizamos, no tenemos tiempo a dar un juicio y pensar en una acción, es un acto reflejo, simplemente reaccionamos. Las emociones son un sistema de supervivencia que tenemos para protegernos frente a peligros, reales o ficticios, que nos permite reaccionar en milésimas de segundos, el cuerpo se prepara para actuar, lo que los ingleses dirían “fight or fly”, lucha o huye. Posteriormente, la información llega al centro de análisis y decisión del cerebro, y aquí es donde la emoción se convierte en sentimiento. El sentimiento es la emoción hecha consciencia (Casafont R., 2014).
Los conceptos son claros, pero ahora lo importante es trasladar este conocimiento a nuestras vidas. Debemos analizar nuestras experiencias vitales, las situaciones que vivimos, cómo nos relacionamos. La inseguridad, sobre nuestra autoimagen social ¿qué pensará la gente de mí? ¿Cómo será valorado lo que digo? Cómo me ve la gente, qué imagen tiene la gente de mí, o cómo reacciono a diferentes situaciones, ¿cómo interactúo con la gente? Mis enfados, ataques de ira, miedos, la necesidad de poner en evidencia a los demás, la humillación, la competitividad negativa, la necesidad de sobresalir, de mostrarme, la soledad, el sentirse más cómodo solo que rodeado de gente, todas estas situaciones puedes ser debidas a falta de educación emocional, por no trabajar quienes somos, qué sabemos de nosotros mismo.
«Debemos insistir en la necesidad de la educación emocional en todos los niveles»
Recuerdo mi propia experiencia cuando era joven, tengo recuerdos de estar caminando por la calle y pensar cómo me estaba viendo la gente y este pensamiento me provocaba inseguridad, modificando mi forma de andar, revisando la imagen de mis facciones, dudando de mi voz, mis gestos. Lo mismo me sucedía en reuniones sociales, la fata de confianza me condicionaba e influenciaba mi comportamiento, tenía la necesidad de demostrar valía, fuerza, inteligencia.
La práctica de una disciplina artística como el clown y el teatro me ayudó a superar mis inseguridades, a aceptarlas como parte de mí, de mi impulso a mejorar, incluso como parte de mi personalidad, pero desde la consciencia, siendo capaz de reconocer qué actitudes eran tóxicas y perniciosas y cuales me diferenciaban de los demás. Desde el trabajo emocional y el autoconocimiento, hoy en día puedo identificar los mismos patrones en gente a mi alrededor, cómo la inseguridad promueve actitudes incontrolables, perfiles de liderazgo negativos, y lo podemos ver también en algunos de los líderes mundiales, que priorizan el poder y la riqueza a el bienestar de la gente a la que representan. Hablando desde la experiencia personal, no hay mejor terapia que la de reafirmar mis propios defectos, mostrarlos, normalizarlos e incluso intentar hacerlos virtudes, desde la humanidad. Esta es la forma de trabajar desde el interior, para conocer y crecer, convencerme a mí mismo para poder extrapolar al exterior.
Debemos insistir en la necesidad de la educación emocional en todos los niveles. Es vital aprender de nuestras emociones, no solo en un marco conceptual sino también en la práctica emocional, el problema de siempre, como ponemos nuestro conocimiento al servicio de nuestra vida. Situando la necesidad en un contexto real es más fácil entender la necesidad. Con esta premisa podemos absorber los conceptos expresados. Por tanto, debemos plantear este tema, no solo en un nivel racional y cognitivo, sino también a nivel práctico, cómo repercute la educación emocional en nuestra vida y en la vida de la gente que nos rodea.
Es un tema muy importante para trabajar ya que a través de un mejor conocimiento de las emociones podemos entender mejor quiénes somos y porqué nos comportamos como lo hacemos. Es importante ser consciente y estar más conectados con nuestras necesidades. Debemos mejorar nuestra consciencia corporal, de cómo nuestras emociones se ven reflejadas y se almacenan en nuestro cuerpo. Para poder vivir una vida equilibrada necesitamos ser conscientes de la información que recibimos de nuestra mente y cuerpo, de esta forma podremos cuidarnos de una forma más coherente y entender el por qué.
Así que os propongo empezar a practicar sobre consciencia emocional, reconocer, entender, preguntarnos qué estamos sintiendo antes de realizar cualquier acción, y así llegar a entender nuestras motivaciones reales. Solo a través de la conciencia podemos ser capaces de gestionar nuestras emociones, y poder relacionarnos de forma equilibrada.