La salud es el principal actor de la I+D y de la innovación en España: la investigación biomédica supone prácticamente la mitad de la I+D pública. La industria farmacéutica representa por sí sola más del 20% de la investigación industrial. La salud es fuente de progreso científico y técnico y de crecimiento económico. Reduce el absentismo, mejora la productividad del país y es el sostén de un vigoroso, competitivo e innovador sector industrial y de servicios avanzados.
La salud es un bien estratégico para nuestro país. El mundo sanitario es un importante proveedor de I+D y un socio imprescindible en el desarrollo socioeconómico. Además, está demostrado que los centros asistenciales que hacen investigación proporcionan una mejor asistencia a los ciudadanos y además hacen un uso más eficiente de los recursos.
La investigación biomédica es un área más del desarrollo tecnológico y científico actual que, de una forma amplia, produce y aporta los conocimientos científicos en los que se sustenta la asistencia clínica. La diversidad y complejidad de este tipo de investigación necesita de un soporte específico en varios campos, siendo el más importante de todos ellos el de la financiación.
El progreso científico en medicina pone a disposición de los profesionales sanitarios medios cada vez más avanzados para tratar y curar enfermedades y es la principal esperanza para millones de pacientes. Estamos inmersos en un cambio de modelo en la práctica asistencial, condicionado por la medicina predictiva e individualizada; de un cambio de los productos farmacéuticos basados en la química, con moléculas universales para todos, a un modelo basado en biología molecular y celular, cuyas alteraciones son el origen de las enfermedades, a un modelo basado en la medicina individualizada, con terapias específicas para cada individuo. Los nuevos descubrimientos, más que productos, son en muchos casos procesos terapéuticos individualizados y pluridisciplinares.
Los grandes avances en biomedicina, en biología molecular y celular basada en la genética y el desarrollo de las ciencias ómicas, la genómica y proteómica, en la terapia celular y la farmacogenómica, conjuntamente con los avances en terapia celular y regenerativa, están cambiando la forma de enfocar la medicina y generan unas expectativas revolucionarias a medio plazo. La medicina individualizada se fundamenta en el diseño y la aplicación de protocolos de prevención y tratamiento más adaptados a la singularidad genética y molecular de cada paciente y de cada enfermedad.
Los beneficios de la aplicación clínica de terapias celulares nos sorprenden cada día con una nueva aplicación. Se están comprendiendo las relaciones entre el sistema inmunológico, los procesos inflamatorios y el cáncer a través de la medicina celular y regenerativa.
El desarrollo de las técnicas ARN mensajero, que entrando en las células se incorporan a los ribosomas para fabricar determinadas proteínas o aminoácidos; de las técnicas que, mediante vectores víricos con moléculas de ADN recombinante, son capaces de penetrar en el núcleo de las células con instrucciones para fabricar una proteína; las técnicas CAR-T y el desarrollo de la inmunología, y las técnicas CRISP de edición genética para cortar y modificar secciones de ADN asociados a una enfermedad, están abriendo un enorme campo para tratar el origen molecular de las enfermedades, bien sea genético, metabólico o inmunológico, y posibilitar la curación de muchísimas enfermedades hasta ahora incurables y cuya respuesta de la medicina hasta ahora, se reducía básicamente a paliar los efectos de la enfermedad sobre los órganos y sistemas corporales afectados.
También, los espectaculares avances conseguidos en el desarrollo de la Inteligencia Artificial, en el tratamiento masivo de información y datos no estructurados, en la robótica y otras tecnologías sanitarias en el campo de la medicina radiológica y nuclear o la impresión 3D, etc., nos abren las puertas a un futuro que nos da vértigo.
Para los pacientes que sufren enfermedades hasta ahora incurables, y para los médicos que los atienden, es muy importante que estos avances se puedan transformar rápidamente en posibilidades diagnósticas, terapéuticas o preventivas al alcance de los ciudadanos. Estos avances generarán posibilidades de mejoras y ahorros futuros en la gestión de la atención sanitaria y, en definitiva, en mejora de la gestión de la salud y el alargamiento de la vida saludable. Por ello, es necesario contar con la financiación suficiente para que los éxitos obtenidos en pruebas de concepto, puedan avanzar en las siguientes fases de investigación clínica para que estos éxitos puedan llegar cuanto antes a su aplicación terapéutica a los enfermos. Y aplacar el sufrimiento de tantos pacientes y familiares.
Para avanzar, también, hay que favorecer la investigación académica dotándola de infraestructura, financiación y reconocimiento. Facilitando las relaciones entre los centros de investigación públicos con los hospitales y las universidades y facilitando la cooperación público-privada. Pero, ante todo, es necesario cambiar el modelo de acreditación de los investigadores, basado fundamentalmente en las publicaciones, para pasar a un modelo basado en resultados. Esperemos la Agencia Estatal de Investigación vaya caminando en favor de estos criterios.
Pero para que el ciudadano perciba esta importancia, tenemos que reflexionar sobre qué es lo que podemos hacer para poder llevar con más rapidez estos avances a la práctica clínica, cómo podemos minorar este largo recorrido actual, en el que, mientras pasa, se muere y sufre la gente.
«Los beneficios de la aplicación clínica de terapias celulares nos sorprenden cada día»
Cómo podemos ayudar a los investigadores a desarrollar sus iniciativas, su ingenio y su tenacidad, cómo podemos hacer más eficientes los procesos de los ensayos clínicos, agilizando la burocracia de los proyectos de investigación, recortando el tiempo logrando la coordinación y compromiso de los agentes involucrados en su realización; en definitiva, cómo podemos acercar estos avances a los pacientes y a los ciudadanos.
Siempre me gusta recordar las palabras del investigador Carlos Cordón en una conferencia de la Fundación Bamberg en el Ateneo de Madrid: “Si queremos participar en la innovación, tenemos que participar en el descubrimiento”. “El reto más importante es la gestión del Conocimiento. Si queremos tener un país innovador, tenemos que tener universidades investigadoras”. Para ello proponía las siguientes condiciones: excelencia en el qué hacer, pasar del descubrimiento al producto, de manera que para pasar del Centro de Investigación a la compañía tecnológica y a la gran farmacéutica hay que hacer una hoja de ruta.
El avance científico y terapéutico depende de una pluralidad de agentes públicos y privados que invierten importantes sumas para I+D y que necesitan un entorno adecuado y favorable para realizar esas tareas. El progreso científico-técnico está sometido a incertidumbre, riesgo, inversiones y motivación de los profesionales sanitarios e investigadores.
Hasta hace unos años, la regulación de los ensayos clínicos estaba dirigida casi exclusivamente a los fármacos basados en moléculas químicas, resultando extremadamente poco eficiente en campos innovadores como son la medicina personalizada y los ensayos clínicos con genes, células o tejidos. Ahora, es necesario potenciar las estructuras de investigación cooperativa existente, así como crear nuevos entornos de alianza y cooperación entre los tres ejes principales, la administración pública, la universidad y la industria.
Está ampliamente aceptado que existe un enorme recorrido entre los resultados de la investigación básica y su aplicación en la atención de salud y prevención de la enfermedad. Este recorrido debe disminuirse, utilizando todos los instrumentos disponibles mediante políticas públicas, estrategias, programas y planes que incentiven la creación de un ambiente que favorezca la traslación y la innovación.
Es necesario que se potencien las estructuras de apoyo a los ensayos clínicos no comerciales y que la Administración desarrolle una normativa específica para el desarrollo y financiación de estos proyectos de investigación clínica de base académica, que exigen un gran esfuerzo de los investigadores, de manera que no disuada sino fomente las iniciativas de investigación en estas materias, así como promueva la dotación de las infraestructuras adecuadas para su desarrollo.
El modelo para el descubrimiento de fármacos deberá aprovechar las oportunidades de colaboración público-privada promoviendo y apoyando la creación de espacios comunes entre la investigación pública y la privada y redefinir lo que son actividades precompetitivas y competitivas, alcanzando una postura común entre la industria, la universidad y las sociedades científicas. Es necesario vencer los prejuicios y miedos a colaborar con la industria farmacéutica y un mayor realismo en las oficinas de transferencia de tecnología.
El ingenio y la creatividad se ponen a menudo de manifiesto en pequeñas empresas o grupos pequeños con gran autonomía. El reto es cómo podemos hacer que estas empresas puedan acceder a las fases de investigación clínica más costosas, cómo podemos establecer contactos con empresas más grandes y con recursos y organización para poder poner en valor estos logros y aprovecharnos de este conocimiento, completando su investigación y posibilitando su comercialización y, por tanto, su aplicación en beneficio de los ciudadanos y pacientes.
Por otra parte, se ha avanzado en el desarrollo de la carrera profesional de los médicos con el fin de compatibilizar la labor asistencial con la de investigación, la creación de fundaciones de investigación en los grandes hospitales con el fin de apoyar a los grupos de investigación, fundamentalmente en tareas administrativas, financieras y de gestión, así como la creación de los institutos de investigación sanitaria, que aspiran a incorporar masa crítica de universidades y organismos públicos de investigación alrededor del núcleo central hospitalario donde se generan las preguntas de investigación aplicables al paciente. Medidas estas que esperamos que, en un futuro no muy lejano, permitan incrementar el número de patentes.
Pero esto no basta. Una vez que el avance clínico está conseguido y disponible, es necesario gestionar su rápida aplicación por la organización asistencial. Cómo capacitamos a nuestros profesionales, cómo implantamos estas nuevas terapias de la manera más eficaz y eficiente, cómo incorporamos estas novedades terapéuticas en los procesos y protocolos asistenciales.
También puede ofrecer un apreciable valor añadido la alineación de la farmacia comunitaria con los objetivos de investigación e innovación sanitaria, y ello sería coherente con el resto de políticas de aprovechamiento máximo de los recursos existentes en el Sistema Nacional de Salud para dichos fines. Desde este punto de vista, los principales puntos fuertes de la red existente de oficinas de farmacia serían su cercanía a la población y la frecuentación por parte del usuario- paciente, lo que la dota de una gran capacidad de apoyo estratégico en al menos tres aspectos fundamentales de la investigación en salud como la recogida de datos epidemiológicos, los estudios de intervención poblacional y el seguimiento de pacientes reclutados para ensayos clínicos no comerciales.
La investigación sanitaria es un elemento clave que debe contemplar cualquier estrategia que se plantee mejorar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Por lo tanto, para optimizar la calidad de los servicios de salud, junto con una mejor y más rápida aplicación del conocimiento científico generado en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, así como el cuidado de los pacientes, se debe garantizar la integración de la investigación con la práctica clínica.
Finalmente es necesario poner de relieve la importancia de que el ciudadano, valore y sepa de la utilidad de la investigación. Sea consciente de los grandes logros que se están alcanzando y se produzca una sensación de interés general en los medios de comunicación y por tanto en el público en general, similar a la expectación obtenida por el futbol y otras actividades lúdicas y políticas. Confiemos en que sea así.