Las ideas que aquí expongo ya lo fueron hace siete años. Y no ha cambiado nada desde entonces. Las cifras de entonces son similares a las de ahora y los problemas de entonces se mantienen; pero agravados. Llevamos muchos años debatiendo el problema de la financiación y de la sostenibilidad de la sanidad pública sin conseguir un consenso y utilizando el problema como arma arrojadiza partidista. En aquel año de 2016, manifestaba la confianza de que, en la nueva legislatura que se iniciaba a finales del año, a pesar de la crispación habida en su preámbulo, se acabara encontrando un consenso sobre las medidas que permitieran hacerle frente. Por mi parte, ya 14 de marzo del 2010 había publicado un artículo con mi opinión sobre la sostenibilidad y financiación del sistema sanitario y otro el 25 de abril de 2011 sobre la financiación de las prestaciones sanitarias, ambos recogidos en mi libro La Sanidad en Peligro, editado en 2012. Ninguno de ellos había perdido vigencia, ni entonces, ni hoy. Lamentablemente.
Voy a detallar unos breves datos que nos sirvan para la reflexión. Ni entonces, en que la sanidad pública representaba un 6,29% del PIB, ni ahora, en que en 2019 representó un 6,45, no presentamos muy buenas posiciones en los rankings europeos respecto a estas cifras, lo que parece decirnos que la financiación de la Sanidad es susceptible de aumentarse. En 2020 alcanzó el 7,85 debido al aumento del gasto generado por el COVID y, sobre todo, a la disminución del PIB, que fue de -11,3%.
España, y sobre todo Madrid, cuenta con una eficiente Sanidad. Según un reciente estudio ampliamente difundido, España es el tercer país del mundo en eficiencia de su sistema sanitario. En España tenemos una medicina excelente y unos buenos resultados en salud, gastándonos mucho menos que otros países de nuestro entorno. Pero, esta situación se va deteriorando poco a poco. ¿Hasta cuándo podrá resistir?
Tenemos un grave problema en la cohesión de nuestro sistema sanitario y en el cumplimiento del derecho de nuestros ciudadanos en la accesibilidad a los mejores servicios en términos de equidad, y también una grave divergencia en cuanto al gasto en Sanidad por habitante realizado por cada comunidad autónoma. Según datos del Ministerio de Sanidad, En 2020, el gasto público de las CC.AA. en Sanidad fue de 73.200.100 millones de euros situándose en una media de 1.674,53 euros por habitante.
Desde la ley 22/2009 de financiación de las comunidades autónomas de régimen común, estas reciben una financiación global, no finalista, que luego libremente asignan en sus presupuestos de manera discrecional. Eso quiere decir que cada comunidad autónoma decide lo que quiere gastarse en Sanidad y lo que quiere gastarse en otros conceptos.
Así que, a la hora de ajustar el gasto, es responsabilidad, no solo del gobierno del Estado, sino de los gobiernos de las CC.AA., el que ese ajuste del gasto no afecte a la Sanidad. Si ahora, para garantizar nuestro compromiso de déficit, hay que recortar en el gasto público, espero que los recortes no se hagan sobre la Sanidad, sino que tanto el gobierno como las CC.AA. los apliquen sobre otras partidas del presupuesto.
La sanidad pública está en peligro. Sí. Porque si no se toman a tiempo las medidas adecuadas para su sostenibilidad, acabará siendo una Sanidad de beneficencia.
El modelo actual de funcionamiento de la Sanidad en España, a pesar de su excelencia médica, no garantiza la eficiencia, ni la calidad, ni la equidad, ni la accesibilidad, ni será sostenible con la financiación actual, que podrá ajustar un incremento de su financiación respecto a otras partidas presupuestarias, pero no podrá crecer por encima del crecimiento de nuestra economía pues ya no nos podemos endeudar más.
‘La sanidad pública está en peligro’
Tenemos una demanda creciente debida a parámetros por todos repetidos desde hace años como son el envejecimiento de la población, el alargamiento de la vida, la cronicidad, la innovación en tecnología, en medicina, en medicamentos, etc. Así que hay que aplicar el ingenio y cambiar el modelo. Quitarse de encima ideologías, dogmatismos y prejuicios y razonar para poder conseguir un modelo sanitario más integrado, más eficiente, más competitivo, equitativo y de calidad y que pueda ser financieramente sostenible y, sobre todo, que no aumente el endeudamiento del Estado, porque cuanto más porcentaje de nuestro presupuesto dediquemos a pagar intereses y amortizar la deuda, menos quedará para Sanidad.
El discurso actual de los que hablan en defensa de la sanidad pública está equivocado pues pone en el centro al sistema funcionarial de producción pública de los servicios asistenciales, cuando a quien tenemos que poner en el centro es al ciudadano. Es el ciudadano el objeto de atención y es responsabilidad de la Administración Pública conseguir el máximo beneficio para los ciudadanos. Lo que el Estado debe procurar es que el ciudadano reciba la asistencia sanitaria a la que tiene derecho, con la mejor calidad y los mejores resultados en salud, con arreglo al grado de desarrollo económico y social de nuestro país. El Estado tiene que emplear los recursos, recaudados a los ciudadanos mediante impuestos, de la manera más eficiente y más eficaz, para que el ciudadano reciba las mejores prestaciones y con la mejor calidad posible y no aferrarse a una producción pública y funcionarial de los servicios sanitarios ni demonizar la colaboración público-privada sino aprovechar los beneficios innegables de esta colaboración.
El peligro no viene, como pregonan ciertos radicalismos, ni porque se privatice la gestión o se desfuncionarice a los profesionales sanitarios ni porque haya un incremento de la sanidad privada, sino todo lo contrario. La gestión pública actual de los centros sanitarios no es ni eficiente ni eficaz, ni rentable para los ciudadanos. Sin necesidad de privatizar nada, pero colaborando con la sanidad privada, hay que cambiar de modelo de gestión para hacerlo más competitivo, más eficiente y más eficaz en la lucha contra la enfermedad y en la defensa de la salud de los ciudadanos.
Hay que innovar en la gestión y analizar qué dejamos de atender importante cuando atendemos lo que es menos importante. A la hora de identificar elementos adicionales a la gestión con el fin de lograr más eficiencia en el funcionamiento del sistema sanitario público, es necesario aumentar el esfuerzo y focalizar el sistema en la promoción de la salud y en la prevención y predicción de las enfermedades, lo que determinará una disminución drástica de la morbilidad y de los procesos agudos, logrando un alargamiento de la vida sana. También hay que analizar qué dejamos de atender importante cuando atendemos lo que es menos importante, asegurando la financiación para las enfermedades mayores y estudiar un copago para las menores, excepto para niveles de ingresos por debajo del índice de pobreza.
Además, es necesaria la implicación del ciudadano, del paciente, en el mantenimiento de su propia salud, formándole en hábitos saludables de vida, lo que supondrá una disminución drástica de la morbilidad, los procesos agudos y alargamiento de la vida en buena salud (EPOC, tabaquismo, etc.), implicándole en el seguimiento de su salud y sus enfermedades, haciéndole partícipe y corresponsable de su salud y del tratamiento de sus enfermedades y responsabilizándole respecto a su salud, exigiéndole el cumplimiento de los consejos y las prescripciones de sus médicos, así como la adherencia terapéutica en medicamentos y otros tratamientos. Según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo el gasto sanitario asociado a las enfermedades derivadas del tabaco asciende a los 8.000 millones de euros y 50.000 muertes al año.
Finalmente, un determinante fundamental para lograr mayor eficiencia del sistema sanitario es el de la incorporación de la innovación, tanto tecnológica, como en medicamentos. Un ejemplo son las nuevas técnicas para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, como las nuevas vacunas preventivas, el desarrollo de vacunas terapéuticas, las terapias inmunológicas en campos como el cáncer, los medicamentos biológicos y la farmacogenómica. Desde el diagnóstico precoz a la medicina de precisión.
Toda innovación, aunque inicialmente pueda suponer un sobrecoste, forzosamente acaba por ser eficiente. Casos como el de la Hepatitis C son paradigmáticos. Gracias a las investigaciones en curso y la capacidad de desarrollo e innovación de la industria y los hospitales, la medicina y, por tanto, las expectativas de vida sana de los ciudadanos aumentarán de manera extraordinaria.
La Fundación Bamberg ya publicó en 2011 El Modelo de Futuro de Gestión de la Salud, y tras la publicación del libro Ideas para la Reforma Sanitaria, en el que se recogían reflexiones y propuestas de los expertos más relevantes del país, Ideas para la sostenibilidad del tratamiento del Cáncer., y Accesibilidad y Equidad en la Innovación Terapéutica, entre otras publicaciones.
El modelo fue sintetizado posteriormente en la propuesta contenida en el libro Un Nuevo Sistema Sanitario para España, donde se apuntaban ideas y soluciones para la despolitización de la gestión sanitaria y hacer de nuestro sistema sanitario un sistema sostenible, eficiente y eficaz. Les animo a que lo lean.
Desde entonces, hemos seguido publicando: La renovación de nuestro Sistema Sanitario. 2017. Financiación y gestión de la prestación de la atención farmacéutica. 2017. La Transformación de la Asistencia Sanitaria. 2018. El Impacto de la Nueva Medicina en el Sistema Sanitario. 2021. La Sanidad española durante la Pandemia. 2022. Y, finalmente, este año de 2023, Retos para un nuevo Sistema Sanitario. Intentando aportar ideas de valor a los responsables, a todos los niveles, de nuestro sistema sanitario.