Multitud de alumnos de todas las categorías piensan en cómo debería ser, el profesor que les enseñe una u otra disciplina. Los nuevos proyectos formativos y educativos han puesto en marcha una faceta innovadora de la enseñanza con nuevos planes y con un carácter futurista, lleno de posibilidades e incógnitas. Los tiempos actuales demandan una formación específica adecuada a los nuevos tiempos y a las necesidades reales de la población y teniendo en cuenta el incesante progreso científico y tecnológico.
Preguntar cómo sería el profesor ideal es muy difícil definirlo acertadamente y caeríamos inevitablemente en la inexactitud. Pero lo que hoy hace falta para romper el hielo de la masificación, son profesores con una personalidad humana destacable y sobre todo profesional, indiscutible y centrada, que sepa definirse en sus acciones y por lo tanto, esto sea un ejemplo al desarrollar su función psicopedagógica con sus alumnos.
Un buen profesor debe ser comprensivo con sus alumnos, ya que con ellos ha de contar para formarlos en la materia correspondiente y si no es capaz de sintonizar con las inquietudes positivas y justas de estos, entonces no habrá conseguido los resultados deseables. Pero también es necesaria una participación activa del alumno a través del proceso formativo. Necesitamos profesores que sean unos grandes entusiastas de su materia porque no todos tienen un profundo interés por lo que enseñan y los alumnos lo captan fácilmente.
Lo notan porque no le dan vida a su asignatura, ni profundidad y lo que observan a distancia es cuando se enseña con desgana y no hay pocos casos de estos.
El profesor debe entusiasmar a sus alumnos por la materia que enseña porque de lo contrario, creemos que no conseguirá los resultados apetecibles, por toda persona interesada por la tarea educativa. Además, debe tener en cuenta que como enfoque la disciplina así la orientarán la mayoría de los alumnos.
Necesitamos profesores que sean grandes entusiastas de su materia porque no todos tienen un profundo interés por lo que enseñan y los alumnos lo captan fácilmente
Indudablemente el profesorado es un elemento básico e indispensable para la innovación y el progreso, de ello estamos casi todos convencidos. Pero lo más importante es que el profesorado tome responsabilidad del binomio “formación-educación” que es sinónimo de progreso y desarrollo. Claramente se ha demostrado que la formación humana de cada persona influye en el comportamiento global de una sociedad.
La planificación socio-política-económica de un país no se improvisa, sino que es el resultado de la proyección formativa de la persona que, a través de unas técnicas ponen en rodaje los mecanismos motores para la prosperidad y el bienestar social. El principal problema de la formación en España es la descoordinación. En las tareas formativas el intercambio de experiencias e ideas a través de la conversación vivida es lo más importante. No fue una causalidad que el diálogo llegara a ser de forma más directa con Platón.
Los dirigentes emprendedores, hombres y mujeres dinámicos, futuristas con profunda preocupación por la enseñanza y responsabilidad en el progreso del país tienen que emprender cotidianamente la labor de dirigir y enseñar, para alcanzar unos objetivos firmes a favor de la comunidad, con una buena dosis de compromiso, honradez y tenacidad.
La formación tiene que ser permanente y continuada asumiendo que estamos ante un compromiso ético y moral de todos los profesionales con la sociedad.
Todos debemos colaborar en este proceso de orientación educativa para lograr unas nuevas generaciones con solidez moral, formadas intelectual y humanamente, que en un futuro serán las que, en definitiva, den el impuso al progreso y desarrollo que la España que nos ha tocado vivir, viene necesitando.