La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce al plasma humano como un recurso esencial para la salud pública, y esto es más que una definición teórica: es una realidad palpable para los pacientes cuya calidad de vida y supervivencia dependen de los medicamentos hemoderivados obtenidos a partir del plasma. La capacidad para producir localmente estos tratamientos, desde inmunoglobulinas hasta factores de coagulación, es crítica para asegurar un suministro continuo y reducir la dependencia de fuentes externas, que pueden estar sujetas a limitaciones o interrupciones. Sin duda, el plasma es tan vital y estratégico como el agua potable o la energía.

El plasma cumple con el concepto de «recurso estratégico,» definido como «una materia prima económicamente importante sujeta a un mayor riesgo de interrupción del suministro.” En la práctica, esto significa que cualquier alteración en su disponibilidad puede tener consecuencias graves para los sistemas de salud que dependen de él. La pandemia de la COVID-19 y otros desafíos globales han puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las cadenas de suministro internacionales, dejando claro que la autosuficiencia en recursos críticos como el plasma es imprescindible para garantizar la sostenibilidad y la seguridad de los sistemas de salud.

Autosuficiencia nacional y la amenaza de dependencia externa

España ha alcanzado la autosuficiencia en componentes sanguíneos destinados a transfusión desde hace más de 30 años, pero en cuanto a la producción de plasma para hemoderivados, el país enfrenta una situación similar a la de la mayoría de sus vecinos europeos: la producción local solo cubre el 40% de la demanda de inmunoglobulinas y otros derivados esenciales. Esto significa que el 60% restante debe importarse, principalmente de Estados Unidos, país responsable del 70% del plasma mundial utilizado para hemoderivados y donde el plasma es colectado mediante donaciones remuneradas, en contraposición con el sistema de donación altruista que promueve el Real Decreto 1088/2005 en su artículo 4.

Esta dependencia tiene implicaciones críticas. Los pacientes en nuestro país dependen en gran medida de un suministro cuya continuidad está sujeta a factores geopolíticos, económicos y logísticos, fuera de nuestro control directo. En un contexto en el que los sistemas de salud buscan autosuficiencia y estabilidad, reducir esta dependencia se convierte en una prioridad de salud pública.

Un programa estratégico para la autosuficiencia en plasma

Conscientes de esta realidad, el Banc de Sang i Teixits de Cataluña (BST) ha desarrollado un programa de autosuficiencia en plasma, estructurado en tres pilares fundamentales: personas, procesos y recursos. Estos pilares conforman una estrategia integral que apunta no solo a aumentar la cantidad de plasma disponible, sino a consolidar una cultura de donación de plasma que pueda sostenerse en el tiempo.

Personas. A pesar de su importancia, la donación de plasma a través de plasmaféresis es poco conocida, tanto en la sociedad en general como dentro del ámbito sanitario. Para la mayoría de las personas, el concepto de donación de sangre está mucho más arraigado que el de donación de plasma, y pocos saben que pueden donar plasma con una frecuencia de hasta cada 15 días, mucho mayor que la permitida para la donación de sangre. Ante esta situación, el BST ha implementado un plan exhaustivo de educación y sensibilización. Este incluye campañas de concienciación pública, formación específica para los profesionales de salud, y un esfuerzo para integrar la donación de plasma en la cultura organizativa del BST. Además, se han creado alianzas con ayuntamientos, empresas, clubes deportivos y otras entidades civiles para impulsar la concienciación en la población.

Procesos. El logro de una autosuficiencia en plasma también requiere una optimización continua de los procesos de donación y una gestión logística avanzada. Actualmente, el BST cuenta con 12 centros fijos de donación distribuidos por Cataluña y unidades móviles que realizan alrededor de 4.300 colectas anuales en diferentes puntos del territorio. En 2023, se enviaron a fraccionar 74.638 litros de plasma, el 22% de los cuales provino de donaciones específicas de plasma (plasmaféresis). Para mantener y superar estas cifras, es esencial contar con procesos eficientes y una excelente gestión de la comunicación con los donantes, desde la convocatoria y cita hasta el seguimiento y el agradecimiento. Estos pasos, aunque sencillos, forman la columna vertebral de la fidelización del donante.

Recursos. La accesibilidad a la donación de plasma depende tanto de la infraestructura disponible como de la capacidad de movilizar a los recursos humanos necesarios para cubrir las necesidades de un territorio diverso como Cataluña, donde el 95% de los habitantes se concentran en 300 de sus 947 municipios. En 2024, el BST logró extender las campañas de donación a 280 municipios, una cifra significativamente superior a los 158 municipios alcanzados en 2021. Este esfuerzo tiene como objetivo garantizar que todos los ciudadanos tengan oportunidades de donar plasma en un entorno accesible, cómodo y adaptado a sus necesidades.

El compromiso con el consumo responsable de hemoderivados

El esfuerzo por lograr la autosuficiencia en plasma debe ir acompañado de un compromiso firme con el consumo responsable de los hemoderivados. Desde el ámbito hospitalario y ambulatorio, es fundamental priorizar el uso de hemoderivados autóctonos y recurrir a productos importados únicamente cuando sea estrictamente necesario. La colaboración entre instituciones, profesionales de salud y pacientes es esencial para asegurar que los hemoderivados se utilicen de forma eficiente, evitando un desperdicio que podría poner en riesgo la sostenibilidad del sistema.

Una responsabilidad compartida para un futuro sostenible

En conclusión, la autosuficiencia en plasma y hemoderivados no es solo una meta, sino una responsabilidad compartida que asegura un sistema de salud robusto y resiliente. La visión integral del BST, sustentada en personas, procesos y recursos, y apoyada por la sociedad y las autoridades sanitarias, representa un esfuerzo por construir un sistema sostenible, capaz de responder a las demandas de los pacientes y de mantener la autosuficiencia a largo plazo. Al avanzar hacia esta meta, el compromiso de todos los sectores involucrados se vuelve crucial para maximizar la eficiencia en el uso de recursos, garantizando que cada donación de plasma aporte al bienestar colectivo y refuerce la independencia del sistema de salud.

Este desarrollo no solo enfatiza la importancia estratégica del plasma, sino que también presenta un llamado a la acción más amplio, mostrando cómo la autosuficiencia en plasma es un reto en el que la sociedad en conjunto juega un papel crucial.

 

Roser Vallés Navarro, Directora del programa para la autosuficiencia en plasma del Banc de Sang i Teixits de Cataluña (BST)