El Papa Francisco ha recibido en el Vaticano a trescientos médicos de familia de todo el mundo, promotores de la campaña “¡Gracias, doctor!” (graciasdoctor.org), una iniciativa que busca afrontar una de las causas fundamentales de la crisis de los sistemas sanitarios: la pérdida de la relación médico-paciente.

“Competencia” y “proximidad” son las características que hacen fundamental el papel del médico de familia, dijo el Papa Francisco el pasado 25 de mayo, al recibir a trescientos médicos de familia en ejercicio procedentes de distintos continentes.

El Obispo de Roma les dio las gracias por llamar la atención sobre el papel del médico de familia con la campaña mundial “¡Gracias, doctor!” una iniciativa promovida por la asociación sin ánimo de lucro Somos Community Care de Nueva York, con el apoyo de la Unión Europea de Médicos Generales y de Familia (UEMO) y de la Academia Pontificia para la Vida.

Francisco se detuvo en la importancia de dos aspectos propios de la misión del médico de familia.

El médico, “el que cuida”

En primer lugar, el médico es “el que cuida”. Más allá de los avances científicos, la medicina es siempre y ante todo un encuentro de personas, es cuidado, cercanía, escucha, y “esta es la misión del médico de familia”, explicó el Pontífice.

Subrayó cómo el enfermo no solo mira al médico por su competencia profesional, sino que ve en él una presencia amiga que infunde confianza en la curación y que, si esta no es posible, sigue mirándonos a los ojos hasta el final, sin dejarnos solos.

Para ilustrar este papel del médico, prosigue abriendo su corazón: “Recuerdo de niño al médico de la familia que venía a casa, nos curaba; también recuerdo a la comadrona de la familia porque éramos cinco, así que cuando venía aquella mujer con la maleta, ¡sabíamos que venía un hermanito! Tengo muy buenos recuerdos del médico de familia de aquella época.”-

El médico “de familia”

La segunda razón por la que el papel del médico de familia es valioso, según el Papa, es la de “ser una persona ‘de familia’”.

“La presencia del médico de familia, de hecho, ayuda a rodear al enfermo de una red de afecto, de compartir y de solidaridad, que va más allá de la fase diagnóstico-terapéutica, reforzando las relaciones humanas, haciendo del sufrimiento un momento de comunión que hay que vivir juntos, no sólo por el bien del paciente, sino por el de todos: de los que cuidan, de los familiares, de la comunidad ampliada”.

“Así evitamos el riesgo de que la persona que sufre y sus allegados sean absorbidos por la máquina de la burocracia y de la informatización; o peor aún, que acaben siendo víctimas de lógicas de mercado que poco tienen que ver con la salud, sobre todo cuando se trata de ancianos y personas frágiles”, concluyó el Santo Padre.

“¡Gracias, Doctor!”

La campaña “¡Gracias, doctor!” ha recogido ya más de un millón de adhesiones de personas de diferentes partes del mundo, y está recibiendo el apoyo de las principales asociaciones de facultativos de familia y comunitaria.

Estas instituciones han firmado la Declaración para el redescubrimiento del médico de familia, en la que “hacen un llamamiento a todos los agentes sociales y políticos para que aúnen sus esfuerzos y vuelvan a situar la relación médico-paciente en el centro de nuestros sistemas sanitarios”. De hecho, hay importantes iniciativas para promover la misma como un Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ante la UNESCO.

Por su parte Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida en su comunicación con los médicos de familia afirmó: “Como sabemos, la hospitalización es una consecuencia del intento de hacer eficaz una medicina tecnológica y costosa (reuniendo a todos los pacientes en el lugar de equipos médicos y cuidados cada vez más articulados y complejos). Sin embargo, la hospitalización es muy a menudo una fuente de incomodidad para el paciente y su familia, además de la que ya impone la enfermedad, sobre todo si es grave o incapacitante. Ustedes, médicos de familia, desarrollan modelos de asistencia a domicilio que permiten no desarraigar al paciente de su entorno. En muchas realidades, estos modelos se complementan con la participación activa de la comunidad local a título voluntario, alimentando el cemento social que hace posible el acompañamiento de los enfermos más graves”. Mostrando su total alineamiento con el trabajo de los médicos de familia y su visión de la salud.

En definitiva, una apuesta decidida y marcada por una asistencia sanitaria mucho más humana y asentada sobre la atención primaria, que reduzca costos asistenciales, facilite el trato personal y cercano, y a la vez mejore la eficiencia en resultados de salud.