La transformación digital supone un reto económico y social de grandes proporciones para todos los sectores productivos en España, tanto en el ámbito privado como en el público. Es un reto que abordamos en situación de desventaja, por debajo de la media europea y fuera del top 40 mundial.Sectores como el transporte, las telecomunicaciones, el turismo o los servicios financieros han demostrado ser los más proclives a adoptar tecnologías como Internet de las Cosas, Big Data o Inteligencia Artificial, elementos principales de la transformación digital. No es extraño leer en medios de comunicación avances y novedades que han demostrado ser capaces de reducir costes de producción, logística y mantenimiento, contribuyendo al mismo tiempo a dar un mejor servicio al cliente o usuario.Y, ¿quién no ha consultado alguna vez un síntoma de alguna enfermedad a través de Internet, pese al riesgo que conlleva por la cantidad de información y de páginas de dudosa credibilidad?
La transformación del sector salud es una realidad evidente en la que las tendencias tecnológicas se están acelerando a la par que las precursoras se consolidan, y ello pese a que la aplicación de tecnologías a la Sanidad lleva un evidente retraso con respecto a su disponibilidad. Muchos sistemas sanitarios, entre ellos los españoles, no han incorporado todavía innovaciones que están disponibles desde hace más de un lustro.Y esa transformación comprende desde apps para reservar cita a la posibilidad de hablar con un médico vía una plataforma, pasando por la monitorización en tiempo real del estado de un paciente con una enfermedad crónica, la utilización del Big Data para definir políticas de prevención y hasta el desarrollo de exoesqueletos biónicos conectados por IoT que ayudan en la rehabilitación de personas con parálisis en alguno de sus miembros.Con este avance tecnológico se obtienen beneficios que van desde la contribución a la prolongación de la vida y su mejora de la calidad hasta importantes efectos económicos como un aumento de la productividad o una reducción de costes de la asistencia sanitaria.
Por tanto, la tecnología ha llegado para quedarse en la Sanidad, también en España. Es cuestión de tiempo que, una vez consigamos reducir la resistencia al cambio y aumentar la inversión, los grandes frutos de la transformación digital comiencen a notarse desde el prisma de empresas e instituciones, pero también desde el del verdadero protagonista y beneficiario de la mejora del sector, el paciente. Un paciente cada vez más longevo, multipatológico y crónico que necesita una evolución de los servicios médicos y asistenciales actualmente sobrecargados.Por un lado, pues, estamos ante una revolución de datos. El uso de Analytics y Big Data comienzan a facilitar el procesamiento y análisis de enormes cantidades de información generada por los pacientes. Su uso en los próximos años transformará la forma de diagnosticar, permitirá la personalización de tratamientos, ayudará a identificar factores de riesgo, tratamientos preventivos y posibles efectos secundarios de medicamentos y tratamientos, y mejorará los resultados y la productividad del sector salud. Por otro lado, los hábitos de los pacientes están cambiando. La facilidad de acceder a Internet y a sus numerosas fuentes de información y la cada vez mayor proactividad de cada uno de nosotros en el cuidado de nuestra propia salud, nos convierte en personas mucho más informadas sobre tratamientos y, en muchos casos, en mayores consumidores de salud.
Es por ello, que New Medical Economics a través de su Canal Online organizó una mesa redonda, en la que reunió a cinco expertos en esta materia: Manuel Bosch Arcos, chief information and innovation officer del Grupo Ribera Salud; Javier Carnicero Giménez de Azcárate, consultor de sistemas y servicios de salud en Cognitiosalud; Ignacio H. Medrano, neurólogo por el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y fundador de Savana y de Mendelian; César Morcillo Serra, jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Sanitas CIMA y director médico del Proyecto Hospital Digital; y Lorena Pérez Campillo, investigadora de la Universidad del País Vasco. La mesa redonda estuvo moderada por José María Martínez García, presidente ejecutivo de New Medical Economics.
El por qué la tecnología empujada por los mercados tecnológicos va a una velocidad mucho mayor que la que los sistemas sanitarios europeos son capaces de implantar, fue el primer asunto que se puso de manifiesto en la mesa redonda. Lorena dijo que “por lo general, el sector asegurador y la industria farmacéutica tienen una genética bastante tradicionalista por lo que es posible que esa transformación digital haya llegado tardía acorde a la propia naturaleza del sector”. Aunque Pérez Campillo cree que la transformación digital ha llegado, destacó que “si ponemos la lupa en el sector individualizado o en el ámbito de la salud, posiblemente las intenciones sean más ambiciosas que la propia realidad”. César, por su parte, considera que “para implantar tecnología en salud lo primero que debe hacer es validarse”. Siguiendo con lo expuesto, el fundador de Savana manifestó que “necesitamos ensayos clínicos”. Según Hernández Medrano, “por definición, innovar es actuar cuando las cosas no están completamente demostradas ni son totalmente racionales. Y actuar antes de lo sensato o de lo demostrado en un entorno donde los riesgos son vitales como es la Medicina no casa muy bien. Yo creo que esa es la razón por la que nuestro mundo siempre va un poco por detrás”. Javier Carnicero se mostró en la misma línea que sus compañeros y reforzó la idea: “La tecnología en salud tiene que demostrar que es eficaz, segura, efectiva y que su relación costeefectividad sea favorable”. Además, explicó que la digitalización fracasa absolutamente si no estudia la organización a fondo, y sobre todo si no se vincula esa digitalización a los objetivos del sistema de salud o del hospital”. Por último, Manuel Bosch también aseguró que es un problema organizativo: “Son barreras de entrada para la digitalización y para los cambios estructurales que necesita el sistema, y, sobre todo, podría hacer más fácil la vida a los ciudadanos”.
Otra cuestión que el moderador puso sobre la mesa fue que si había alguna particularización de este retraso sanitario digital en España. Manuel Bosch no considera que estemos peor que en otros sitios, “tampoco creo que el sector de la Sanidad en España sea así en general, pero requiere inversión y costes de transformación del sistema”. En este asunto Javier Carnicero discrepó: “La Sanidad, el gestor, el Sistema Nacional de Salud, los hospitales públicos, los servicios de salud son siempre las entidades más innovadoras, más preocupadas por la gestión, por los costes y todo lo que relaciona a la gestión y la financiación, que cualquier otro organismo de la Administración Pública”. Según Carnicero lo que ocurre es que el SNS lleva 40 años infrafinanciado y eso hace muy difícil la gestión. Desde su punto de vista, los servicios de salud han hecho una enorme inversión en los últimos 15 años en tecnologías de la información y en digitalización, pero “seguimos teniendo el problema de la mala organización”. Por su parte, Ignacio H. Medrano ve diferencias, “hay países que están tomando la delantera en esta carrera con algunas acciones que tienen validez, como en Oriente o en el Norte de Europa”. César Morcillo se preguntó “¿cuáles son los frenos?”. A su juicio, son la cultura y las personas, “tenemos que educar a la población y al propio personal sanitaria para crear esta necesidad. Si la gente no tiene en vena esa cultura digital, luego serán muy difícil implantarla”, explicó. Lorena se mostró de acuerdo con sus compañeros, “la realidad es la que es. Estamos un poco diferenciados”, subrayó.
La descentralización en las comunidades autónomas y la interoperabilidad sanitaria fue otro de los temas que se trataron en el encuentro. Para Javier Carnicero, España es un modelo de no utilización de estándares internacionales. “El pecado lo llevamos en qué no se hizo, Dinamarca es un modelo de buena digitalización y de muy buena gestión”, dijo. César Morcillo se mostró de acuerdo con Javier, “a veces en la propia comunidad autónoma nos falta comunicación entre diferentes actores de este sistema de salud, por ejemplo, el público y el privado. Una única historia clínica compartida nos facilita muchísimo y evita las duplicidades de trabajo y en costes que eso supone”. Según Bosch, el Ministerio de Sanidad tiene que tomar cierto papel en todo este asunto y aglutinarlo o si no va a ser complejo, “es un claro problema de liderazgo”.
“¿Qué diferencia hay entre la transformación digital y la digitalización?”, preguntó José María Martínez a los ponentes. Lorena Pérez explicó que la transformación digital llega a todos los sectores y la digitalización es pasar la información o los procesos de una forma física a una digital, “son cosas diferentes”. Según Ignacio H. Medrano, la diferencia reside en “los saltos que hay entre tener la masa de información y luego sacarle rendimiento”. Para Manuel Bosch es aplicar herramientas digitales a lo que se hacía antes, “antes se hacía de una forma física y ahora de forma digital. Hay que dar un paso adicional que cubra el proceso, que mejore experiencia, aporte valor y que sea distinto a lo de siempre”. En este sentido, Javier Carnicero se mostró de acuerdo con todos sus compañeros y volvió a explicar la diferencia entre estos dos conceptos, pero con un lenguaje consultoril: “La digitalización es lo que antes llamábamos informatizar, el valor que se ha aportado ahí es la eficacia de calidad. En cambio, cuando nos esforzamos por incorporar esas tecnologías a la cadena de valor del sistema de salud y utilizamos las tecnologías como palanca para hacer esa transformación, entonces es cuando estamos hablando de transformación digital”, concluyó.
El mundo de la Sanidad tiene multitud de agentes: industrias farmacéuticas, aseguradoras, profesionales sanitarios, pacientes, etcétera…, pero “¿están todos al mismo nivel de velocidad en digitalización y tecnología?”, cuestionó el moderador. César Morcillo abogó en que hay que pensar en el cliente final o usuario, pero también en el resto de los usuarios de esta cadena de servicios, como por ejemplo el personal sanitario: “Nos pasa mucho con la nueva tecnología, vemos que mejora la salud de las personas, pero si no se integra nuestro flujo de trabajo o el prescriptor no tiene ningún beneficio, al final no se terminará usando. Es muy importante tener en cuenta a todos los actores en esta cadena de valor”. En la misma línea, Ignacio H. Medrano piensa que “casi todos los fracasos que vemos son precisamente por eso, “no incluyen al hombre en la cadena”. Conocedor de algunas empresas prestadoras de servicios de salud, Javier Carnicero cree que estas “han tenido una transformación digital importante y cuentan con sistemas de gestión y de información clínica muy desarrollados y potentes específicamente para lo que ellos hacen”. En lo que respecta a la Sanidad en general, Carnicero considera que nuestro Sistema Nacional de Salud no ha iniciado todavía la transformación digital y “es una etapa que le va a costar mucho”.Otro asunto importante que se trató en la mesa redonda fue la interconectividad. Para César Morcillo, si el proveedor que tiene esos dispositivos se puede integrar con nosotros “ganamos todos”. “Creo que la conectividad y el Internet de las Cosas han indicado cuatro aspectos clave en este punto: la historia clínica electrónica, la gestión de la cita online, refuerzos complementarios con pastillas inteligentes y la telemonitorización”, dijo. Según su experiencia con Sanitas, Morcillo explicó que “nos adaptamos al proveedor que tiene la tecnología que más nos interesa y la integramos”. Por otro lado, Ignacio H. Medrano piensa que en los últimos meses casi toda la evidencia que les está llegando del mundo de las apps es que no han conseguido generar impacto en salud real, con pocas excepcionesDurante la reunión y como no podía ser de otra manera, José María Martínez también puso el foco en el paciente, “¿ha cambiado el modelo de relación médicopaciente? ¿hay mayor proactividad por parte de los pacientes para su autocuidado?”, preguntó. Javier Carnicero considera que no es verdad que estemos centrados en el paciente y señaló que “en la sanidad pública, normalmente nuestros hospitales no consultan con los pacientes”. Para el chief information and innovation officer del Grupo Ribera Salud “la influencia que tenemos los médicos y los sistemas sanitarios sobre la salud de la población es muy limitada”. Sin embargo, en Ribera Salud, empezaron hace cuatro años a redefinir determinados procesos, crearon cuatro grupos de trabajo donde reunieron a gestores y asociaciones de pacientes para redefinir el proceso y las razones, “nos sorprendió bastante lo que pedían los pacientes, ya que eran cosas de sentido común”. De esas reuniones salieron tres procesos de alta resolución: para los preoperatorios, para la planificación de citas y otra donde el médico comparte su información además de un plan de cuidados personalizado. En el ámbito de la privada, como es el caso de Sanitas, siguen la misma tendencia que en Ribera Salud. En palabras de César Morcillo, “el objetivo de la transformación digital es solucionar esta necesidad y al menos nosotros así lo hacemos. En todo proceso de transformación digital tenemos en cuenta no solo la experiencia del usuario sino su voz, al final parten de necesidades básicas de los clientes”.
La gran proliferación de empresas de seguridad que están aplicadas en el mundo de la digitalización sanitaria impulsada por la licencia de la Ley de Protección de Datos, el registro y las fuertes sanciones por incumplimiento, fueron otras de las ideas que se desarrollaron en la mesa redonda. Lorena Pérez comenzó diciendo que el derecho a la protección de datos personales es un derecho fundamental que está recogido en el artículo 18 de la Constitución Española, que afecta también al ámbito sanitario. Según la experta, hay que tener en cuenta que los datos personales de salud son datos de categoría especial y ellos requieren unas mayores medidas de salvaguardia reforzadas: “El nuevo reglamento a diferencia de la normativa anterior ha traído medidas proactivas. Por tanto, los proveedores de salud son los responsables y si no cumplen sus obligaciones van a tener sanciones”, explicó. Para ella, uno de los mayores problemas que suele tener el nuevo reglamente es el cómo ejercitar el derecho de acceso en la sanidad pública y otro de ellos es el entendimiento del mismo, “los entes públicos deberían de facilitar la vida al legislador y de dar masticada la información”. En la misma línea, César Morcillo apuntó que los aspectos éticos serán sin duda protagonistas en la revolución de la digitalización sanitaria. Por su parte, Javier Carnicero cree que hay varios aspectos a mejorar en este asunto: que es un derecho de las personas, las cuestiones de seguridad de la información porque la mayoría de los incidentes de seguridad se producen por fallos de organización y en tercer lugar “siempre que hablamos de protección de datos nos limitamos a la privacidad y la seguridad de la información es mucho más que eso”. Carnicero lo ve como un problema interno y de organización más que tecnológico. César Morcillo considera que deberíamos ir hacia ese tipo de normas supranacionales que nos permitan ser algo distinto en el panorama mundial, y añadió: “esto va de diseñar bien todos los sistemas de riesgo y las funciones de riesgo en las distintas compañías, ver quién es el responsable de ese riesgo y si la compañía está dispuesta a asumirlo”. Ignacio H. Medrano también quiso hacer su aportación en esta cuestión: “No es exigible ni exigido pedir el consentimiento a millones de europeos cuando vas a usar su información, no para venderles nada, sino para hacer investigación y con datos anonimizados”.
Se ha hablado del pasado y del presente, ahora es el turno del futuro. En este momento tenemos muchos más datos y evidentemente muchos más instrumentos para analizarlos. La explotación de datos permite pasar de tener información para hacer diagnósticos a prever situaciones, pero ¿es rigurosamente cierto que todo esto va avanzando?, preguntó José María a los expertos. “Lo bonito de haber estado en este mundo unos años es que hemos visto la evolución. En 2014 cuando hablábamos de si aplicábamos inteligencia artificial, big data o machine learning a los datos sanitarios, probablemente íbamos a tener algoritmos predictivos que superaran el umbral humano y en 2020 tenemos la demostración de que esto es así”, dijo Ignacio H. Medrano. Además, añadió que ahora queda demostrar que eso realmente mejora la salud de la población, “quedan todavía grandes ensayos en masas poblacionales para demostrar que eso cambia la vida de las personas”. En este sentido, Manuel Bosch considera que en el gran cambio de resultados en salud estamos empezando. Por su parte, César Morcillo afirmó que “este análisis de los datos permite pasar de esa medicina reactiva que estamos haciendo ahora a la preventiva”. En Sanitas ya lo están viviendo con su plataforma de salud conectada, donde se pueden recoger todos los datos en tiempo real y detectar así una posible descompensación de esa enfermedad y antes de que suceda tomar las medidas necesarias. Muy en la línea de lo que dijeron los demás ponentes se mostró Lorena Pérez, quien opinó que “el desarrollo va a estar enfocado en la telemedicina y en el surgimiento de los marketplaces”. También recalcó la importancia de que las tecnologías estén combinadas más allá de los problemas de interoperabilidad que puedan existir. Javier Carnicero puso el foco en los aspectos éticos: “Es una pena que, en España, que tenemos un Sistema Nacional de Salud muy potente, no seamos capaces de construir el sistema de big data utilizando toda esa cantidad ingente de información que tenemos con talento”.
Para finalizar, el moderador pidió a los ponentes que citaran alguna predicción digital para un futuro cercano y hablaran sobre los perfiles genéticos. Lorena cree que todo lo que tiene que ver con la telemedicina y cloud computing es la base de un desarrollo. También el Internet de las Cosas, la analítica de los datos, el machine learning y blockchain sanitario, además de la computación cuántica en todo lo referente a ensayos clínicos “puede dar resultados óptimos”, opinó. El jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Sanitas CIMA destacó que la salud será digital, centrada en el cliente, personalizada gracias a la ómica e incorporada al móvil. En palabras de Morcillo, “tendrán algoritmos de inteligencia artificial que automatizan la mayoría de estos diagnósticos gracias a las medidas de variables biométricas sin precisar el uso de wereables. Esto reducirá costes y facilitará la escalabilidad y la universalidad de estas”. Según el fundador de Savana “estamos generando capas de datos diferentes y estamos viendo la aparición de verticales, capaces de hacer modelos predictivos sobre esas capas. Vamos a ver ya las primeras demostraciones”. Carnicero hizo un repaso de los hitos más importantes en la historia de la medicina y destacó que “esto va a suponer un avance tremendo que va a requerir su desarrollo”. También puso sobre la mesa el problema al que se enfrenta nuestro sistema de salud: “Hasta ahora nuestro perfil epidemiológico era de enfermedades crónicas y ahora después de 50 años es de enfermedades infecciosas”. Como colofón a la mesa redonda, Manuel Bosh compartió la visión de todos los expertos y lanzó una pregunta que podría dar pie a más encuentros como este: “¿Está el paciente y el sistema preparado para hacer una medicina preventiva?”.