a enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en nuestro país, pese a que la mayor parte de los factores de riesgo son conocidos y modificables.
La pérdida de los hábitos cardiosaludables ha ralentizado la continua reducción de la mortalidad por cardiopatía isquémica durante los últimos años. En el año 2022, hubo un total de 120.572 muertes por enfermedades cardiovasculares.
Analizando estos números, dejan una cifra de más de 330 muertes por infartos o enfermedades cardiovasculares cada día. Esto habla de la importancia de la formación en RCP (reanimación cardiovascular) entre la población.
El escaso control conseguido de determinados factores de riesgo hace que más de la mitad de la población con algún factor conocido no cumpla los objetivos terapéuticos marcados por su médico. Y la marcada prevalencia de estos predisponentes en el colectivo anciano, junto con el progresivo envejecimiento de la población, no hace más que acrecentar estos problemas y auguran un aumento de las enfermedades cardiovasculares en el transcurso de los años.
¿Se pueden prevenir las enfermedades cardíacas?
En muchos casos se pueden prevenir enfermedades cardíacas o retrasar su progresión. La enfermedad cardíaca se refiere a un grupo de condiciones que afectan a la función o estructura del corazón. La forma más común de enfermedad cardíaca es la enfermedad de las arterias coronarias.
Esta enfermedad significa que tiene acumulación de placas en las arterias coronarias . Estas son las arterias que suministran sangre rica en oxígeno al corazón para que siga bombeando día tras día.
La placa puede limitar o bloquear el flujo sanguíneo al corazón, provocando síntomas como angina o, en última instancia, un ataque cardíaco.
No siempre es posible prevenir la acumulación de placas en las arterias.
De hecho, el proceso de formación de placa (llamado aterosclerosis) generalmente comienza cuando eres niño o adolescente. Pero es posible retardar su progresión para evitar o retrasar las complicaciones. El primer paso es conocer los factores de riesgo de enfermedad cardíaca. Luego, poder tomar medidas para reducir estos riesgos.
¿Cuáles son los factores de riesgo de la enfermedad cardíaca?
Hay muchos factores de riesgo de la enfermedad cardíaca. Algunos no se pueden cambiar, pero otros sí. Los riesgos son generalmente los mismos independientemente del sexo.
Tenemos:
Factores de riesgo no modificables
Edad: A medida que se envejece, el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas aumenta. Aproximadamente 4 de cada 5 personas que mueren por enfermedad de las arterias coronarias tienen 65 años o más.
Historia familiar: Su riesgo aumenta si padres biológicos, hermanos o hijos tienen una enfermedad cardíaca. Su edad en el momento del diagnóstico también importa.
Menopausia: Después de la menopausia, las mujeres se enfrentan a un mayor riesgo de enfermedad cardíaca.
Raza y etnia: Puede enfrentar un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y otras formas de enfermedad cardiovascular debido a su origen racial o étnico.
Aunque no se pueden cambiar estos factores de riesgo, es útil saber si se tienen. Esto se debe a que los factores de riesgo se vuelven más peligrosos a medida que se acumulan. Cuantos más se tengan, mayor será el riesgo en general.
Por lo tanto, si se tiene factores de riesgo no modificables, es aún más importante centrarse en los factores de riesgo relacionados con el estilo de vida.
Factores de riesgo modificables (estilo de vida)
Afortunadamente, existen muchos factores de riesgo que se puede cambiar.
Como pueden ser:
Alcohol.
Llevar una dieta poco saludable (incluidos alimentos ricos en sodio, grasas saturadas, trans y azúcar).
No hacer suficiente ejercicio físico.
Fumar, vapear o utilizar otros productos de tabaco.
Usar drogas recreativas (como marihuana, cocaína y anfetaminas).
Muchas personas tienen uno o más factores de riesgo en el estilo de vida. Y no siempre resulta fácil hacer cambios.
Pero hay que tener en cuenta que incluso los pequeños cambios en el estilo de vida pueden marcar una gran diferencia.
¿Cómo podemos prevenir estas enfermedades?
Evitar fumar, vapear o utilizar otros productos de tabaco.
El consumo de tabaco es el factor de riesgo más prevenible de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Las personas que fuman tienen más del doble de riesgo de sufrir un ataque cardíaco en comparación con las personas que no fuman. Fumar también es el mayor factor de riesgo de muerte súbita cardíaca. Incluso uno o dos cigarrillos al día aumentan considerablemente el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral. El humo de fumador pasivo también aumenta el riesgo.
Dejar de fumar no es fácil. Pero es una de las cosas más importantes que se puede hacer para proteger el corazón y sus vasos sanguíneos.
Limitar el alcohol
Beber demasiado alcohol puede provocar problemas cardíacos y vasculares, entre ellos:
Fibrilación auricular.
Insuficiencia cardiaca.
Hipertensión.
Accidente cerebrovascular.
Una dieta cardiosaludable
Algunos alimentos ayudan a que el sistema cardiovascular funcione de la mejor manera. Otros alimentos hacen que el corazón y los vasos sanguíneos trabajen más para enviar sangre a todo el cuerpo.
Una dieta saludable le brinda nutrientes que apoyan el corazón. También limita o elimina ingredientes que pueden elevar la tensión arterial, obstruir las arterias o causar otros problemas.
La dieta mediterránea es una de esas dietas con beneficios comprobados.
Para ayudar en la prevención podemos añadir en la dieta:
Alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 (grasas saludables). Estos incluyen atún, salmón, linaza, almendras y nueces.
Frutas y verduras frescas. Estos alimentos aportan muchos nutrientes. Además, suelen tener un alto contenido de fibra soluble, lo que reduce el riesgo de enfermedad cardíaca.
Aceites saludables como el aceite de oliva virgen extra. Usándolo con moderación para cocinar o aderezar ensaladas.
Cereales integrales. Tratar de comer pan integral en lugar de pan blanco, o elegir arroz integral en lugar de arroz blanco.
Y sobre todo, debemos retirar de la dieta:
Alimentos procesados (como comidas envasadas) y comidas rápidas. Suelen tener un alto contenido de grasas saturadas, grasas trans y sodio. Además, evitar las carnes rojas. Reemplazarlas por pollo o pescado.
Ingesta de sodio. Tan sencillo como quitar el salero de la mesa. Evitar agregar sal cuando se cocina.
Ingesta de azúcar. Muchos alimentos sin grasa parecen más saludables, pero tienen un alto contenido de azúcar. Debemos leer las etiquetas y optar por postres sin azúcar o fruta fresca.
Aceites menos saludables como el aceite de palma o el aceite de coco. Tienen un alto contenido de grasas saturadas y pueden aumentar el colesterol LDL. Además, evitar los aceites hidrogenados que se encuentran en algunas margarinas y mantecas.
Un médico o nutricionista nos puede ayudar a evaluar las formas actuales de alimentación y a encontrar cambios que se puedan realizar de inmediato y una programación de una dieta cardiosaludable.
Para poder reducir los niveles de colesterol total, colesterol LDL (malo) y triglicéridos, que contribuyen a la acumulación de placas en las arterias y poder aumentar el colesterol HDL (bueno) que ayuda al cuerpo a deshacerse del exceso de colesterol LDL (malo) que circula en la sangre.
Los niveles altos de HDL protegen al cuerpo de enfermedades cardiovasculares.
Además de los colesteroles debemos controlar la tensión arterial alta, porque hace que el corazón y los riñones trabajen más y con el tiempo, esto aumenta el riesgo de infarto o insuficiencia cardíaca entre otras patologías.
Así como las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.
Por eso siempre se hace énfasis en ejercicio físico como una de las mejores medidas de prevención.
La actividad física es muy importante para prevenir enfermedades cardíacas porque mejora la forma en que el corazón bombea sangre a través del cuerpo y ayuda a prevenir o controlar muchos factores de riesgo de enfermedades cardíaca (hipertensión, hipercolesterolemia, sobrepeso…).
Se recomienda en adultos intentar realizar 30 minutos de ejercicio de intensidad moderada cinco días a la semana. Esto podría incluir caminar a paso ligero o nadar.
O intentar realizar 25 minutos de ejercicio vigoroso (como correr) tres días a la semana. También se obtendrá beneficios si se hace ejercicio en varios períodos más cortos de 10 a 15 minutos cada uno.
Además, debemos encontrar formas de agregar más movimiento a la rutina diaria, como, por ejemplo:
Levantarse y estirarse o caminar unos minutos cada hora.
Estacionar más lejos de la puerta cuando se vaya de compras.
Usar las escaleras en lugar del ascensor.
Caminar en lugar de conducir siempre que sea posible.
El objetivo puede ser prevenir enfermedades cardíacas de forma natural. Pero es importante reconocer cuándo los medicamentos pueden ayudar a complementar los cambios en el estilo de vida.
Conclusiones
Según el Instituto nacional de estadística en el año 2022, hubo un total de 120.572 muertes por enfermedades cardiovasculares.
Analizando estos números, dejan una cifra de más de 330 muertes por infartos o enfermedades cardiovasculares cada día. Esto habla de la importancia de la formación en RCP entre la población y la mala gestión preventiva de nuestro Sistema de Salud.
Estas cifras son más que representativas para generar el hábito de control de la tensión arterial, el peso, IMC y llevar a cabo un estilo de vida sano, que pasa por el abandono del tabaco y el consumo moderado de alcohol, reducir peso, hacer ejercicio y reducir la sal en las comidas, entre las principales recomendaciones para el paciente.
Estas cifras representan una pésima labor de nuestro sistema de salud.
La principal causa o factor de riesgo es la falta de educación sanitaria y prevención.
Ya que como primera estrategia de prevención sería identificar sujetos que no han tenido ningún evento clínico (asintomáticos) pero que están expuestos a estos factores de riesgo.
Modificar estos factores puede reducir el riesgo a padecer un evento clínico cardiovascular.
Cuando estas estrategias se implementan en etapas avanzadas del proceso (edad media de la vida) el impacto es moderado mientras que hacerlo antes el impacto sería mucho mayor. El primordial campo de la prevención se debería aplicar a las personas que aún no han sido expuestas a diversos factores de riesgo y de esta manera evitar que aparezcan.
Esta etapa engloba la niñez y la adolescencia. La niñez es un periodo crucial para establecer la base de los hábitos de la vida, es el momento de interiorizar la salud como una prioridad y algo esencial.
Los programas de promoción de salud deben adaptarse a distintas edades y contextos y puesto que cada persona puede impactar en su entorno inmediato, la propagación puede ser exponencial y estas iniciativas pueden llegar a impregnar un hogar, un aula, todo un centro escolar, el entorno laboral de una empresa o un municipio entero. Es necesario desarrollar estrategias innovadoras para las distintas etapas de la vida utilizando las herramientas apropiadas a cada caso.
Como, por ejemplo, como medida preventiva no solo tener una cartilla de salud infantil, sino una “cartilla de salud adulta” donde se marcasen ciertos intervalos de tiempo unas revisiones médicas obligatorias y un control más exhaustivo de la salud, como en el mismo caso que se hace, en las revisiones de salud de los controles de edad hasta los 14 años.
Ya que existe gran número de población que conviven con muchos factores de riesgo sin acudir al médico ni conocerlo tan siquiera durante años, hasta que le sucede un evento clínico.
Echando por tierra toda la prevención posible, y ya pasaríamos a intentar reparar o paliar los daños ocasionados por la patología cardiovascular.
La incidencia de estas patologías también se podría disminuir si el Ministerio de Educación estableciese una nueva asignatura “promoción de la salud” obligatoria durante la enseñanza, con sus correspondientes horas lectivas dedicadas a tratar todas las enfermedades de mayor prevalencia, factores de riesgo y cómo prevenirlo; realizando un seguimiento a su alumnado del correcto entendimiento e implantación de estos hábitos en su núcleo familiar.
Existen varias campañas de sensibilización en las distintas comunidades, pero tienen una gran problemática, suelen ser de corta duración, enfocadas a un intervalo de edad determinado, y la difusión en muchas ocasiones no llega a toda la población.
La prevención es clave cuando se trata de este tipo de enfermedades. Pero como en una carrera de relevos, cuando la prevención no puede ir más lejos, el tratamiento toma el relevo. Es importante aprender cómo prevenir las enfermedades cardíacas y tomar todas las medidas posibles en esa dirección para paliar este problema de salud pública.
Pensar en nuestro corazón, con aprendizaje y sabiduría podemos cuidarlo mejor.