El feudalismo, con su rígida jerarquía de poder, parece un vestigio del pasado. Sin embargo, en el siglo XXI, emergen dinámicas similares bajo el concepto de neofeudalismo, donde la concentración de recursos y la dependencia de unos pocos actores amenazan derechos fundamentales. En el ámbito de la salud, este fenómeno acentúa desigualdades y limita la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios. Ante este escenario, un enfoque estratégico basado en One Health —que reconoce la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental— puede ser clave para construir sistemas sanitarios resilientes y sostenibles.

Los nuevos señores: corporaciones y élites económicas en la salud

Si en el feudalismo los señores poseían tierras y controlaban la producción, hoy grandes corporaciones dominan sectores estratégicos de la salud pública. Empresas farmacéuticas y conglomerados sanitarios juegan un papel central en la innovación biomédica, el desarrollo de tratamientos y la distribución de tecnología médica. Aunque estos avances pueden mejorar la salud global, la concentración del poder en unos pocos actores puede generar dependencia económica y acceso desigual a los tratamientos.

Países como Alemania han implementado regulaciones para reducir la dependencia de proveedores extranjeros en insumos críticos, promoviendo la producción local de medicamentos esenciales. En contraste, sistemas con una alta privatización sin regulación efectiva, como el de Estados Unidos, muestran fuertes desigualdades en el acceso a tratamientos innovadores.

La digitalización de la salud, impulsada por la inteligencia artificial y el big data, promete mayor eficiencia y personalización en la atención. Sin embargo, sin estrategias orientadas a la equidad, estas innovaciones pueden profundizar la brecha digital y excluir a poblaciones vulnerables. La telemedicina, por ejemplo, ha demostrado ser clave en la expansión del acceso sanitario en países como Finlandia y Canadá, donde se han implementado programas estatales para garantizar conectividad y acceso a dispositivos digitales en comunidades rurales.

Otro desafío crítico es la producción y distribución de insumos médicos. La pandemia de la COVID-19 evidenció la fragilidad de las cadenas de suministro globales y la necesidad de garantizar una soberanía sanitaria. Sin estrategias que prioricen el acceso equitativo, la concentración del mercado en manos de unos pocos actores puede comprometer la seguridad sanitaria y la respuesta ante futuras emergencias.

Vasallos del siglo XXI: pacientes y trabajadores sanitarios

El personal sanitario, pilar de los sistemas de salud, enfrenta condiciones laborales precarias que amenazan la calidad asistencial. La sobrecarga, los contratos temporales y la falta de estabilidad afectan tanto a la atención como al bienestar de los profesionales. En este contexto, la uberización del trabajo médico —con esquemas de teleconsulta bajo demanda y precarización del empleo— podría comprometer la sostenibilidad de los servicios si no se establecen marcos regulatorios adecuados.

La colaboración público-privada es una vía para mejorar el acceso y la calidad sanitaria, pero debe diseñarse bajo criterios de equidad y transparencia. Modelos como el de Noruega, donde los acuerdos con el sector privado garantizan acceso universal sin comprometer la financiación pública, pueden servir de referencia. Además, la inversión en la formación continua y el bienestar del personal sanitario no es solo una cuestión de justicia laboral, sino una estrategia para fortalecer la resiliencia del sistema y garantizar una respuesta efectiva ante futuras crisis.

La servidumbre digital en salud: control de datos y desinformación

En la era digital, la gobernanza de la información sanitaria enfrenta desafíos crecientes. Los algoritmos de las big tech pueden distorsionar la percepción del riesgo sanitario, amplificar la desinformación y erosionar la confianza en las instituciones. La proliferación de noticias falsas y teorías conspirativas durante la pandemia de la COVID-19 evidenció la urgencia de fortalecer la alfabetización mediática y desarrollar estrategias de comunicación basadas en evidencia científica.

Por otro lado, el manejo de datos biomédicos plantea un dilema entre innovación y control. Si bien la recopilación masiva de datos puede impulsar la medicina personalizada y mejorar la vigilancia epidemiológica, su uso sin marcos éticos claros podría derivar en exclusión o explotación comercial. La interoperabilidad de los sistemas de información en salud debe garantizar la protección de datos y su accesibilidad universal. En este contexto, el enfoque One Health permitiría integrar datos de salud humana, animal y ambiental, facilitando la prevención de pandemias y la gestión de crisis sanitarias.

Dejar atrás el neofeudalismo sanitario: claves para una salud pública del siglo XXI

Garantizar la equidad en salud pública requiere reforzar la gobernanza de los sistemas sanitarios y evitar la concentración del poder en unos pocos. Para ello, es clave impulsar modelos de colaboración público-privada que antepongan el bienestar de la población y la sostenibilidad del sistema.

La mejora de las condiciones laborales del personal sanitario es una prioridad inaplazable. Garantizar estabilidad, formación continuada y entornos laborales adecuados fortalece la resiliencia del sistema sanitario.

Frente a la creciente desinformación digital, es necesario promover estrategias de comunicación basadas en evidencia científica y fomentar la alfabetización sanitaria desde edades tempranas. Paralelamente, la digitalización del sector debe garantizar equidad y accesibilidad, evitando que la innovación refuerce desigualdades.

Incorporar el enfoque One Health en las políticas de salud pública es esencial para abordar la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental. La  prevención de enfermedades emergentes y la promoción del bienestar global requieren una perspectiva integral que trascienda los límites tradicionales del sistema sanitario.

Conclusiones

El verdadero desafío no es solo innovar, sino consolidar sistemas sanitarios sostenibles y resilientes, capaces de adaptarse a los cambios sin replicar esquemas de dominio y dependencia del pasado.

Doctora en Medicina. Master Gestión y Dirección de Instituciones Sanitarias. Analista de Inteligencia, Seguridad y Defensa, Internacional y Geopolítico.

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Rosalía Fernández Vázquez, Doctora en Medicina. Master en Gestión y Dirección de Instituciones Sanitarias. Analista de Inteligencia Seguridad y Defensa, Internacional y Geopolítico.