El problema del cáncer es un problema de todos y en cuya solución todos debemos intervenir -desde su investigación a la prevención, al diagnóstico y a su tratamiento terapéutico-.
Prevención
Todos estamos de acuerdo en la enorme importancia de la prevención de enfermedades. La prevención se consigue mediante comportamientos saludables, protección solar, higiene, limpieza, etc. y una alimentación equilibrada, parca y saludable. También una vida mental y afectiva saludable. En el caso del cáncer, la prevención es fundamental, pues está demostrado que los comportamientos no saludables inducen y favorecen la aparición de la enfermedad. Incluso si hubiese una predisposición genética, el comportamiento puede provocar que ese gen se manifieste o no lo haga.
El primer agente de la prevención es el ciudadano, que ha de mantener una vida saludable, una dieta saludable, formarse para conocer sus riesgos de salud en función de los antecedentes familiares, su edad y sexo y los factores ambientales de su lugar de residencia y de su trabajo y, consecuentemente, realizar los controles personales e interactuar con su médico de cabecera o de familia.
En segundo lugar, están los médicos de familia que desde la Atención Primaria deben de hacer una gestión de la salud de la población asignada a sus cuidados, realizando acciones proactivas en favor de la salud y proponiendo pruebas de control mediante acciones de cribado poblacional en función de sus características y riesgos.
En tercer lugar, son todos los especialistas que deben de aconsejar a sus pacientes e inducirlos a realizar una vida saludable.
Diagnóstico precoz
Pero la labor más importante de los médicos es el diagnóstico precoz. Los médicos de familia pueden detectar el riesgo del paciente, pero son los médicos especialistas antes citados: neumólogos, urólogos, nefrólogos, ginecólogos, neurólogos, endocrinólogos, etc. los que deben de favorecer ese diagnóstico precoz, para lo que deben apoyarse en los patólogos, analistas, cirujanos, radiólogos, médicos de medicina nuclear. Y, por supuesto, en los oncólogos médicos.
La detección precoz es fundamental para abordar con éxito el tratamiento del cáncer y conseguir su curación. La detección precoz de los tumores en pulmones, mamas, cuello uterino y colon, es fundamental para conseguir su curación.
En el cáncer de colon, la detección precoz cobra especial relevancia, ya que si se coge a tiempo se supera la enfermedad en el 90% de los casos. Gracias al diagnóstico in vitro se logra detectar marcadores en sangre o en otras muestras como en heces para el cribado del cáncer de colon o citología vaginal en el cáncer de cuello de útero. Un cribado en cáncer de pulmón permitiría mejorar la supervivencia de estos pacientes entre un 20% y un 60%.
Es necesario pasar de una actitud reactiva (espero a que se desarrolle la enfermedad para actuar) a una actitud proactiva (trato de prevenirla y, si se presenta, trato de diagnosticarla cuanto antes y aplicarle un tratamiento temprano).
Diagnóstico de precisión
Pero, para favorecer el éxito, es muy importante que el diagnóstico conseguido sea un diagnóstico de precisión. Es importante implantar el diagnóstico molecular en todos los tipos de cáncer mediante el análisis de una muestra tumoral para su biopsia y análisis molecular. Gracias al estudio de la biología molecular de los tumores y de la inmunología, la oncohematología está viviendo una auténtica aceleración
La biopsia líquida, consistente en el análisis de una muestra de sangre, es una importante herramienta para el diagnóstico molecular y la monitorización del cáncer. La biopsia líquida permite, no solo la detección precoz de un tumor o una recidiva tumoral, sino también la selección de un tratamiento particular del tumor o la respuesta al recidiva, así como la detección de los mecanismos genéticos de resistencia a un tratamiento. La biopsia líquida y los paneles de secuenciación genómica contribuyen a aumentar la precisión del diagnóstico.
La genómica, permite identificar biomarcadores y genotipificar tumores, a partir del análisis de la secuenciación del genoma de pacientes de cáncer.
La imagen molecular integrada con otras modalidades y técnicas de diagnóstico por imagen como el TAC, la resonancia magnética, RM o los equipos de medicina nuclear tales como los gammágrafos, el PET-TAC o el PET-RM. Estos equipos cada día ofrecen mucha más información molecular que morfológica.
Terapéutica
Los tratamientos pueden consistir en cirugía, quimioterapia, radioterapia, prontoterapia, nanoterapia, inmunoterapia o una combinación de ellos. También el tratamiento mediante equipos de medicina nuclear mediante el llamado “teragnosis” .
La inmunoterapia usa moléculas, propias o de laboratorio, para estimular el sistema inmune, de manera que reconozca y destruya las células cancerosas. Las terapias inmunológicas son la gran esperanza y siguen ganando terreno frente al cáncer.
La terapia génica es la clave de la medicina molecular. Frente a alteraciones genéticas concretas, se han desarrollado agentes inmunoterápicos, vacunas, radiofármacos y otros tratamientos basados en terapia génica.
La medicina de precisión hacia la que avanzamos sólo se entiende desde equipos interdisciplinares.
La organización asistencial
El abordaje del cáncer ha de contemplarse desde la prevención hasta el diagnóstico y su tratamiento. Y en este espacio intervienen muchos actores, desde el propio paciente a los médicos de familia, internistas, neumólogos, urólogos, nefrólogos, ginecólogos, neurólogos, endocrinólogos, etc., fundamentales para conseguir un diagnóstico precoz. En apoyo al diagnóstico están patólogos, analistas, cirujanos, radiólogos, médicos de medicina nuclear, y en la aplicación terapéutica están los anteriores más los radio oncólogos y los oncólogos médicos.
Y también técnicos y enfermeros que a lo largo de todo el proceso son los cuidadores de la salud y de la enfermedad, además de otros apoyos a desarrollar por psicólogos y asistentes sociales.
Los servicios de los hospitales todavía están organizados en función de los órganos afectados por la enfermedad: Neumología, Cardiología, Urología, Neurología, Nefrología, Aparato digestivo (hepatología, etc.), Reumatología, etc. Y su actividad hasta ahora se ha basado fundamentalmente en paliar los daños producidos por la enfermedad en los órganos: pulmones, corazón, riñones, etc. El abordaje del cáncer se hacía de manera localizada y en Oncología Médica se volvían a hacer las mismas divisiones en función de donde aparezca el tumor. Ahora los “protagonistas” son microbiología, inmunología, anatomía patológica, etc.
El problema es saber quién de estos agentes es responsable de qué; cómo deben trabajar juntos, como cooperar, cómo gestionar al paciente, quién será el médico principal del paciente, su médico de referencia en todo el proceso de su enfermedad; hasta dónde llega la responsabilidad de uno y donde comienza la del otro; quién prescribe los tratamientos, medicamentos y terapias y qué papel juega el médico de familia en todo esto.
Está claro que hay que definir y redefinir los procesos actuales de abordaje de los pacientes y de su tratamiento terapéutico. Todo un reto para el que es necesario la connivencia de todos. Un reto a abordar por los hospitales y los servicios regionales de salud, con el apoyo de los gerentes y la colaboración de la dirección asistencial médica y de enfermería, en los que se contemplen la importancia de los centros de atención primaria.
Otros retos a resolver
Hay varios problemas que quedan sin resolver. El de la equidad en el acceso a los biomarcadores diagnósticos en los diferentes tumores, la igualdad en el acceso a los ensayos clínicos, la diligencia en la aprobación de nuevos fármacos y tratamientos y la equidad en el acceso a las nuevas terapias. Hoy sabemos que la inequidad es connatural con la estructura del estado dividido en 17 comunidades autónomas. Pero, al menos, cada servicio autonómico de salud debería esforzarse por dar un servicio de equidad a los ciudadanos residentes en su región, haciendo que sus hospitales y sus especialistas trabajen en red y determinando centros de referencia, donde se ofrezca la más alta experiencia y calidad, accesible para todos. Los grupos de hospitales privados ya lo están haciendo, ¿por qué no los públicos?
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