Sin ninguna duda que la transformación digital del Sistema Nacional de Salud es un asunto clave que precisa eliminar bastantes condicionantes que por el momento surgen tales como los problemas de financiación, los relativos e inherentes al cambio en el sentido cultural del término, la salida y alejamiento de las zonas de confort que impiden que las estrategias y proyectos avancen con mayor velocidad, los dogmatismos relativos a las barreras respecto de la titularidad de la provisión y el aseguramiento, la formación imprescindible de los profesionales y también por qué no, de los usuarios, la propia diversidad de los sistemas de salud de nuestro país repartidos en 17 comunidades autónomas, las necesidades que establece el imprescindible reglamento de protección de datos a la hora de su custodia y utilización, la propia velocidad a la que se genera la innovación, también y especialmente, en el entorno digital, que hace imprescindible no solo la actualización constante en términos tecnológicos, sino también en lo referente a la pericia y habilidades en su uso, y por supuesto, la más que necesaria claridad en la estrategia a corto, medio y largo plazo, entre otros aspectos.
Nuestro sistema de salud adolece de bastantes problemas relacionados con su propia estructura, gobernanza, financiación, eficiencia y resultados sanitarios; pero de lo que más carece en este momento es de tiempo y recursos una vez que la presión asistencial es ingente, crece cada año, y la cronicidad relacionada con ella es un fenómeno que requiere de un abordaje específico, estratégico y diferencial. Si a ello le sumamos el hecho del déficit de profesionales sanitarios en nuestro país, tanto en atención primaria como especializada, y la situación en la que se encuentran en cuanto a su carga de trabajo, reconocimiento profesional y desarrollo de carrera, la resultante es una marejada que puede hacer zozobrar al sistema impidiéndole llegar a buen puerto en un futuro quizás no muy lejano.
Un estudio relativamente reciente acerca de la realidad asistencial realizado en Estados Unidos ponía el acento en dos aspectos clave, uno el tiempo por consulta, otro el de la comunicación emocional del profesional sanitario con el paciente y otro el de los medios utilizados habitualmente para hacerse entender en términos de claridad, una sencillez y emotividad que todos precisamos para comprender el alcance de nuestro diagnóstico, las implicaciones terapéuticas y el pronóstico esperado.
Entre las conclusiones del citado estudio se podía apreciar la insuficiencia evidente del tiempo de consulta, la utilización de metalenguaje especializado ante perfiles de pacientes muy diversos en cuanto a formación e información preliminares, el déficit de emocionalidad en la comunicación con ellos y la escasez de medios en formatos complementarios a la propia palabra evocada en la consulta, que hacían que, el paciente saliera con grandes dudas para consultar en el Dr. Google o en otro buscador, o con algún familiar o allegado más o menos versado en el tema. La conclusión última era la incertidumbre, la dificultad en el seguimiento de los tratamientos interpuestos y por lo tanto la disminución de la adherencia y persistencia a los mismos con lo que ello conlleva de ineficiencia en el consumo de recursos y el consiguiente incremento del gasto sanitario generado.
Ante un panorama como el que se nos avecina, con un envejecimiento progresivo de la población, lo que lleva asociado cronicidad y pluripatología en un mismo individuo; un incremento constante de la innovación a todos los niveles: diagnóstico, terapéutico o preventivo, cuya incorporación es clave si queremos disponer de un sistema sanitario que dé realmente respuesta a las principales necesidades de la población en términos de excelencia. Ello supone realizar inversiones que garanticen su implantación, su mantenimiento y su renovación una vez cumplido el periodo de vigencia; el aflorar de nuevas formas de enfermar, tanto infecciosas como no derivadas por ejemplo de las consecuencias del cambio climático, la contaminación atmosférica o los cada vez más frecuentes desastres naturales, se hace imprescindible establecer una estrategia coordinada y sinérgica que tome en consideración todos estos factores y otros que pueden estar en esta misma órbita.
Un evidente valor añadido ante este panorama incierto es el de las ventajas y beneficios que puede aportar la utilización de las tecnologías digitales en este complejo ecosistema asistencial, de hecho, los expertos ponen el acento en que estas han llegado para contribuir a liberar de tiempo al profesional sanitario para que este pueda a su vez dedicarlo a los aspectos asistenciales que he comentado en los párrafos anteriores.
Esta oportunidad que nos brinda la tecnología digital va a requerir la confluencia de diferentes profesiones y especialistas que se van a incorporar a la compleja tarea sanitaria, bioinformáticos, expertos en ciencia de datos, especialistas en inteligencia artificial, programador médico de realidad virtual, ingenieros de software para aplicaciones IoT (Internet de las cosas) de telemedicina, cirujanos especialistas en impresión 3D, expertos en 4D printing para desarrollo de medicamentos asesores epigenéticos, bioestadístico para Investigación Genómica, farmacéuticos especializados en medicina de precisión, analista de biología sintética para fármacos inteligentes, experto en ética de inteligencia artificial para medicina personalizada, expertos en el área jurídica relativos a la robótica para asistencia quirúrgica, expertos en anatomía de biología sintética para el tratamiento y rehabilitación de enfermedades, especialista en mejora de procesos dentro de hospitales inteligentes directores de hospitales virtuales, expertos en blockchain para la trazabilidad de órganos y medicamentos, expertos en ciberseguridad, entre otros.
Por su parte, los profesionales sanitarios actuales van camino de una formación más específica en estas materias que, sin duda, son las que van a determinar la evolución de la medicina hacia un contexto más personalizado, preciso, predictivo, poblacional, participativo y preventivo.
“Nuestro sistema de salud adolece de bastantes problemas relacionados con su propia estructura, gobernanza, financiación, eficiencia y resultados sanitarios”
Todo este contexto tecnológico digital requiere de algunos aspectos que son clave, el necesario desarrollo de la interoperabilidad y la continuidad asistencial de tal forma que el paciente, que es el dueño de sus propios datos de salud, sea capaz y pueda transitar con ellos por el sistema sanitario, independientemente de la titularidad, permitiendo de esta forma que los profesionales sanitarios con los que se relaciona puedan evaluar toda su biografía de salud, se haya recogido cada dato donde quiera que sea, todo ello para generar un modelo asistencial en el que la eficiencia, la disminución de la burocracia y de las redundancias y duplicidades en pruebas y procedimientos supongan una prioridad a la vez que un foco de atención imprescindible.
Para que se produzca dicha interoperabilidad de una forma eficaz requiere que haya datos armonizados en base a criterios uniformes teniendo en cuenta que “los datos clínicos de las personas son de los más críticos y sensibles y su uso para la creación de modelos digitales está muy limitado por las restricciones regulatorias, administrativas, de seguridad y privacidad. La aplicación de nuevas tecnologías para resolver este problema y poder experimentar las condiciones de gobernanza de una red federada segura, se convierten en los factores clave para que todas las regiones e instituciones de salud nacionales puedan contribuir y beneficiarse de los bancos de datos”, afirman los expertos.
Aprovechar los métodos criptográficos avanzados, que mantienen los datos de pacientes cifrados mientras se realizan todos los cómputos necesarios, asegurando así el equilibrio entre privacidad y la posibilidad de utilizar los datos sin exponerlos ni moverlos de las organizaciones es clave. Este arduo trabajo permite un mejor entrenamiento de los modelos matemáticos como apoyo a la toma de decisiones, y contribuye a desempeñar una medicina más personalizada y de precisión, mejorando los tratamientos de los pacientes, así como a acelerar los ensayos clínicos, entre otros desarrollos.
En esta línea de trabajo se sitúa GMV a través del proyecto colaborativo consorciado denominado “Tartaglia” aprovechando los mencionados métodos criptográficos avanzados y realizando un desarrollo aplicativo como por ejemplo en el diagnostico mediante ultrasonidos y en cuatro áreas clínicas específicas: alzhéimer, cáncer de próstata, diabetes y crónicos complejos.
Finalmente, un apunte dedicado a la ciberseguridad en los sistemas sanitarios, los expertos apuntan a que “a mayor obsolescencia de los equipos del parque tecnológico más puertas abiertas a amenazas hay”, las cuales se transforman en vulnerabilidades fruto de la falta de soporte y por lo tanto pueden ser puertas abiertas a posibles ciberdelincuentes. En este sentido, la coexistencia de redes de acceso público (Wifi), con equipos particulares del personal sanitario, hace que existan puntos de unión indirectos que pueden permitir la fuga de datos sin ir más lejos.
En este contexto de la seguridad de la información afirman los expertos que “si todo personal sanitario tiene como principio fundamental la asepsia para proteger al paciente, tanto de su persona como del material sanitario, en una sociedad globalizada y totalmente digitalizada parece obvia la necesidad de “asepsia”, también de los sistemas de información en el sector salud. Y, aún más en los momentos actuales de crisis sanitaria en los que se incrementa la vulnerabilidad frente a atacantes de diversa índole”.
En definitiva, la era digital plantea muchos dichos que precisan de agilidad y de hechos precisos, y entre ellos, la implantación y adecuación tecnológicas, así como la formación continuada, el cambio cultural y el abandono de las zonas de confort además de seguridad de la información y de los sistemas ya no son una opción, son una necesidad en cualquier organización que se precie y especialmente en el sector de la salud y la Sanidad.